jueves, 3 de marzo de 2011

Barcos de guerra de EE.UU. navegan rumbo a Libia

(Prensa Latina)
Escrito por Luis Beaton   

Imagen activaWashington, (PL) Dos barcos de guerra de Estados Unidos navegan hoy por aguas del Mar Mediterráneo rumbo a Libia, pese al rechazo expresado por la Liga Árabe a una intervención extranjera.
Las naves de asalto, el USS Ponce y el USS Kearsarge, con su dotación fortalecida por 400 marines más, cruzaron el canal de Suez desde el mar Rojo, donde se encuentra el USS Enterprise, un portaviones de propulsión nuclear que pudiera seguir esa ruta, aclaró una fuente del Pentágono.

Desde el inicio de la crisis en Libia, la Casa Blanca no descarta ninguna opción para derrocar al presidente Muamar El-Gadafi, aunque una intervención militar es frenada por los costos que aún enfrenta de las agresiones contra Iraq y Afganistán.

Por otra parte, los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aunque alistan un plan no alcanzan un consenso interno para intervenir en la nación árabe del norte de África.

Francia y Turquía, por ejemplo, no son partidarias de una intervención directa del bloque.

El secretario general, Anders Fogh Rasmussen, mantiene consultas con las naciones miembros del grupo con el objetivo de preparar una intervención si es ordenada por Naciones Unidas.

Mientras tanto, El-Gadafi insistió hoy que su país estaría dispuesto a abrir sus puertas a una investigación internacional, tanto de la ONU como de la Organización de la Conferencia Islámica o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre lo que en realidad sucede allí.

Acusó a medios noticiosos y a gobiernos extranjeros de mentir deliberadamente sobre la realidad, y negó que exista una revuelta popular pacífica en su contra, tras lo cual volvió a culpar de la inestabilidad a "los terroristas de Al-Qaeda".

"Los medios magnifican y desvirtúan la realidad, no hay manifestaciones pacíficas, es una conspiración para controlar el petróleo, el territorio libio, pulgada por pulgada", denunció al apuntar que en el propio discurso de Occidente hay contradicción.

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