Andrés Figueroa
Cornejo
Alrededor de un millar de
personas marcharon en Buenos Aires desde la Plaza del Congreso hasta Avenida de
Mayo y 9 de julio para expresar su rotunda disconformidad ante los efectos del
capitalismo crepuscular y como manera de adherir a la manifestación de
“indignados” que tuvo su momento mejor en la ciudad de Madrid el 15 de
octubre.
Al igual que en cerca de
70 países del mundo, la marcha argentina descargó sus cánticos y consignas
contra la clase política hegemónica, el capital financiero, la
sobreexplotación y la destrucción ambiental. De hecho, varias sucursales
bancarias del centro de la Capital Federal fueros coloridamente pintadas con
mensajes alusivos a la usura, la especulación y el enriquecimiento inhumano y
antisocial.
León, que se desempeña en
la Universidad de Mar del Plata, señaló que “hay una crisis del capitalismo que
puede ser mortal en la medida en que podamos ofrecer una respuesta desde la
clase trabajadora. Este puede ser un nuevo inicio auspicioso para los
asalariados si nos organizamos y luchamos concientemente”. Y Tamara junto a León
dijo que en Argentina “el grave problema es que no se valora al
trabajador”.
La profesora Estela
asistió a la convocatoria para “apoyar a los indignados del mundo. Debemos
llegar a ser una gran familia global. La dignidad humana debe estar sobre los
intereses económicos”, y agregó que “el 2001 la pasamos muy mal. Conocemos la
angustia del desempleo, el dolor de no tener alimento para los hijos”. Como
docente, Estela acudió al movimiento estudiantil de Chile para significarlo como
“un ejemplo maravilloso. Los jóvenes luchan también contra un Presidente que muy
suelto de cuerpo explica que ‘para estudiar alguien tiene que pagar’, y ayer
nada más el ministro de Educación de acá, Alberto Sileoni, aclaró que,
efectivamente, alguien tiene que pagar: el Estado”.
Respecto de la enseñanza,
la educadora Fernanda argumentó que “no basta que se tenga cobertura total y sea
gratuita. Tiene que contemplar contenidos curriculares acordes a una sociedad
distinta que la actual”.
“El
sistema monetario no es malo ni bueno: está obsoleto simplemente”
En la marcha se
encontraba un contingente de jóvenes chilenos que estudia en universidades
argentinas gratuitamente y que se ha organizado para apoyar el movimiento de los
secundarios y universitarios del país andino. El estudiante de primer año de
Sociología, Aucalef, que viene del Liceo 80 de la comuna
santiaguina de Independencia, declaró que “somos también ‘indignados’ debido a
todos los atropellos sufridos por el pueblo de Chile. Estamos coordinados con
nuestros compatriotas en la misma lucha. Hemos realizado 5 marchas y funcionamos
a través de asambleas horizontales y abiertas. Queremos construir desde las
bases”, y añadió que “los argentinos nos han dicho que los estudiantes chilenos
están marcando el ejemplo en materia de movilización, considerando que allá la
policía es completamente militarizada. Y nosotros admiramos la solidaridad del
pueblo argentino que nos ha acompañado durante todo este proceso”.
Por su lado, el joven
minero Cristian Sarago explicó que “es preciso proponer una alternativa al
sistema capitalista. Ya no es necesario. Por mi parte, yo estoy por una economía
basada en recursos reales y no en laberintos financieros y monetarios. El
capital financiero es pura ficción, mientras el precio de los alimentos se juega
en la bolsa. El sistema monetario no es malo ni bueno: está obsoleto
simplemente. En Argentina se produce comida para 400 millones de personas, pero
no se puede nutrir a todas las 37 millones que somos”.
Pero no solamente
muchachas y muchachos participaron del 15-O. Ismael, un cuentapropista que
proviene de la generación de los 70’, manifestó que “en la actualidad el
concepto de generaciones se está fusionando en la identidad asociada al rechazo
ante la calamidad capitalista. Hoy no somos una certeza ni una negación, somos
más bien una duda. Y yo no quiero sentarme en una de las butacas que ofrece el
sistema. La duda entonces, es plantearse otro mundo posible, una alternativa.
Porque no es permisible que antes de que termine el año en Somalia, 12 millones
y medio de seres humanos habrán muerto de hambre ante la indiferencia social”.
Miguel es representante
de los pueblos originarios aymara y quechua. Marchó “porque el capitalismo está
destruyendo el planeta, nuestra Madre Tierra. Y de no hacer nada para cambiar
las cosas, nos convertiremos en cómplices del desastre para las generaciones
venideras. En este mundo, los pueblos originarios y afrodescendientes no tienen
derecho a nada. Y en Argentina, en efecto, hay democracia. Pero de primera y de
segunda. Democracia para los que tienen dinero y a quienes se les reconocen los
derechos políticos y humanos. Y para nosotros, nada. En la provincia de Formosa,
al norte, recientemente han matado a dos hermanos dirigentes cuyos responsables
tienen que ver con el gobierno provincial coludidos con las autoridades
policiales, judiciales y políticas de la zona”, y continuó sumando que “no nos
gusta que digan que nuestra gente es violenta cuando reclamamos derechos. No nos
gusta que nos tomen por escenografía folclórica. No somos figuritas de manual.
Aquí existe una solución política. Así como Néstor Kirchner enfrentó al Fondo
Monetario Internacional y al Banco Mundial con nosotros, el gobierno que viene
debe reconocer ahora nuestro territorio, nuestra cultura. Basta de Estados
paternalismos”.
La
pesadilla de Jujuy
La caminata
anticapitalista se detuvo en 9 de julio y Avenida de Mayo. Allí acampa desde el
25 de septiembre un buen grupo de representantes de más 50 mil familias sin
tierra de Jujuy, provincia ubicada en el norte grande de Argentina que linda con
Chile y Bolivia. El campamento de pobres bajo la escultura del Quijote sirvió de
fondo a la marcha.
Una de las voceras de
Jujuy relató que desde hace medio siglo que no se construye una sola vivienda
para los pobladores de Jujuy, tierra de industria azucarera y minerales de valor
magnífico. Como medida de fuerza, los desheredados de Jujuy ocuparon suelos del
ingenio de Ledesma para demandar casas pagables al gobierno de la Provincia.
Como respuesta y escarnio, el 29 de julio pasado recibieron plomo. Cuatro vidas
se perdieron.
“Por eso Jujuy se
levantó”, contó la delegada Patricia, “y comenzó a tomar tierras, tierras
nuestras que se les entrega a otros como forma de pago por clientelismo
político. El gobierno provincial nos amenaza constantemente. Los que llegamos a
Buenos Aires a exigir una respuesta a nuestras reivindicaciones debimos salir
como delincuentes de Jujuy porque no se nos permitía abandonar la zona. Ya
llevamos 20 días aquí y aún no tenemos contestación del gobierno nacional. Sólo
promesas de recibirnos. Otros nos han dicho que en cuanto terminen las
elecciones presidenciales (23 de octubre) nos desalojarán definitivamente. Por
favor, acompáñennos”.
Es cierto lo que reza un
letrero de los manifestantes: pensar es global y actuar es local.
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