martes, 25 de septiembre de 2012
REPRESOR DA CLASES EN LA ESCUELA PÚBLICA
(Agencia Walsh)
¡Fuera Lompizano de la formación docente!
(AW) El represor Hugo Ernesto Lompizano es uno de los policías imputados en la causa judicial por el asesinato de Mariano Ferreyra. En marzo de 2011 fue puesto en disponibilidad por orden de Nilda Garré al negarse a realizar allanamientos en prostíbulos de la zona de Bajo Flores. Actualmente se desempeña como profesor en uno de los principales profesorados de Educación Física de la Ciudad, el ISEF Nº 1 "Romero Brest". Reproducimos denuncia de ADEMYS.
(ADEMYS).-
¡FUERA LOMPIZANO DE LA FORMACIÓN DOCENTE!
Hugo Ernesto Lompizano es uno de los policías imputados en la causa judicial por el asesinato de Mariano Ferreyra. En el momento del crimen ejercía su función como superintendente de Seguridad Metropolitana de la Policía Federal, pero sobre todo tenía a su cargo la Dirección General de Operaciones. Desde esta área, se controló el video policial al que eliminaron los minutos cruciales en los que se retiran los patrulleros federales y Mariano fue baleado. También aparece involucrado en los entrecruzamientos de llamadas realizadas aquel día. En marzo de 2011 fue puesto en disponibilidad por orden de Nilda Garré al negarse a realizar allanamientos en prostíbulos de la zona de Bajo Flores.
Pero, además de su función en la fuerza policial, se desempeña como profesor en uno de los principales profesorados de Educación Física de la Ciudad, el ISEF Nº 1 "Romero Brest", e integra la comisión directiva de la Federación Metropolitana de Gimnasia (FMG).
No podemos permitir que alguien como Lompizano esté a cargo de la formación de docentes de educación física, con lo cual exigimos su separación del cargo y que sea condenado a prisión perpetua por su participación activa en el encubrimiento del asesinato de Mariano Ferreyra. Lompizano es una vergüenza para los estudiantes y profesores de educación física y para todo el conjunto de los docentes.
Convocamos a todos los estudiantes, docentes, institutos de formación, universidades, centros estudiantiles, federaciones, coordinadoras, organizaciones sindicales, políticas, sociales y de derechos humanos a sumarse al pedido de ¡FUERA LOMPIZANO DE LA FORMACIÓN DOCENTE!
JUSTICIA PARA MARIANO FERREYRA.
Enviar adhesiones a: fueralompizano@yahoo.com.ar
La única estrategia de la patota es dilatar
(Radio Sur)
Claudia Ferrero, abogada querellante en el juicio que investoga el asesinato del militante Mariano Ferreyra, realizó un balance del estado de la causa a un mes y medio de comenzado el juicio.
La abogada aseguró que la única estrategia de los defensores de la patota de la Unión ferroviaria que lidera Pedraza es la dilación de todos los plazos.
Siguen las tomas en los colegios
(Radio Sur)
Los estudiantes secundarios mantuvieron el fin de semana largo la toma de 15 escuelas. Exigen que se los convoque a participar de los debates para la reforma de los planes de estudio.
Gabriel Lopes, presidente del centro de estudiantes del Normal 10, habló del estado de las tomas en escuelas técnicas y dijo que esta medida es en defensa de la escuela pública.
Gabriel explicó que reclaman que los docentes y los estudiantes puedan participar en el armado de la currícula porque aseguran que lo que se está planificando ahora apunta a desnivelar la educacion hacia abajo.
Finalmente aseguró que las exigencias no son sólo a la ciudad de Buenos Aires sino también al Ministerio de Educación (nacional) que sería quien baja las reformas curriculares.
Acetato camina hacia la cooperativa
(Radio Sur)
Los 120 trabajadores de Acetato Argentino que ya está en quiebra, esperan por la conformación de la cooperativa para recuperar sus puestos de trabajo y los medios de producción.
Rafael Carlá, delegado de la comisión interna, en comunicación Con el pie izquierdo, explicó que Acetato es la única empresa en sudamérica que se dedica a la manufactura de hilados y tejidos de seda vegetal.
Carlá nos transmitió su optimismo y el de todos sus compañeros que esperan que rapidamente salga la figura de la cooperativa que les permita seguir trabajando.
Causa Gerardo Martínez archivada: "Más que una acción judicial, ha sido una acción profundamente política"
(ANRed)
El juez federal Ariel Lijo archivó el viernes 21 pasado la causa que buscaba precisar el rol del sindicalista Gerardo Martínez como agente civil de inteligencia militar en la dictadura. Lijo aceptó el pedido del fiscal Jorge Di Lello. El programa radial El Saltimbanqui entrevistó a Victor Grosi, Secretario General del SITRAIC (Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Afines), agrupación opositora a UOCRA y quienes encararon la causa contra Gerardo Martínez –pese a que no se les permitió ser parte querellante- junto a las organizaciones AEDD (Asociación de ex Detenidos Desaparecidos), APeL (Asociación de Profesionales en Lucha) y CADeP (Coordinadora Anti represiva por los Derechos del Pueblo). Por El Saltimbanqui Radio.
Por ANRED - C (redaccion@anred.org)
El Saltimbanqui Radio: ¿Qué fue lo que paso en la causa?
Lo que paso fue que el fiscal Di Lello pidió el archivo de la denuncia que nosotros hicimos el 12 de julio del año pasado y en menos de 24 hs el juez Lijo, utilizando los mismos argumentos que recomendó el fiscal, y dejando una puerta abierta a una posible reapertura, cerró y mandó a archivo la denuncia.
Es un hecho realmente lamentable, porque en realidad nunca se nos permitió oficiar de querellantes, a punto tal que se toma como válida la notificación que se generó desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación de Eduardo Luis Duhalde, dónde los datos que aporta Duhalde en su momento no son certeros: está probado en la misma causa que no fue en el `82 que estuvo Gerardo Martínez. Es más, nosotros el día martes vamos a estar elaborando la apelación, porque nosotros hemos presentado y que también es cómo una coincidencia porque nosotros el día martes vamos a estar aportando más elementos que tiene que ver con la zona IV del batallón 601 y la desaparición de militantes sindicales de aquella zona, que es la parte norte del Gran Buenos Aires. Bueno, eso fue lo que sucedió, no entendemos y es muy preocupante cual ha sido la razón para semejante apresuramiento.
S.R.: Pero a Ustedes, en la causa de Gerardo Martínez no les permitieron ser querellantes, mientras en la causa a Carlos Olivera –que terminó preso- ellos, es decir, los de la UOCRA, fueron querellantes.
Exacto, bueno, en este sentido nosotros pensamos que más que una acción judicial ha sido una acción profundamente política. Y tiene que ver con la defensa de Gerardo Martínez a ultranza por parte del gobierno, que lo ha demostrado sin ir más lejos en la última semana apareciendo tres veces junto a la presidenta. El tema de Gerardo Martínez es que estuvo en la UOCRA desde fines del ’77 principios del ’78, pero Gerardo Martínez tenía un seudónimo que era Gabriel Antonio Mansilla. Hay un hecho muy notable: se aferran a Delaico, (capitán Raúl Fernando Delaico) que está muerto y quién tendría que haber declarado porque era quién lo evaluaba y se olvidan de Ernesto Gordillo, que era quién lo presentó en el 601 y que en el legajo dice que Gordillo lo conocía desde el año 76.
Esto surge rápidamente al leer el legajo de Gerardo Martínez, porque si él es del ’81 y lo blanquean dentro de la estructura del 601, se supone que venía actuando desde hace tiempo antes porque ese trabajo no se consigue por el diario ¿No es cierto? Y Gordillo está vivo y fue el jefe de Inteligencia de la Casa Militar del Gobierno de Menem y estuvo hasta el 2005 en la SIDE, dónde se descubrió mediante una denuncia periodística que había sido un importante jefe del batallón 601 y no sólo había actuado en la Argentina, sino también a nivel internacional. En el legajo de Martínez está escrito que tenían una relación muy estrecha y de amplio conocimiento y fue público que en el año ’76 Gordillo era felicitado dentro del Ejército siendo Capitán por ser el jefe de Interrogadores en Tucumán en el año 1976. O sea, acá lo que se está tratando de hacer por razones de necesidad política del gobierno es encubrir, en un acto –sin exagerar- aberrante de injusticia y de vergüenza frente a los trabajadores de la construcción.
Fíjense que el nuevo negocio parecido a las AFJP son las ART que se están "inventando". Y que, seguro, van a ser un negocio tremendo, dónde la nave insignia es Gerardo Martínez. O sea, todo esto que estamos viviendo, aparte de ir en contra de la memoria, la verdad y la justicia, es un ataque directo a los trabajadores de la construcción: 300 muertos por año, bandas que venden los derechos de los trabajadores y entregan desde el comedor, el baño, los botines, los elementos de seguridad, los salarios y permiten los recibos de sueldo fraudulentos. Estos mismos son la nave insignia de esta ART, que nuevamente le vuelven a meter la mano a los bolsillos de los trabajadores y en este caso va a ser la segunda vez que va a hacer un gran negocio, no la UOCRA, sino Gerardo Martínez y su círculo. Y nosotros vemos que estas cosas también se ocultan para protección de Gerardo Martínez.
Por [El Saltimbanqui Radio->http://www.elsaltimbanqui.com
El juez federal Ariel Lijo archivó el viernes 21 pasado la causa que buscaba precisar el rol del sindicalista Gerardo Martínez como agente civil de inteligencia militar en la dictadura. Lijo aceptó el pedido del fiscal Jorge Di Lello. El programa radial El Saltimbanqui entrevistó a Victor Grosi, Secretario General del SITRAIC (Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Afines), agrupación opositora a UOCRA y quienes encararon la causa contra Gerardo Martínez –pese a que no se les permitió ser parte querellante- junto a las organizaciones AEDD (Asociación de ex Detenidos Desaparecidos), APeL (Asociación de Profesionales en Lucha) y CADeP (Coordinadora Anti represiva por los Derechos del Pueblo). Por El Saltimbanqui Radio.
Por ANRED - C (redaccion@anred.org)
El Saltimbanqui Radio: ¿Qué fue lo que paso en la causa?
Lo que paso fue que el fiscal Di Lello pidió el archivo de la denuncia que nosotros hicimos el 12 de julio del año pasado y en menos de 24 hs el juez Lijo, utilizando los mismos argumentos que recomendó el fiscal, y dejando una puerta abierta a una posible reapertura, cerró y mandó a archivo la denuncia.
Es un hecho realmente lamentable, porque en realidad nunca se nos permitió oficiar de querellantes, a punto tal que se toma como válida la notificación que se generó desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación de Eduardo Luis Duhalde, dónde los datos que aporta Duhalde en su momento no son certeros: está probado en la misma causa que no fue en el `82 que estuvo Gerardo Martínez. Es más, nosotros el día martes vamos a estar elaborando la apelación, porque nosotros hemos presentado y que también es cómo una coincidencia porque nosotros el día martes vamos a estar aportando más elementos que tiene que ver con la zona IV del batallón 601 y la desaparición de militantes sindicales de aquella zona, que es la parte norte del Gran Buenos Aires. Bueno, eso fue lo que sucedió, no entendemos y es muy preocupante cual ha sido la razón para semejante apresuramiento.
S.R.: Pero a Ustedes, en la causa de Gerardo Martínez no les permitieron ser querellantes, mientras en la causa a Carlos Olivera –que terminó preso- ellos, es decir, los de la UOCRA, fueron querellantes.
Exacto, bueno, en este sentido nosotros pensamos que más que una acción judicial ha sido una acción profundamente política. Y tiene que ver con la defensa de Gerardo Martínez a ultranza por parte del gobierno, que lo ha demostrado sin ir más lejos en la última semana apareciendo tres veces junto a la presidenta. El tema de Gerardo Martínez es que estuvo en la UOCRA desde fines del ’77 principios del ’78, pero Gerardo Martínez tenía un seudónimo que era Gabriel Antonio Mansilla. Hay un hecho muy notable: se aferran a Delaico, (capitán Raúl Fernando Delaico) que está muerto y quién tendría que haber declarado porque era quién lo evaluaba y se olvidan de Ernesto Gordillo, que era quién lo presentó en el 601 y que en el legajo dice que Gordillo lo conocía desde el año 76.
Esto surge rápidamente al leer el legajo de Gerardo Martínez, porque si él es del ’81 y lo blanquean dentro de la estructura del 601, se supone que venía actuando desde hace tiempo antes porque ese trabajo no se consigue por el diario ¿No es cierto? Y Gordillo está vivo y fue el jefe de Inteligencia de la Casa Militar del Gobierno de Menem y estuvo hasta el 2005 en la SIDE, dónde se descubrió mediante una denuncia periodística que había sido un importante jefe del batallón 601 y no sólo había actuado en la Argentina, sino también a nivel internacional. En el legajo de Martínez está escrito que tenían una relación muy estrecha y de amplio conocimiento y fue público que en el año ’76 Gordillo era felicitado dentro del Ejército siendo Capitán por ser el jefe de Interrogadores en Tucumán en el año 1976. O sea, acá lo que se está tratando de hacer por razones de necesidad política del gobierno es encubrir, en un acto –sin exagerar- aberrante de injusticia y de vergüenza frente a los trabajadores de la construcción.
Fíjense que el nuevo negocio parecido a las AFJP son las ART que se están "inventando". Y que, seguro, van a ser un negocio tremendo, dónde la nave insignia es Gerardo Martínez. O sea, todo esto que estamos viviendo, aparte de ir en contra de la memoria, la verdad y la justicia, es un ataque directo a los trabajadores de la construcción: 300 muertos por año, bandas que venden los derechos de los trabajadores y entregan desde el comedor, el baño, los botines, los elementos de seguridad, los salarios y permiten los recibos de sueldo fraudulentos. Estos mismos son la nave insignia de esta ART, que nuevamente le vuelven a meter la mano a los bolsillos de los trabajadores y en este caso va a ser la segunda vez que va a hacer un gran negocio, no la UOCRA, sino Gerardo Martínez y su círculo. Y nosotros vemos que estas cosas también se ocultan para protección de Gerardo Martínez.
Por [El Saltimbanqui Radio->http://www.elsaltimbanqui.com
domingo, 23 de septiembre de 2012
Menemismo, los K y la tesis del “transformismo”
Rolando Astarita
(Argenpress)
Una constante del discurso kirchnerista es separar absolutamente el modelo neoliberal, impuesto por la dictadura en 1976, del “productivo con inclusión social”, establecido en 2003, y vigente hasta el presente. Según este relato, entre 1976 y 2003 las políticas de los gobiernos fueron anti-nacionales y anti-pueblo, y favorables a los grupos económicos que se rigen por una lógica especulativa y financiera. Pero todo habría cambiado con la llegada de los Kirchner a la presidencia de la nación.
Claro que de ser esto así, se plantea el problema de explicar el apoyo del matrimonio “nacional y popular”, y también de montoneros y militantes de la “gloriosa JP” de los 70, al menemismo; así como la participación de relevantes kirchneristas (Nilda Garré, Abal Medina) en el gobierno de la Alianza. Recordemos que en los 90 se despidieron decenas de miles de trabajadores estatales; se privatizaron las empresas de correos, agua, teléfonos, gas, petróleo, ferrocarriles y las cajas de jubilaciones; se impusieron topes a los aumentos salariales; se ataron los aumentos en el sector privado a los incrementos de productividad; se habilitaron los contratos temporarios y se los promovió: se inició la discusión sobre la ley de flexibilización laboral (que se votaría con el gobierno de la Alianza); se redujeron las indemnizaciones por accidentes laborales; se estableció que la vigencia de los convenios colectivos podía suspenderse por tres años en casos de concursos y quiebras; y se incluyeron cláusulas que implicaban precarización laboral en numerosos convenios laborales (automotriz, siderurgia, alimentación).
También en los 90 se extendió la sojización, y se iniciaron los grandes emprendimientos mineros a manos de empresas transnacionales. Y funcionarios, empresarios y burócratas sindicales se enriquecieron vertiginosamente con los negociados que posibilitaron las privatizaciones. Los Kirchner, además de enriquecerse, participaron de la privatización de YPF, de las cajas de jubilaciones y del banco de Santa Cruz; fueron constituyentes en 1994 y proclamaron a Menem el mejor presidente argentino, después de Perón. Otros altos funcionarios kirchneristas tuvieron actuaciones parecidas.
Se plantea entonces la “pregunta imposible”: ¿cómo pudo suceder esto, estando el “movimiento nacional” en el gobierno? Aunque habitualmente los militantes K eluden la cuestión, disponemos sin embargo de una elaborada respuesta, producto del investigador en ciencias sociales Eduardo Basualdo. Para quienes no lo conocen, digamos que Basualdo es doctor en Historia, investigador del Conicet, coordinador de varias áreas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, participa de la CTA oficialista e integra desde hace poco el directorio de YPF. Sus trabajos son altamente valorados en los medios académicos y en el progresismo izquierdista. En 2011 publicó Sistema político y modelo de acumulación, que reúne tres largos ensayos de su autoría. En el segundo de esos ensayos, originariamente publicado en 2001, presenta una explicacón de cómo fue posible que el movimiento nacional y popular abrazara la causa del neoliberalismo en los 90. En esta nota resumo su respuesta y la analizo críticamente.
Basualdo y el transformismo argentino
En Sistema político.... Basualdo plantea que “esa dictadura (la de 1976) no explica todo lo acontecido durante la valorización financiera porque a ella le sucedieron tres gobiernos constitucionales”. ¿Cómo pudieron ejercer el control político los “sectores dominantes” con gobiernos elegidos bajo elecciones libres? Precisemos que por “sectores dominantes” Basualdo no entiende la clase capitalista, como haríamos los marxistas, sino “las grandes empresas oligopólicas y los grupos económicos y conglomerados”. La respuesta de Basualdo al enigma planteado se sintetiza en una palabra: transformismo. Por transformismo -noción que toma de Gramsci- quiere significar una situación en la que los sectores dominantes excluyen todo compromiso “con las clases subalternas”, pero mantienen la dominación “sobre la base de la integración de las conducciones políticas de esas clases subalternas”. En otras palabras, dominan cooptando a los dirigentes políticos, sindicales, empresariales, estudiantiles, barriales, etcétera, para que instrumenten las políticas que les convienen.
Sin embargo, ése es el transformismo “en general”, ya que en Argentina, habría tenido dos particularidades, según Basualdo. Por un lado, la ideología habría sido suministrada desde los países centrales; en consecuencia, estaba vacía de contenidos “específicamente nacionales”. En segundo término, y más importante, los “sectores dominantes” nunca pudieron consolidar un partido propio, con sus “intelectuales orgánicos”. Por eso, a lo largo de décadas, recurrieron a golpes de Estado y a dictaduras. Pero a partir de 1983 eso ya no era posible. ¿Qué hicieron? Pues coimearon y pagaron altos salarios. En palabras de Basualdo, recurrieron a “la corrupción y los altos ingresos relativos que perciben los integrantes del sistema político. (…) Se trata de la irrupción de los denominados retornos… no se trata de un fenómeno circunstancial … sino estructural e intrínseco al nuevo patrón de acumulación de capital dominante (…) … los elevados salarios relativos que perciben los cuadros orgánicos al servicio del poder establecido”. Esto habría sido “vital” para descabezar a las “conducciones de los sectores populares”, y para incorporar intelectuales “supuestamente independientes”.
Hasta donde alcanza mi conocimiento, los intelectuales K no han presentado objeciones a esta explicación, y no por desconocimiento. Axel Kicillof y Enrique Arceo, hoy altos funcionarios kirchneristas, integran el consejo editorial de Cara y Ceca, la editorial que publicó Sistema político... . Además, originariamente, el ensayo de Basualdo fue prologada por Horacio Verbitsky, y comentado, entre otros, por José Nun. De manera que los intelectuales y políticos kirchneristas conocen y parecen avalar la explicación de Basualdo. Sin embargo, y extrañamente, no hablan del asunto, a pesar de que muchas veces se ha planteado cómo fue posible que el “movimiento nacional y popular” hiciera lo que hizo en los 90. ¿Por qué no dan más publicidad los intelectuales K a la tesis del doctor Basualdo? ¿Será acaso porque su explicación termina reduciendo a muchos patriotas de hoy a una vulgar banda de coimeros de los 90? Un tema digno de profundizarse en las elevadas cátedras universitarias de sociología y politología.
La sociedad y la historia en clave moral
Si bien los partidarios K no hablan del rol de las coimas durante el menemismo, acostumbran aplicar el esquema a la actualidad política. Por ejemplo, ¿por qué Lanata, Majul, Binner o Lozano se oponen al gobierno nacional y popular”? La respuesta “a lo Basualdo” es: porque están a sueldo de los grupos económicos, Clarín en primer lugar. No hace falta pensar mucho más. La respuesta es simple y contundente, además de estar respaldada por el prestigioso “transformismo” gramsciano.
Aunque el mismo razonamiento aplican los críticos del gobierno K, solo que al revés: los funcionarios hacen lo que hacen porque reciben coimas (de los Cirigliano, Baez, Cristóbal López, etc.). De manera que la tesis es multiuso. Por eso también, puede dar resultados ambiguos. Por ejemplo, según la oposición, Alberto Fernández habría recibido coimas de los Baez y Cristóbal López (y del grupo Clarín hasta 2008) cuando estuvo en el Gabinete K; pero según los amigos del gobierno, ahora las recibiría de Clarín (aunque no antes de 2008). Los dos bandos se quedan sin explicar alguna parte de la historia, pero esto es solo un detalle. De la misma forma, Oscar Parrilli, actual secretario general de la Presidencia, era víctima del “transformismo coimero” en 1993, cuando fue informante por el menemismo del proyecto de privatización de las jubilaciones; pero patriota y popular desde 2003. La doctora Carrió, en cambio, no había caído en las redes del “transformismo” en 2000, cuando proponía la estatización de las jubilaciones, pero hoy sí es coimeada (según los K) por los grupos extranjerizantes.
Por supuesto, el método también se puede extender a los análisis transfronteras, o históricos. ¿Por qué Hollande aplica ahora un plan de ajuste en Francia? Respuesta: porque los “grupos” franceses le aumentaron el salario y su participación en “mordidas”. ¿Por qué el gobierno de Isabel aplicó el Rodrigazo? Respuesta: porque los grupos económicos coimearon a la presidenta a partir de junio de 1975. ¿Por qué no lo aplicaron Perón y Gelbard? Respuesta: porque eran inmunes al “transformismo”. ¿Cómo fue posible la industrialización basada en la sustitución de importaciones? Respuesta: porque a partir de la presidencia de Agustín P. Justo, y hasta 1976, los gobiernos no aceptaban coimas de los capitales extranjeros (y ¿Lisandro de la Torre?... otro detalle). ¿Por qué Perón nacionalizó los ferrocarriles? De nuevo, porque no aceptó coimas de los ingleses. ¿Por qué Frondizi firmó contratos petroleros con empresas extranjeras? Porque era un “transformista coimero”. ¿Por qué luego los anuló Illia? Porque no aceptó coimas. Y así hasta el infinito.
Paremos con el chiste. La absurda simpleza a la que hemos llegado es inseparable de la pobreza de la tesis. Es lo que sucede cuando se sostiene que la moral, o el altruismo de líderes y altos personajes, deciden la marcha de la sociedad y de la economía. ¿Por qué gobernantes “populares” reciben coimas de los “grupos concentrados”, y otros no? Misterio. ¿Por qué algunos las aceptan durante años (y entonces son “entreguistas”), pero las rechazan más tarde (y se convierten en héroes de la lucha popular)? De nuevo, misterio. La historia se reduce así a una absurda saga de piruetas y contra piruetas. Estamos en un callejón sin salida.
Poder de clase, estado, esencialismo
El materialismo histórico brinda una perspectiva muy distinta de la anterior; es la que adoptamos. Empecemos planteando una pregunta fundamental (me inspiro en lo que sigue en los trabajos de Poulantzas, ver textos citados). ¿Cuál fue el fundamento del poder del estado para realizar las transformaciones de los 90 en Argentina? En otros términos, ¿por qué y cómo un sector de la clase dominante (los grupos, según Basualdo) pudo imponer una política al conjunto de la clase capitalista, y a las clases medias acomodadas, si esa política solo favorecía a esa fracción “dominante”, y perjudicaba a todo el resto, y si además no tenía el control del estado y el gobierno? Conocemos la respuesta de Basualdo: porque “la fracción dominante” coimeó a los funcionarios elegidos por el voto, y a los líderes de la burguesía nacional, de la pequeño burguesía, de las clases medias, y de la clase obrera. Pero esta explicación solo es posible si se parte de una concepción esencialista del poder del estado. Ocurre cuando se piensa que el poder es una “cosa” que alguien maneja, a la manera en que se maneja un automóvil, que puede ir en una u otra dirección, a condición de que se pague lo suficiente (coimas, altos salarios) al conductor. Si el conductor es delegado directo de los grupos económicos, o es un líder popular coimeado, no importa mucho, porque “la cosa-automóvil” podrá siempre podrá manejarse (a lo sumo, saldrá un poco más caro en el segundo caso).
A partir de aquí, el razonamiento se desliza hacia el subjetivismo y el idealismo. ¿Por qué? Pues porque el enfoque del “estado-cosa” no capta lo elemental: el poder no es una esencia más o menos cosificada, que se pueda tener o ejercer por fuera de las relaciones sociales, y de la lucha de clases. Como bien enfatiza Poulantzas, el poder siempre remite a relaciones sociales de fuerza, y no puede dejar de hacerlo. Por eso mismo, el estado condensa relaciones de fuerzas. Es una relación de fuerzas, estructurada, en primer lugar, por las relaciones de propiedad que comprenden a toda la clase dominante (no solo a los “grupos”) . El poder político del estado se asienta, en primerísimo lugar, en relaciones de poder económico (propietarios de los medios de producción frente a no propietarios de los medios de producción), que implican relaciones de explotación. En segundo término, esa relación de fuerzas está articulada, pero también cuestionada (en especial, en los períodos revolucionarios) por la lucha de clases. Pero si esto es así, el poder de clase no se puede ejercer al margen del lugar que ocupan las relaciones económicas, políticas e ideológicas entre la clase dominante y las clases subordinadas. La cuestión de las fracciones hegemónicas al seno de cada una de las clases, y sus relaciones con otras fracciones, solo puede resolverse exitosamente en el marco de este análisis global, en términos de clases sociales. Abstraer los grupos económicos de la clase social dominante en el modo de producción capitalista, lleva a graves errores de análisis. Es la idea -tan cara al progresismo izquierdista- de que los problemas de las masas se solucionan “controlando a los grupos económicos altamente concentrados”, sin tocar las bases del modo de producción capitalista.
A partir de concebir al estado como un nudo de relaciones de fuerzas, puede entenderse que el mismo se constituya en un espacio estratégico de organización de la clase dominante, y de su poder de clase. Si, en cambio, se considera que el poder del estado es una “cosa-automóvil”, que se adquiere con suficientes coimas y salarios, la relación estado – clase dominante termina siendo una relación de exterioridad. Por ejemplo, en los 90, y según esta visión, los grupos tenían el poder económico, pero los funcionarios votados por el pueblo detentaban el poder de la cosa-estado; la relación entre ambos polos se establecería, en consecuencia, por el puente de las coimas y los altos salarios. Con este enfoque, desaparecen las tensiones y contradicciones entre la acción del estado y la clase dominante, así como las relaciones de fuerza esenciales entre las clases. Obsérvese que estamos hablando de tensiones y contradicciones. Esto significa que el estado no es un simple apéndice reflejo de lo económico; tiene espacio propio, no se reduce a la economía. Pero no por ello el estado se independiza de la economía. Todas sus acciones están marcadas, inherentemente, por la dominación de clase: y los conflictos entre fracciones, y las tensiones, se desarrollan en este marco. Si no se comprende esto, insistimos en ello, la relación economía-estado (poder económico-poder político) se reduce a meras anécdotas de coimas y lobbies. Por esto mismo, el giro del partido Justicialista (con los K, ex montos, ex JP, y un largo etcétera) al neoliberalismo, no se puede explicar solo, ni principalmente, por la corrupción.
El menemismo, una política de clase
En base a lo desarrollado en el apartado anterior se deriva una visión sobre el menemismo y los 90 muy distinta de la que sostiene la tesis subjetivo-idealista de las coimas y “mordidas”. A igual de lo que sucedió a nivel mundial, el neoliberalismo no fue la expresión de una fracción del capital (usualmente se lo asocia al capital financiero), sino la encarnación de un programa político y social al que adhirió la clase capitalista de conjunto. Su objetivo era restablecer la tasa de rentabilidad del capital, haciendo retroceder al trabajo. La precarización laboral, el debilitamiento de los sindicatos, el disciplinamiento de la clase obrera mediante la desocupación y la amenaza de caer en el pauperismo, el restablecimiento del poder de la moneda (esto es, de la ley del valor trabajo), respondían a una lógica de clase. La ideología del neoliberalismo (en sus diversas expresiones teóricas, el monetarismo, los nuevos clásicos, los ofertistas, etc.) expresaba esta necesidad del capital de conjunto. Por eso, fue abrazada por las clases capitalistas de casi todos los países capitalistas, adelantados o atrasados. No fue una “imposición” de coimas y altos salarios (aunque por supuesto, buenos salarios para académicos y economistas allanaron muchos obstáculos intelectuales para su adopción).
Lo sucedido en Argentina se inscribe dentro de esta onda mundial. La flexibilidad laboral, los empleos temporarios, la vía libre para los despidos instantáneos, etcétera, beneficiaron al conjunto de la clase capitalista (Bonnet, 2007, subraya esta naturaleza del menemismo). El sometimiento de amplios sectores de la economía a las leyes del mercado (racionalización en las empresas privatizadas, despidos masivos, etcétera) permitió elevar la productividad. En los 90, miles de empresarios “nacionales y populares” sacaron provecho de las medidas que apuntaban a elevar la cuota de plusvalía. La acción del estado incidió directamente en las relaciones de producción; fue poder de clase concentrado. Es que no hay poder político sin poder de clase, y no hay poder de clase sin la base de la propiedad privada.
Por otra parte, las privatizaciones fueron acompañadas de inversión, lo que mejoró la infraestructura (por ejemplo, en telecomunicaciones y energía) y con ello las condiciones de explotación del trabajo. Esto también explica por qué amplios sectores de la burguesía argentina apoyaron al menemismo. En una nota anterior hice referencia al trabajo de Kulfas y Hecker (1998) en el que ponían de relieve el aumento de la productividad y de la inversión en la década menemista. Kulfas es hoy un alto funcionario del Banco Central, y destacado economista del kirchnerismo. Por supuesto, en la tesis “a lo Basualdo”, el escrito de Kulfas de 1998 solo se explicaría por el “transformismo”, esto es, por su cooptación con coimas para hacer tarea sucia a favor de “los grupos concentrados”. Mi interpretación es opuesta. Kulfas elogiaba el menemismo porque estaba consustanciado con sus objetivos y su programa. Y los datos que presentaba con Hecker demostraban que había habido, además de destrucción de empresas, modernización de equipos productivos e inversión. Pero esto explica también el apoyo de la burguesía argentina al menemismo en los años de “esplendor” de la convertibilidad. Los K y los ex montoneros puestos a funcionarios de Menem, respondían a este interés de clase. Las coimas y altos salarios fueron la frutilla del postre, pero no lo esencial (aunque sí fueron fundamentales para sus bolsillos). El voto a los delegados menemistas a la Constituyente de 1994, y a Menem en las presidenciales de 1995, no se puede explicar por las coimas y los altos salarios de los dirigentes. Hubo un amplio consenso en la clase dominante criolla, incluidas las más amplias capas de las clases medias adineradas. No fueron llevadas a votar de las narices por sus dirigentes “traidores y vendidos”. Es casi infantil recurrir a este tipo de explicaciones. Dejo apuntado asimismo que el voto de millones de trabajadores al menemismo no puede explicarse solo por el engaño; incluso es reductivo creer que la clase dominante domina solo con coerción y engaño (de nuevo, Poulantzas apunta este asunto).
Análisis en términos de clases o chismorreo sociológico
El abordaje materialista permite entender los procesos históricos y las evoluciones económico-sociales en términos de tendencias estructurales. Esto no quiere decir que lo individual no tenga importancia, sino que lo social -las relaciones de producción, las fuerzas productivas- tiene prioridad explicativa. Por supuesto, siempre hay medidas que favorecen a una u otra fracción del capital; esto implica tensiones, enfrentamientos y también compromisos en el seno de la clase dominante, que deben procesarse por intermedio del estado. En particular, durante las crisis, es inevitable la desvalorización de fracciones enteras del capital (no solo industrial). Pero la resolución de estos conflictos no depende, en lo esencial, de la capacidad de lobby de tal o cual empresa, o de la coima que haya recibido tal o cual funcionario, cuestiones en las que se entretienen las investigaciones de Basualdo. En otras palabras, las contradicciones sociales y la dirección del desarrollo no se resuelven analíticamente contando chismes.
Lo explico con un ejemplo. La convertibilidad en su momento fue saludada por toda la clase dominante argentina como una solución frente a las crisis hiperinflacionarias. La razón de fondo era que con alta inflación el mercado sencillamente no puede funcionar, y por lo tanto no hay acumulación posible. Por eso, el establecimiento de la moneda fuerte fue saludada por las cámaras empresarias y los medios. Pero con el tiempo, la apreciación de la moneda trajo problemas -dada la baja productividad relativa de la economía argentina- que terminaron estallando en 2001. Por eso, el quiebre de la convertibilidad no se explica diciendo que triunfó la “fracción devaluadora” sobre la fracción favorable al tipo de cambio bajo (Basualdo). Decir que la devaluación se impuso porque los devaluacionistas se impusieron, es tautología, lisa y llana, por más que se la disfrace con lenguaje sofisticado. En todo caso, hay que preguntarse por qué los devaluacionistas pudieron imponerse en 2001 y no, por ejemplo, en 1994. Y esto remite a la ley económica: en el mercado mundial se impone la comparación de los tiempos de trabajo y productividades, y la moneda no escapa a esta constricción, por más que quiera eludirla una u otra fracción de la clase dominante. La salida de la crisis de 2001-2 por vía de la devaluación, caída del salario y ajuste, tuvo el apoyo de prácticamente todo el partido Justicialista (los K y ex montos incluidos), y otras formaciones burguesas, porque respondió también a una necesidad de clase, y no porque se hubiera impuesto una u otra fracción de la clase dominante.
Las tensiones y relaciones entre sectores del capital (productores de bienes transables y no transables, ramas industriales o financieras, etc.) evolucionan en este marco, y los programas políticos necesariamente expresan esta realidad. Si no se tiene en cuenta esto, el análisis se pierde en las superficialidades de los “grupos de influencia”, de las coimas, de las capacidades de lobby y datos similares. Es un cuento sin profundidad, que desemboca en el seguimiento de las interminables piruetas políticas de los personajes de turno (aunque con la imprescindible prudencia que demandan algunos puestos públicos muy bien pagados).
En conclusión, es necesario avanzar un análisis en términos de clases sociales, de las relaciones de fuerza entre ellas, y de las lógicas de clase -vinculadas a la explotación del trabajo y la acumulación del capital- implicadas en las políticas implementadas frente a la larga crisis iniciada a mediados de los años 1970. El neoliberalismo fue la respuesta del capital a esa crisis; sintetizó el programa de las cámaras empresariales, de la clase dominante como totalidad concreta, frente al trabajo. El partido Justicialista (como el partido Radical, y otras formaciones menores) no escapan a estas generales de la ley. Mal que les pese a algunos doctores del progresismo de las ciencias sociales argentinas.
Textos citados:
Basualdo, E. (2011): Sistema político y modelo de acumulacion. Tres ensayos sobre la Argentina actual, Buenos Aires, Cara o ceca.
Bonnet, A. (2007): La hegemonía menemista. El neoconservadurismo en Argentina, 1989-2001, Buenos Aires, Prometeo.
Kulfas, M. y E. Hecker, (1998): “La inversión extranjera en la Argentina en los años 90, Tendencias y perspectivas”, Centro de Estudios para la producción.
Poulantzas, N. (1979): Estado, poder y socialismo, México, Siglo XXI.
Poulantzas, N. (1985): Poder político y clases sociales en el estado capitalista, México, Siglo XXI.
Fuente: http://www.argenpress.info/2012/09/menemismo-los-k-y-la-tesis-del.html
(Argenpress)
Una constante del discurso kirchnerista es separar absolutamente el modelo neoliberal, impuesto por la dictadura en 1976, del “productivo con inclusión social”, establecido en 2003, y vigente hasta el presente. Según este relato, entre 1976 y 2003 las políticas de los gobiernos fueron anti-nacionales y anti-pueblo, y favorables a los grupos económicos que se rigen por una lógica especulativa y financiera. Pero todo habría cambiado con la llegada de los Kirchner a la presidencia de la nación.
Claro que de ser esto así, se plantea el problema de explicar el apoyo del matrimonio “nacional y popular”, y también de montoneros y militantes de la “gloriosa JP” de los 70, al menemismo; así como la participación de relevantes kirchneristas (Nilda Garré, Abal Medina) en el gobierno de la Alianza. Recordemos que en los 90 se despidieron decenas de miles de trabajadores estatales; se privatizaron las empresas de correos, agua, teléfonos, gas, petróleo, ferrocarriles y las cajas de jubilaciones; se impusieron topes a los aumentos salariales; se ataron los aumentos en el sector privado a los incrementos de productividad; se habilitaron los contratos temporarios y se los promovió: se inició la discusión sobre la ley de flexibilización laboral (que se votaría con el gobierno de la Alianza); se redujeron las indemnizaciones por accidentes laborales; se estableció que la vigencia de los convenios colectivos podía suspenderse por tres años en casos de concursos y quiebras; y se incluyeron cláusulas que implicaban precarización laboral en numerosos convenios laborales (automotriz, siderurgia, alimentación).
"Necesidad de sanción del proyecto de Ley nacional ‘Ley de Federalización de los Hidrocarburos y de Privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales" |
Se plantea entonces la “pregunta imposible”: ¿cómo pudo suceder esto, estando el “movimiento nacional” en el gobierno? Aunque habitualmente los militantes K eluden la cuestión, disponemos sin embargo de una elaborada respuesta, producto del investigador en ciencias sociales Eduardo Basualdo. Para quienes no lo conocen, digamos que Basualdo es doctor en Historia, investigador del Conicet, coordinador de varias áreas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, participa de la CTA oficialista e integra desde hace poco el directorio de YPF. Sus trabajos son altamente valorados en los medios académicos y en el progresismo izquierdista. En 2011 publicó Sistema político y modelo de acumulación, que reúne tres largos ensayos de su autoría. En el segundo de esos ensayos, originariamente publicado en 2001, presenta una explicacón de cómo fue posible que el movimiento nacional y popular abrazara la causa del neoliberalismo en los 90. En esta nota resumo su respuesta y la analizo críticamente.
Basualdo y el transformismo argentino
En Sistema político.... Basualdo plantea que “esa dictadura (la de 1976) no explica todo lo acontecido durante la valorización financiera porque a ella le sucedieron tres gobiernos constitucionales”. ¿Cómo pudieron ejercer el control político los “sectores dominantes” con gobiernos elegidos bajo elecciones libres? Precisemos que por “sectores dominantes” Basualdo no entiende la clase capitalista, como haríamos los marxistas, sino “las grandes empresas oligopólicas y los grupos económicos y conglomerados”. La respuesta de Basualdo al enigma planteado se sintetiza en una palabra: transformismo. Por transformismo -noción que toma de Gramsci- quiere significar una situación en la que los sectores dominantes excluyen todo compromiso “con las clases subalternas”, pero mantienen la dominación “sobre la base de la integración de las conducciones políticas de esas clases subalternas”. En otras palabras, dominan cooptando a los dirigentes políticos, sindicales, empresariales, estudiantiles, barriales, etcétera, para que instrumenten las políticas que les convienen.
Sin embargo, ése es el transformismo “en general”, ya que en Argentina, habría tenido dos particularidades, según Basualdo. Por un lado, la ideología habría sido suministrada desde los países centrales; en consecuencia, estaba vacía de contenidos “específicamente nacionales”. En segundo término, y más importante, los “sectores dominantes” nunca pudieron consolidar un partido propio, con sus “intelectuales orgánicos”. Por eso, a lo largo de décadas, recurrieron a golpes de Estado y a dictaduras. Pero a partir de 1983 eso ya no era posible. ¿Qué hicieron? Pues coimearon y pagaron altos salarios. En palabras de Basualdo, recurrieron a “la corrupción y los altos ingresos relativos que perciben los integrantes del sistema político. (…) Se trata de la irrupción de los denominados retornos… no se trata de un fenómeno circunstancial … sino estructural e intrínseco al nuevo patrón de acumulación de capital dominante (…) … los elevados salarios relativos que perciben los cuadros orgánicos al servicio del poder establecido”. Esto habría sido “vital” para descabezar a las “conducciones de los sectores populares”, y para incorporar intelectuales “supuestamente independientes”.
Hasta donde alcanza mi conocimiento, los intelectuales K no han presentado objeciones a esta explicación, y no por desconocimiento. Axel Kicillof y Enrique Arceo, hoy altos funcionarios kirchneristas, integran el consejo editorial de Cara y Ceca, la editorial que publicó Sistema político... . Además, originariamente, el ensayo de Basualdo fue prologada por Horacio Verbitsky, y comentado, entre otros, por José Nun. De manera que los intelectuales y políticos kirchneristas conocen y parecen avalar la explicación de Basualdo. Sin embargo, y extrañamente, no hablan del asunto, a pesar de que muchas veces se ha planteado cómo fue posible que el “movimiento nacional y popular” hiciera lo que hizo en los 90. ¿Por qué no dan más publicidad los intelectuales K a la tesis del doctor Basualdo? ¿Será acaso porque su explicación termina reduciendo a muchos patriotas de hoy a una vulgar banda de coimeros de los 90? Un tema digno de profundizarse en las elevadas cátedras universitarias de sociología y politología.
La sociedad y la historia en clave moral
Si bien los partidarios K no hablan del rol de las coimas durante el menemismo, acostumbran aplicar el esquema a la actualidad política. Por ejemplo, ¿por qué Lanata, Majul, Binner o Lozano se oponen al gobierno nacional y popular”? La respuesta “a lo Basualdo” es: porque están a sueldo de los grupos económicos, Clarín en primer lugar. No hace falta pensar mucho más. La respuesta es simple y contundente, además de estar respaldada por el prestigioso “transformismo” gramsciano.
Aunque el mismo razonamiento aplican los críticos del gobierno K, solo que al revés: los funcionarios hacen lo que hacen porque reciben coimas (de los Cirigliano, Baez, Cristóbal López, etc.). De manera que la tesis es multiuso. Por eso también, puede dar resultados ambiguos. Por ejemplo, según la oposición, Alberto Fernández habría recibido coimas de los Baez y Cristóbal López (y del grupo Clarín hasta 2008) cuando estuvo en el Gabinete K; pero según los amigos del gobierno, ahora las recibiría de Clarín (aunque no antes de 2008). Los dos bandos se quedan sin explicar alguna parte de la historia, pero esto es solo un detalle. De la misma forma, Oscar Parrilli, actual secretario general de la Presidencia, era víctima del “transformismo coimero” en 1993, cuando fue informante por el menemismo del proyecto de privatización de las jubilaciones; pero patriota y popular desde 2003. La doctora Carrió, en cambio, no había caído en las redes del “transformismo” en 2000, cuando proponía la estatización de las jubilaciones, pero hoy sí es coimeada (según los K) por los grupos extranjerizantes.
Por supuesto, el método también se puede extender a los análisis transfronteras, o históricos. ¿Por qué Hollande aplica ahora un plan de ajuste en Francia? Respuesta: porque los “grupos” franceses le aumentaron el salario y su participación en “mordidas”. ¿Por qué el gobierno de Isabel aplicó el Rodrigazo? Respuesta: porque los grupos económicos coimearon a la presidenta a partir de junio de 1975. ¿Por qué no lo aplicaron Perón y Gelbard? Respuesta: porque eran inmunes al “transformismo”. ¿Cómo fue posible la industrialización basada en la sustitución de importaciones? Respuesta: porque a partir de la presidencia de Agustín P. Justo, y hasta 1976, los gobiernos no aceptaban coimas de los capitales extranjeros (y ¿Lisandro de la Torre?... otro detalle). ¿Por qué Perón nacionalizó los ferrocarriles? De nuevo, porque no aceptó coimas de los ingleses. ¿Por qué Frondizi firmó contratos petroleros con empresas extranjeras? Porque era un “transformista coimero”. ¿Por qué luego los anuló Illia? Porque no aceptó coimas. Y así hasta el infinito.
Paremos con el chiste. La absurda simpleza a la que hemos llegado es inseparable de la pobreza de la tesis. Es lo que sucede cuando se sostiene que la moral, o el altruismo de líderes y altos personajes, deciden la marcha de la sociedad y de la economía. ¿Por qué gobernantes “populares” reciben coimas de los “grupos concentrados”, y otros no? Misterio. ¿Por qué algunos las aceptan durante años (y entonces son “entreguistas”), pero las rechazan más tarde (y se convierten en héroes de la lucha popular)? De nuevo, misterio. La historia se reduce así a una absurda saga de piruetas y contra piruetas. Estamos en un callejón sin salida.
Poder de clase, estado, esencialismo
El materialismo histórico brinda una perspectiva muy distinta de la anterior; es la que adoptamos. Empecemos planteando una pregunta fundamental (me inspiro en lo que sigue en los trabajos de Poulantzas, ver textos citados). ¿Cuál fue el fundamento del poder del estado para realizar las transformaciones de los 90 en Argentina? En otros términos, ¿por qué y cómo un sector de la clase dominante (los grupos, según Basualdo) pudo imponer una política al conjunto de la clase capitalista, y a las clases medias acomodadas, si esa política solo favorecía a esa fracción “dominante”, y perjudicaba a todo el resto, y si además no tenía el control del estado y el gobierno? Conocemos la respuesta de Basualdo: porque “la fracción dominante” coimeó a los funcionarios elegidos por el voto, y a los líderes de la burguesía nacional, de la pequeño burguesía, de las clases medias, y de la clase obrera. Pero esta explicación solo es posible si se parte de una concepción esencialista del poder del estado. Ocurre cuando se piensa que el poder es una “cosa” que alguien maneja, a la manera en que se maneja un automóvil, que puede ir en una u otra dirección, a condición de que se pague lo suficiente (coimas, altos salarios) al conductor. Si el conductor es delegado directo de los grupos económicos, o es un líder popular coimeado, no importa mucho, porque “la cosa-automóvil” podrá siempre podrá manejarse (a lo sumo, saldrá un poco más caro en el segundo caso).
A partir de aquí, el razonamiento se desliza hacia el subjetivismo y el idealismo. ¿Por qué? Pues porque el enfoque del “estado-cosa” no capta lo elemental: el poder no es una esencia más o menos cosificada, que se pueda tener o ejercer por fuera de las relaciones sociales, y de la lucha de clases. Como bien enfatiza Poulantzas, el poder siempre remite a relaciones sociales de fuerza, y no puede dejar de hacerlo. Por eso mismo, el estado condensa relaciones de fuerzas. Es una relación de fuerzas, estructurada, en primer lugar, por las relaciones de propiedad que comprenden a toda la clase dominante (no solo a los “grupos”) . El poder político del estado se asienta, en primerísimo lugar, en relaciones de poder económico (propietarios de los medios de producción frente a no propietarios de los medios de producción), que implican relaciones de explotación. En segundo término, esa relación de fuerzas está articulada, pero también cuestionada (en especial, en los períodos revolucionarios) por la lucha de clases. Pero si esto es así, el poder de clase no se puede ejercer al margen del lugar que ocupan las relaciones económicas, políticas e ideológicas entre la clase dominante y las clases subordinadas. La cuestión de las fracciones hegemónicas al seno de cada una de las clases, y sus relaciones con otras fracciones, solo puede resolverse exitosamente en el marco de este análisis global, en términos de clases sociales. Abstraer los grupos económicos de la clase social dominante en el modo de producción capitalista, lleva a graves errores de análisis. Es la idea -tan cara al progresismo izquierdista- de que los problemas de las masas se solucionan “controlando a los grupos económicos altamente concentrados”, sin tocar las bases del modo de producción capitalista.
A partir de concebir al estado como un nudo de relaciones de fuerzas, puede entenderse que el mismo se constituya en un espacio estratégico de organización de la clase dominante, y de su poder de clase. Si, en cambio, se considera que el poder del estado es una “cosa-automóvil”, que se adquiere con suficientes coimas y salarios, la relación estado – clase dominante termina siendo una relación de exterioridad. Por ejemplo, en los 90, y según esta visión, los grupos tenían el poder económico, pero los funcionarios votados por el pueblo detentaban el poder de la cosa-estado; la relación entre ambos polos se establecería, en consecuencia, por el puente de las coimas y los altos salarios. Con este enfoque, desaparecen las tensiones y contradicciones entre la acción del estado y la clase dominante, así como las relaciones de fuerza esenciales entre las clases. Obsérvese que estamos hablando de tensiones y contradicciones. Esto significa que el estado no es un simple apéndice reflejo de lo económico; tiene espacio propio, no se reduce a la economía. Pero no por ello el estado se independiza de la economía. Todas sus acciones están marcadas, inherentemente, por la dominación de clase: y los conflictos entre fracciones, y las tensiones, se desarrollan en este marco. Si no se comprende esto, insistimos en ello, la relación economía-estado (poder económico-poder político) se reduce a meras anécdotas de coimas y lobbies. Por esto mismo, el giro del partido Justicialista (con los K, ex montos, ex JP, y un largo etcétera) al neoliberalismo, no se puede explicar solo, ni principalmente, por la corrupción.
El menemismo, una política de clase
En base a lo desarrollado en el apartado anterior se deriva una visión sobre el menemismo y los 90 muy distinta de la que sostiene la tesis subjetivo-idealista de las coimas y “mordidas”. A igual de lo que sucedió a nivel mundial, el neoliberalismo no fue la expresión de una fracción del capital (usualmente se lo asocia al capital financiero), sino la encarnación de un programa político y social al que adhirió la clase capitalista de conjunto. Su objetivo era restablecer la tasa de rentabilidad del capital, haciendo retroceder al trabajo. La precarización laboral, el debilitamiento de los sindicatos, el disciplinamiento de la clase obrera mediante la desocupación y la amenaza de caer en el pauperismo, el restablecimiento del poder de la moneda (esto es, de la ley del valor trabajo), respondían a una lógica de clase. La ideología del neoliberalismo (en sus diversas expresiones teóricas, el monetarismo, los nuevos clásicos, los ofertistas, etc.) expresaba esta necesidad del capital de conjunto. Por eso, fue abrazada por las clases capitalistas de casi todos los países capitalistas, adelantados o atrasados. No fue una “imposición” de coimas y altos salarios (aunque por supuesto, buenos salarios para académicos y economistas allanaron muchos obstáculos intelectuales para su adopción).
Lo sucedido en Argentina se inscribe dentro de esta onda mundial. La flexibilidad laboral, los empleos temporarios, la vía libre para los despidos instantáneos, etcétera, beneficiaron al conjunto de la clase capitalista (Bonnet, 2007, subraya esta naturaleza del menemismo). El sometimiento de amplios sectores de la economía a las leyes del mercado (racionalización en las empresas privatizadas, despidos masivos, etcétera) permitió elevar la productividad. En los 90, miles de empresarios “nacionales y populares” sacaron provecho de las medidas que apuntaban a elevar la cuota de plusvalía. La acción del estado incidió directamente en las relaciones de producción; fue poder de clase concentrado. Es que no hay poder político sin poder de clase, y no hay poder de clase sin la base de la propiedad privada.
Por otra parte, las privatizaciones fueron acompañadas de inversión, lo que mejoró la infraestructura (por ejemplo, en telecomunicaciones y energía) y con ello las condiciones de explotación del trabajo. Esto también explica por qué amplios sectores de la burguesía argentina apoyaron al menemismo. En una nota anterior hice referencia al trabajo de Kulfas y Hecker (1998) en el que ponían de relieve el aumento de la productividad y de la inversión en la década menemista. Kulfas es hoy un alto funcionario del Banco Central, y destacado economista del kirchnerismo. Por supuesto, en la tesis “a lo Basualdo”, el escrito de Kulfas de 1998 solo se explicaría por el “transformismo”, esto es, por su cooptación con coimas para hacer tarea sucia a favor de “los grupos concentrados”. Mi interpretación es opuesta. Kulfas elogiaba el menemismo porque estaba consustanciado con sus objetivos y su programa. Y los datos que presentaba con Hecker demostraban que había habido, además de destrucción de empresas, modernización de equipos productivos e inversión. Pero esto explica también el apoyo de la burguesía argentina al menemismo en los años de “esplendor” de la convertibilidad. Los K y los ex montoneros puestos a funcionarios de Menem, respondían a este interés de clase. Las coimas y altos salarios fueron la frutilla del postre, pero no lo esencial (aunque sí fueron fundamentales para sus bolsillos). El voto a los delegados menemistas a la Constituyente de 1994, y a Menem en las presidenciales de 1995, no se puede explicar por las coimas y los altos salarios de los dirigentes. Hubo un amplio consenso en la clase dominante criolla, incluidas las más amplias capas de las clases medias adineradas. No fueron llevadas a votar de las narices por sus dirigentes “traidores y vendidos”. Es casi infantil recurrir a este tipo de explicaciones. Dejo apuntado asimismo que el voto de millones de trabajadores al menemismo no puede explicarse solo por el engaño; incluso es reductivo creer que la clase dominante domina solo con coerción y engaño (de nuevo, Poulantzas apunta este asunto).
Análisis en términos de clases o chismorreo sociológico
El abordaje materialista permite entender los procesos históricos y las evoluciones económico-sociales en términos de tendencias estructurales. Esto no quiere decir que lo individual no tenga importancia, sino que lo social -las relaciones de producción, las fuerzas productivas- tiene prioridad explicativa. Por supuesto, siempre hay medidas que favorecen a una u otra fracción del capital; esto implica tensiones, enfrentamientos y también compromisos en el seno de la clase dominante, que deben procesarse por intermedio del estado. En particular, durante las crisis, es inevitable la desvalorización de fracciones enteras del capital (no solo industrial). Pero la resolución de estos conflictos no depende, en lo esencial, de la capacidad de lobby de tal o cual empresa, o de la coima que haya recibido tal o cual funcionario, cuestiones en las que se entretienen las investigaciones de Basualdo. En otras palabras, las contradicciones sociales y la dirección del desarrollo no se resuelven analíticamente contando chismes.
Lo explico con un ejemplo. La convertibilidad en su momento fue saludada por toda la clase dominante argentina como una solución frente a las crisis hiperinflacionarias. La razón de fondo era que con alta inflación el mercado sencillamente no puede funcionar, y por lo tanto no hay acumulación posible. Por eso, el establecimiento de la moneda fuerte fue saludada por las cámaras empresarias y los medios. Pero con el tiempo, la apreciación de la moneda trajo problemas -dada la baja productividad relativa de la economía argentina- que terminaron estallando en 2001. Por eso, el quiebre de la convertibilidad no se explica diciendo que triunfó la “fracción devaluadora” sobre la fracción favorable al tipo de cambio bajo (Basualdo). Decir que la devaluación se impuso porque los devaluacionistas se impusieron, es tautología, lisa y llana, por más que se la disfrace con lenguaje sofisticado. En todo caso, hay que preguntarse por qué los devaluacionistas pudieron imponerse en 2001 y no, por ejemplo, en 1994. Y esto remite a la ley económica: en el mercado mundial se impone la comparación de los tiempos de trabajo y productividades, y la moneda no escapa a esta constricción, por más que quiera eludirla una u otra fracción de la clase dominante. La salida de la crisis de 2001-2 por vía de la devaluación, caída del salario y ajuste, tuvo el apoyo de prácticamente todo el partido Justicialista (los K y ex montos incluidos), y otras formaciones burguesas, porque respondió también a una necesidad de clase, y no porque se hubiera impuesto una u otra fracción de la clase dominante.
Las tensiones y relaciones entre sectores del capital (productores de bienes transables y no transables, ramas industriales o financieras, etc.) evolucionan en este marco, y los programas políticos necesariamente expresan esta realidad. Si no se tiene en cuenta esto, el análisis se pierde en las superficialidades de los “grupos de influencia”, de las coimas, de las capacidades de lobby y datos similares. Es un cuento sin profundidad, que desemboca en el seguimiento de las interminables piruetas políticas de los personajes de turno (aunque con la imprescindible prudencia que demandan algunos puestos públicos muy bien pagados).
En conclusión, es necesario avanzar un análisis en términos de clases sociales, de las relaciones de fuerza entre ellas, y de las lógicas de clase -vinculadas a la explotación del trabajo y la acumulación del capital- implicadas en las políticas implementadas frente a la larga crisis iniciada a mediados de los años 1970. El neoliberalismo fue la respuesta del capital a esa crisis; sintetizó el programa de las cámaras empresariales, de la clase dominante como totalidad concreta, frente al trabajo. El partido Justicialista (como el partido Radical, y otras formaciones menores) no escapan a estas generales de la ley. Mal que les pese a algunos doctores del progresismo de las ciencias sociales argentinas.
Textos citados:
Basualdo, E. (2011): Sistema político y modelo de acumulacion. Tres ensayos sobre la Argentina actual, Buenos Aires, Cara o ceca.
Bonnet, A. (2007): La hegemonía menemista. El neoconservadurismo en Argentina, 1989-2001, Buenos Aires, Prometeo.
Kulfas, M. y E. Hecker, (1998): “La inversión extranjera en la Argentina en los años 90, Tendencias y perspectivas”, Centro de Estudios para la producción.
Poulantzas, N. (1979): Estado, poder y socialismo, México, Siglo XXI.
Poulantzas, N. (1985): Poder político y clases sociales en el estado capitalista, México, Siglo XXI.
Fuente: http://www.argenpress.info/2012/09/menemismo-los-k-y-la-tesis-del.html
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Conferencia de prensa en el Congreso Nacional en repudio a las amenazas y agresiones al “Pollo” Sobrero
Salón José Luis Cabezas
Un grupo de legisladores realizará una conferencia de prensa el jueves 20 de setiembre a las 17 hs en el Salón José Luis Cabezas en repudio a las amenazas sufridas por el dirigente ferroviario Rubén "El Pollo" Sobrero.
El pasado jueves 13 Sobrero fue amenazado por la patota de la lista Verde del reo José Pedraza cuando estaba haciendo un acto en Marcos Paz, en defensa del ferrocarril y contra el levantamiento del ramal. Sobrero además sufrió la rotura de su coche. Al otro día, una de sus hijas también sufrió amenazas cuando salía del colegio por gente vestida con ropa de TBA, quienes le dijeron: “Decile a tu viejo que se deje de joder, o la van a empezar a pasar mal ustedes”.
Sobrero señaló: “Estas agresiones ocurren en momentos en que desde el Cuerpo de Delegados del Sarmiento venimos enfrentando el plan de vaciamiento del ferrocarril y el levantamiento de trenes que está llevando adelante el gobierno kirchnerista junto a las patronales. Vamos a seguir denunciando el actual desguace del ferrocarril en perjuicio de 350.000 diarios y de los propios trabajadores ferroviarios. Nosotros no estamos haciendo ninguna medida de fuerza. Si los trenes no andan o se levantan servicios es porque de 24 formaciones que había antes de la masacre de Once quedan solo 14. El servicio es un colapso. Queremos evitar más muertos. Además, las amenazas ocurren después que hemos presentado listas en cinco seccionales para enfrentar con la Bordó a la lista apadrinada por el asesino de Mariano Ferreyra en las próximas elecciones de la Unión Ferroviaria.”
Sobrero finalizó: “Agradezco a todos aquellos que se han solidarizado. Y hago responsable por cualquier consecuencia que me pueda ocurrir a mi persona o a cualquier integrante del Cuerpo de Delegados a la lista Verde de Pedraza, a las patronales y al gobierno nacional. Nos quieren hacer callar, pero no lo van a lograr. En especial, señalando que la única salida de fondo es la reestatización del sistema ferroviario, bajo control de trabajadores y usuarios.”
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Repudio a los ataques al delegado ferroviario Rubén "Pollo" Sobrero
Ante el brutal ataque sufrido por el delegado ferroviario Rubén Pollo sobrero, en el cual fue destruido su coche por parte de una patota en Marcos Paz y las amenazas sufridas por su hija el día 14 de septiembre, interceptada a la salida del colegio y conducida 4 cuadras, expresamos nuestro más enérgico repudio a estas amenazas y atentado. Esta metodología persecutoria no es una excepción, sino la regla para intentar acallar los reclamos y las luchas de los trabajadores que luchan por sus derechos, como lo demuestran las amenazas sufridas por los compañeros de la línea 60, delegados de MONSA, que fueron atacados y amenazados en reiteradas oportunidades.
Hacemos responsables de la seguridad del compañero y su familia al estado nacional, provincial y de la ciudad de Buenos Aires.
Expresamos nuestra solidaridad al compañero Sobrero y decimos:
Basta de persecución y represión a los que luchan!
No a la criminalización de la protesta!
AEDD-Asociación de ex Detenidos Desaparecidos
APEL - Asociación de Profesionales en Lucha
CADHU – Centro de Abogados por los Derechos Humanos
CEPRODH – Centro de Profesionales por los Derechos Humanos
Liberpueblo
martes, 18 de septiembre de 2012
Vecin@s
(Foro Hídrico de Lomas de Zamora)
En el marco del plan de lucha, que en julio inicio el Foro Hídrico el sábado 15/09, se llevo a cabo en Fiorito la 6ta. Asamblea Popular.
Se contó con la presencia de muchos vecinos locales (Fiorito sur y norte),
importante cantidad de representantes de otros barrios ( Budge I, II, III, V. Lamadrid sur y norte, V. Amelia, V. Albertina, V. Centenario, V. Independencia, Banfield O., J.M. de Rosas y Temperley O. y varias Organizaciones Sociales. Es importante destacar que la campaña de concientización e información esta dando buenos resultados, porque se siguen sumando más vecinos y nuevas organizaciones a las Asambleas.
Luego de la prestación de todos los vecinos y de síntesis de lo realizado y acordado hasta ese momento, se inicio un debate sobre las problemáticas sobresalientes y las prioridades entre las mismas. La mayor preocupación estuvo en la carencia de caudal y / o presión de agua de red.
Se anunció la prestación de un informe a la Defensoría del Pueblo de la Nación y una recorrida, por la zona, con integrantes de la entidad.
También se aprobó un borrador de un Proyecto de Pedido de Informes, que van a presentar, representantes de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.
Se reafirmó para el martes 25/09 a las 11hs., la concentración en Aysa Regional (H. Yrigoyen y Ramón Falcón) para reclamar cambios en la ejecución de las obras. También la marcha por Hipólito Yrigoyen hasta el Municipio para reclamar por la desaceleración de las obras.
El sábado 22/09 se hará la 7ma. Asamblea en Aragoire y Cafallate (V. Albertina) para definir la modalidad de la marcha.
FIRMAN: Foro Hídrico Lomas – Organizaciones Sociales – Asambleas vecinales.
Adesiones: forohidricolomas@gmail.com