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Afganistán está bajo la ocupación de unos 100 mil soldados dirigidos por el Pentágono y otros 50 mil de la ISAF. (Foto: Archivo)
Estadísticas de la ONU muestran que este año más de dos mil 200 civiles murieron en su mayoría por los ataques aéreos de Estados Unidos y la OTAN, un 30 por ciento más que en 2009. Aunque la meta de la resistencia e insurgencia islámica es expulsar a todos los ocupantes foráneos y a la administración de Kabul, instalada, respaldada y financiada por Estados Unidos desde el 2002, el tiempo dirá la última palabra.
Por: Manuel Navarro Escobedo
Luego de nueve años de su invasión y ocupación, Estados Unidos y la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) permanecen empantanados y sin esperanzas algunas en eliminar a los insurgentes islámicos, supuestos objetivos de su agresión a Afganistán.
Sin embargo, a juzgar por las operaciones desarrolladas a partir del 7 de octubre del 2001 del Pentágono, dentro de su campaña global contra el denominado terrorismo, el martirizado país centroasiático estaría ahora pacificado y ''gobernado por una poderosa administración étnica anti-talibán''.
De ahí que, la admisión de Washington de que se encuentra en la primera fase de una guerra (ocupación) potencialmente prolongada en Afganistán muestra el auge de la resistencia y su habilidad de adaptación en ese territorio islámico.
Esto figura en el informe elaborado por la secretaría norteamericana de Estado acerca de su denominado terrorismo en el mundo el cual reconoce que ''es probable que enfrentemos un enemigo resistente durante años'', en esa martirizada nación islámica fronteriza con Paquistán.
De ahí que, ante esa ''preocupación'' surge la premura de sus aliados de la OTAN en incrementar en decenas de miles de soldados sus unidades ocupantes en Afganistán, aunque con algunas resistencias.
La violencia se intensificó en todo el territorio afganos en los últimos años y está en su peor momento desde que Estados Unidos, secundado por Gran Bretaña y las fuerzas opositoras afganas, derrocaron a los Talibán en 2001.
Es cierto, en gran medida, que los musulmanes armados afganos y los segmentos que conforman la insurgencia comenzaron a aplicar en los últimos tiempos contra las tropas ocupantes una táctica similar a la iraquí: los ataques suicidas, que causan grandes bajas.
Esos ataque fatales con coches bombas en las turbulentas provincias sureñas de Kandahar, Helmand, Uruzgan, Zabul, Kunar, Khost e incluso Kabul son sucesos novedosos, que antes nunca se emplearon en las anteriores tres décadas de lucha fraticida entre afganos.
Las cifras son elocuentes: entre enero y septiembre del 2010 casi 560 efectivos agrupados en la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), comandada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de Estados Unidos perdieron la vida. Ha sido el año más mortífero para ambas agrupaciones bélicas.
La ISAF, compuesta por militares de 40 países, se creó en diciembre del 2001 por la ONU para secundar a las tropas del Pentágono en la ocupación y pacificación de Afganistán.
Hasta el 5 de octubre, Estados Unidos perdió mil 220 militares en nueve años de guerra.
En su desesperación e incapacidad por frenar el sostenido y creciente auge de la resistencia nacional, Estados Unidos y sus aliados acuden a las fracasadas operaciones militares para tratar de aniquilarla.
Esas ofensivas con decenas de miles de soldados, en especial marines de infantería, aún no rinden los frutos apetecidos por Washington, que se encuentra estancado y en bancarrota financiera.
Afganistán está bajo la ocupación de unos 100 mil soldados dirigidos por el Pentágono y otros 50 mil de la ISAF.
Sin embargo, lo que no se divulga es que durante esas ofensivas como siempre acontecen ''errores'' y ''tiros desviados'' sobre las aldeas y localidades enclavadas en esa cirugía militar, que figuran en los partes de guerra como santuarios de la insurgencia, las bajas las ponen los civiles, o sea sufren los llamados ''daños colaterales''.
Estadísticas de la ONU muestran que este año más de dos mil 200 civiles murieron en su mayoría por los ataques aéreos de Estados Unidos y la OTAN, un 30 por ciento más que en 2009.
Aunque la meta de la resistencia e insurgencia islámica es expulsar a todos los ocupantes foráneos y a la administración de Kabul, instalada, respaldada y financiada por Estados Unidos desde el 2002, el tiempo dirá la última palabra.
(*) El autor es Jefe de la Redacción Asia y ex corresponsal en China, Corea, Japón, la India y Vietnam.
Rockultural...9 años de prepotencia, imbecilidad y barbarie.
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