(Rebelion)
Jonathan Cook
Counterpunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Avigdor Lieberman, el ultraderechista ministro de Exteriores de Israel, presentó la semana pasada lo que llamó un “programa para una resolución del conflicto” con los palestinos que prevé que la mayor parte de la minoría palestina del país sea despojada de la ciudadanía y reubicada fuera de las futuras fronteras de Israel.
Con la advertencia de que Israel enfrenta una creciente presión diplomática para una retirada total a la Línea Verde, la frontera previa a 1967, Lieberman dijo que, si se hiciera dicha partición, “el conflicto pasará inevitablemente más allá de esas fronteras y al interior de Israel”.
Acusó a muchos de los 1,3 millones de ciudadanos palestinos de Israel de actuar en su contra mientras sus dirigentes “ayudan activamente a los que quieren destruir el Estado judío”.
El partido Yisrael Beiteinu del señor Lieberman hizo campaña en las elecciones del año pasado con una plataforma de “Sin lealtad, no hay ciudadanía” y propuso un montón de leyes de lealtad durante el último año, que apuntan a la minoría palestina.
La verdadera paz, afirmó el ministro de Exteriores, tendría lugar sólo con intercambios de tierras, o “un canje de territorios poblados para crear dos Estados en gran parte homogéneos, uno judío israelí y el otro árabe palestino”. Agregó que según su plan “los árabes que estuvieran en Israel recibirían la ciudadanía palestina”.
En un acto poco usual, el señor Lieberman, quien también es viceprimer ministro, presentó su plan en un comentario para el periódico en lengua inglesa Jerusalem Post, aparentemente en un intento de crear el máximo impacto en la comunidad internacional.
En el pasado ha hablado repetidamente de la fijación de las fronteras de manera que intercambie por la fuerza comunidades palestinas en Israel por asentamientos judíos en Cisjordania.
Pero por orden de Benjamin Netanyahu, el primer ministro, Lieberman ha mantenido un perfil relativamente bajo en los temas más amplios del conflicto desde su controvertido nombramiento para dirigir el ministerio de Exteriores hace más de un año.
A principios de 2009, el señor Lieberman, que vive en el asentamiento Nokdim de Cisjordania, molestó a sus propios partidarios al propugnar la creación de “un Estado palestino viable”, aunque no ha especificado claramente lo que requeriría en la práctica.
La resurrección por el señor Lieberman de su plan de “transferencia de población” —una idea que dio a conocer hace seis años— ocurre mientras la dirigencia israelí ha comprendido que está “aislada como nunca antes”, según Michael Warschawski, analista israelí.
El gobierno de Netanyahu prácticamente ha dejado de apoyar de la boca para afuera las “conversaciones de proximidad” con los palestinos patrocinadas por EE.UU. después de indignar a la opinión pública global con ataques contra Gaza hace 18 meses y contra una flotilla de ayuda a Gaza hace cuatro semanas en los que el ejército mató a nueve activistas por la paz.
Es probable que las relaciones de Israel con la comunidad internacional se deterioren aún más a finales del verano, cuando expire una congelación parcial de 10 meses de la expansión de asentamientos en Cisjordania. La semana pasada, el señor Netanyahu se negó a responder preguntas sobre la congelación, después de una votación del comité central de su partido Likud para apoyar nuevas construcciones de asentamientos a partir de fines de septiembre.
Otros dolores de cabeza diplomáticos para Israel son el retorno del Informe Goldstone, que sugirió que Israel cometió crímenes de guerra en su ataque contra Gaza, a la Asamblea General de las Naciones Unidas a fines de julio, y la asunción por Turquía en septiembre de la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad.
El señor Warschawski, uno de los fundadores del Centro de Información Alternativa, un grupo conjunto de defensa de israelíes y palestinos dijo que, ante estas crisis, la elite política Israel se ha dividido en dos campos.
La mayoría, incluido el señor Lieberman, cree que Israel debería “seguir adelante” con sus políticas unilaterales hacia los palestinos y negarse a participar en un proceso de paz, no importa cuáles sean las probables repercusiones internacionales.
“La elite gobernante de Israel sabe que la única solución del conflicto aceptable para la comunidad internacional es un fin de la ocupación siguiendo las líneas de los parámetros de Clinton” dijo, refiriéndose a la solución de dos Estados impulsada por el ex presidente Bill Clinton a fines del año 2000.
“Ninguno de ellos, ni siquiera Ehud Barak [ministro de defensa y jefe del centrista Partido Laborista], está dispuesto a aceptarlo como base para negociaciones”.
Por otra parte, Tzipi Livni, jefa del partido Kadima de oposición de centroderecha, dijo el señor Warschawski, quería amortiguar la reacción internacional emprendiendo negociaciones directas con la dirigencia palestina de Cisjordania encabezada por Mahmud Abbas.
El comentario de Lieberman se produjo un día después que dijera a la señora Livni que podía unirse al gobierno sólo si aceptaba “el principio de canjear territorio y población como solución para el problema palestino y renunciara al principio de tierra por paz”.
Según las informaciones, Lieberman se preocupa porque Netanyahu podría tratar de introducir a la señora Livni en un gobierno de unidad nacional para aplacar a EE.UU. y apuntalar la legitimidad de su coalición.
El Partido Laborista ha amenazado con abandonar el gobierno si Kadima no se suma a fines de septiembre, y se dice que la señora Livni quiere el ministerio de exteriores.
La posición de Lieberman también es amenazada por una serie de investigaciones por corrupción.
Sin embargo, también parece ansioso de arrebatar la iniciativa de Washington y de la señora Livni con su propio “plan de paz”. Un asistente anónimo del señor Lieberman dijo a Jerusalem Post que, ante un vacío en el proceso diplomático, el ministro de exteriores “piensa que puede convencer al gobierno para que adopte el plan”.
Sin embargo, el señor Warschawski dijo que hay pocas indicaciones de que Netanyahu quiera involucrarse en algún proceso de paz, incluso el de Lieberman.
La semana pasada, Uzi Arad, el tenebroso asesor de seguridad nacional del gobierno y antiguo confidente del señor Netanyahu, hizo una rara declaración pública en una reunión de la Agencia Judía en Jerusalén para atacar a la señora Livni por “aventurerismo político” y por creer en la “magia” de una solución de dos Estados.
Reflejando aparentemente el propio pensamiento de Netanyahu, dijo: “Mientras más se mercadea la legitimidad palestina, más se produce una detracción de la legitimidad de Israel en ciertos círculos. [Los palestinos] están acumulando legitimidad, y nos están deslegitimando”.
El señor Warschawski dudó de que Lieberman crea que su programa para los canjes de población se pueda llevar a efecto, pero que lo está impulsando sobre todo para dañar aún más la posición de los ciudadanos palestinos de Israel y promover sus propias ambiciones políticas.
En su comentario, el señor Lieberman dijo que el plan de paz de la comunidad internacional llevaría a una “solución de un Estado y medio”: “un Estado palestino puro homogéneo” del cual serían expulsados los colonos judíos, y un “Estado binacional para Israel” que incluiría a numerosos ciudadanos palestinos.
Los palestinos, tanto en los territorios como dentro de Israel, dijo, no podrían “seguir incitando contra Israel, glorificando los asesinatos, estigmatizando a Israel en foros internacionales, boicoteando productos israelíes y montando ofensivas legales contra funcionarios israelíes”.
El derecho internacional, agregó, aprobó la partición de territorios en el cual comunidades étnicas fueron despedazadas en diferentes Estados, incluso en el caso de la antigua Yugoslavia. “En la mayoría de los casos no existe una transferencia física de la población o la demolición de casas, pero se creó una frontera donde ninguna existía, según la demografía”, escribió.
Los estudios han mostrado que los ciudadanos palestinos se oponen en una abrumadora mayoría a planes de “transferencia de población” como el del señor Lieberman.
Hay críticos que señalan que Lieberman no ha señalado cómo numerosas comunidades palestinas dentro de Israel que están ubicadas lejos de la Línea Verde podrían ser incorporadas a un Estado palestino sin exclusiones.
Expertos legales también señalan que, incluso si Israel lograra canjear territorio como parte de un acuerdo de paz, despojar a palestinos de su ciudadanía israelí como resultado de este acuerdo constituiría una violación del derecho internacional.
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Jonathan Cook es un escritor y periodista radicado en Nazaret, Israel. Sus últimos libros son “Israel y el choque de civilizaciones: Iraq, Irán y el Plan para rehacer Oriente Próximo” (Pluto Press) y “Palestina desapareciendo: los experimentos de Israel en la desesperación humana” (Zed Books). Su sitio Internet es www.jkcook.net.
Una versión de este artículo apareció originalmente en The National (www.thenational.ae), publicado en Abu Dhabi.
Rockultural...Fuera sionistas-nazis y yanquis de Gaza! Palestina Libre!
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