(Enviado por Manolox)
Fuente: Bits Rojiverdes
Estos días atrás se ha abierto una herida en Latinoamérica. Podría ser una más, una de tantas en este particularmente castigado continente, pero no es así. La oscura, fría y cómplice tierra ha dejado paso a la luz, tan incómoda a veces, para revelar al mundo un secreto a voces que casi todos preferirían mantener oculta hasta el fin de los días. Pero la verdad es muy tozuda y tiende a salir a flote, a subir a la superficie por muchas cadenas que la aten al fondo. A pesar de apenas contar con ayuda y sí con muchos y poderosos lastres poco a poco vamos conociendo los luctuosos detalles de lo acontecido. Como en muchas ocasiones sus máximos responsables pertenecen al género al que Roosevelt denominó como “nuestros hijos de puta”, de ahí la impunidad con que han contado y cuentan para perpetrar tantos crímenes durante tanto tiempo. El apoyo de la censura mediática es fundamental, no la torpe y burda censura que evita la difusión de la noticia, sino la que la relega a una página par en un rincón interior de un periódico o en una única descripción aséptica breve donde simplemente se enumera el hecho y nunca existen culpables. No cabe duda de que si el hecho se hubiera producido en un país inmerso en un proceso emancipatorio, si fuera miembro del frente bolivariano, tendríamos noticia para meses. Ríos de tinta, editoriales, especiales, entrevistas, reportajes… caldearían el ambiente hasta extremos insospechados. La opinión publicada y la subsiguiente opinión pública se escandalizaría hasta pedir la imposición de sanciones, el derrocamiento del régimen, se identificaría al asesino con el molesto presidente de turno para situarlo como criminal contra la humanidad, se justificarían misiones desestabilizadoras con origen en el imperio, se facilitarían condenas del Consejo de Seguridad de la ONU, se hablaría incluso de intervenciones militares humanitarias… todo con tal de hacer caer al gobierno o doblegarlo para que se pliegue a los designios de las potencias o de los mercados aún a costa de su propia población.
Pero esta vez no, PRISA no machacará durante semanas con una ristra de noticias repetidas, no se hará eco de falsos testimonios para magnificar los hechos, no pondrá cara ni nombre a las víctimas. No abrirá sus informativos con el escándalo. Cualquier tupido velo o cortina de humo servirá para ocultar tan desagradable suceso. Los intereses políticos y económicos están por encima del derecho a la información, del castigo a los culpables, de que jamás vuelva a repetirse nada igual. Da lo mismo que se haya encontrado la mayor fosa común de toda Latinoamérica, que no tenga parangón con lo perpetrado en su día por los Videlas o Pinochets de turno. Da igual que en ella se encuentren más de 2000 personas, que se ubique en las inmediaciones de un batallón del ejército colombiano que controlaba el lugar. Desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, falsos positivos (cadáveres disfrazados como guerrilleros para cobrar recompensas), integrarán el conjunto de una fosa cuya existencia siempre ha sido negada por el gobierno y los militares. Pero lo peor de todo es que expertos señalan que es posible que existan centenares de otras fosas por descubrir, quizá no de la magnitud de esta hallada en la región de los Llanos Orientales, hallada por el hedor de las aguas que de ella provenían, pero sin duda relevante para los familiares de los allí enterrados y para los defensores de los derechos humanos en Colombia, que llevan lustros denunciando los crímenes contra la humanidad llevados a cabo por su gobierno con el amparo de Estados Unidos y su Plan Colombia.
Rockultural...Seguremente PRISA está manejando la idea de que lo que se halló se trate de un descubrimiento arqueológico de las ruinas de alguna civilización perdida. Ya no saben que hacer para ocultar la verdad que el pueblo manifiesta, no saben como enmascarar las imagenes que sus espejos les reflejan, no saben como acallar las voces de un pueblo que se alza contra la injusticia, la opresión y el genocidio.
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