(MIR de Chile)
La muerte no logró evitar que la imagen de su cuerpo, se instalara viva, quemante y señera en la conciencia del mundo. La torpeza del enemigo, al exhibir su cadáver en la lavandería del hospital de Valle Grande, hace que para siempre el “Che”, viva en la memoria y en las luchas de los pueblos.
Han pasado 44 años desde su asesinato en aquella escuelita de la Higuera, y en estos 44 años muchos combates y muchas derrotas han sacudido la historia de los pobres del mundo. En más de cuatro décadas la revolución ha pasado muchas veces del estruendo audaz y masivo, al silencio doloroso y furtivo. Esta revolución que el Che amó, supo de abrazos efusivos y también de traiciones vergonzosas.
A la sombra de estas banderas del recuerdo, es bueno señalar que Ernesto Guevara de la Serna, se ancló firmemente a la historia de la humanidad, por a lo menos tres razones de peso: fue rebelde, fue militante y fue conductor de realidades. Su perfil humano no lo hacía excepcional, tampoco lo aventajaba respecto de sus amigos y camaradas. Él, como otros jóvenes, combatió en si mismo, todo el lastre burgués que se deposita por años en nuestra conciencia y que nos hace actuar funcionales al sistema. Cuando en México, se une al grupo de cubanos que desembarcarían del “Granma”, comenzaría un viaje sin retorno por los caminos de la revolución socialista. Su pensamiento y la práctica empeñada para concretarlo, lo hacen primero un militante comprometido y luego responsable histórica y moralmente, de esta subversión que sabe mover la historia.
El Che descubre en profundidad que, no se puede ser vanguardia sin poseer sentido de responsabilidad con este puesto, en un proceso en el que los pueblos se juegan su sangre. No se puede ser vanguardia, sino se tiene internamente una reserva moral, que se constituya en el seguro de resguardo de los aciertos y errores que la lucha implica. No se puede ser vanguardia, sino no se estima que el papel del dirigente supone claridad en la meta y una gran lucidez para la instalación de propósitos que hagan creíble el proyecto revolucionario a las masas, lo cual da por entendido que, desatar, desarrollar y alcanzar el triunfo de la revolución, no es solo y simplemente una obra intelectual, sino el gran momento en el que la dialéctica se desdobla a lo real y a lo concreto. En estos términos, la rebeldía se convierte entonces, en una actitud audaz, segura, integral y acompañada de la irreverencia que da cuenta legítima, del divorcio radical y profundo que se ha operado con los principios y los valores de la burguesía como clase dominante. El “Che” muestra sin eufemismos y ambigüedades el carácter antagónico que se tiene con el capitalismo y que hace de los revolucionarios sus enemigos más acérrimos.
LA HISTORICIDAD DEL HOMBRE NUEVO
La visión del “Che” no es una concepción de lo real, unilateral e idílica. En su visión científica asoman con cuidadosa elaboración sistemas y métodos que se encarnan en marcos históricos concretos, como la lucha antiimperialista y anticapitalista de los pueblos y el alza de las luchas proletarias en el mundo. El Comandante Guevara, confirma el leninismo y desafía al gran capital, con la concepción del Partido vanguardia de la revolución. Por la misma razón, el “Che” nunca representó teórica ni prácticamente el democratismo (liberalismo pequeño-burgués), obviamente contrario a la democracia interna en la organización revolucionaria. Sus escritos y sus cartas, son el más claro testimonio de su opción por una orgánica jerárquica, disciplinada, y además ejerciendo su papel conductor y organizador de la clase. Fue y aceptó su condición de comandante, porque era un rol necesario dentro de una estrategia de poder, que enrielara la lucha por cauces efectivos y triunfantes. El “Che” jamás se instaló en la disyuntiva verticalismo u horizontalismo, y en cuanto a esto, su legado valórico, proyectó la mística del sentido del deber, del espíritu de sacrificio, del apostolado revolucionario, la idea de la centralidad del mando en la acción y en el combate, aspectos todos, que se sintetizan en lo que siempre llamamos la moral revolucionaria y la estructura ética del hombre nuevo. Socialismo, partido y lucha armada, en la vida del “Che”, se constituyeron en la tríada indivisible y en el fundamento del nuevo momento y dinamismo de la revolución proletaria mundial. “Crear un, dos, tres Vietnam...” (1) era el llamado para repetir y multiplicar por todo el mundo capitalista subdesarrollado, la experiencia heroica de la lucha de liberación nacional y antiimperialista del pueblo de Vietnam.
UNA SOCIEDAD Y UNA ECONOMIA DE NATURALEZA SUPERIOR
“El desarrollo de una necesidad tiene sentido si sirve para transformar al hombre, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo. El transito hacia el reino de la libertad es un viaje del yo al nosotros. Y este viaje no puede realizarlo el Socialismo con “las armas melladas que nos legara el capitalismo.” (2) En esta cita, el “Che” resume los desafíos revolucionarios de edificación del Socialismo, como una sociedad en la que todo proceso económico y social vaya expresando de manera contundente, la decantación ideológica y moral de las masas, de todos aquellos resabios y lastres heredados del capitalismo.
Lo que el “Che” define desde el punto de vista práctico, es que la economía no puede desarrollarse separada de los objetivos políticos que perfilan la nueva sociedad. Para construir el socialismo, necesariamente debe estar dada una relación dialéctica que conduzca con eficacia hacia esos objetivos. “Aquí entramos de lleno en el campo de las contradicciones más sutiles y que mejor deben ser explicadas. El tema de estímulo material versus estímulo moral ha dado origen a muchas discusiones entre los interesados en estos asuntos. Precisa aclarar bien una cosa: negamos la necesidad objetiva del estímulo material, si somos renuentes a su uso como palanca impulsora fundamental. Consideramos que, en economía, este tipo de palanca adquiere rápidamente categoría per-se y luego impone su propia fuerza en las relaciones entre los hombres. No hay que olvidarse que viene del capitalismo y está destinada a morir en el socialismo.” (3)
La experiencia triunfante de los revolucionarios en Cuba, posibilitó que líderes como el “Che”, definan el carácter de la revolución y del Socialismo desde un ámbito material objetivo y que es el haber establecido la dictadura de clase del proletariado. El proceso de participación política que se inaugura con la revolución, da precisamente para reflexionar y derivar deducciones que, teóricamente alojen las definiciones en el terreno de los principios y de los valores, que se convierten desde los inicios del proceso revolucionario, en el cimiento sobre el cual se construye el socialismo y la creación del hombre nuevo como agente constructor. De estas condiciones materiales y objetivas el “Che” expresa su convicción: “Sí, el estímulo material se opone al desarrollo de la conciencia, pero es una gran palanca para obtener logros en la producción, ¿debe entenderse que la atención preferente al desarrollo de la conciencia retarda la producción? En términos comparativos, en una época dada, es posible, aunque nadie ha hecho los cálculos pertinentes; nosotros afirmamos que en tiempo relativamente corto el desarrollo de la conciencia hace más por el desarrollo de la producción que el estímulo material y lo hacemos basados en la proyección general del desarrollo de la sociedad para entrar al comunismo, lo que presupone que el trabajo deje de ser una penosa necesidad para convertirse en un agradable imperativo.” (4)
El comandante Guevara no sirvió cualquiera causa, nunca se situó por sobre los hechos y tomó siempre un claro partido por las clases oprimidas y explotadas. Su horizonte fue el Socialismo, apegado a la comprensión de que sus etapas de construcción permanentemente requieren de hombres y mujeres probados en su decisión y compromiso de dar un giro radical a la historia de la humanidad. Estos hombres y mujeres son los cuadros revolucionario, militantes de la vanguardia revolucionaria.
A 44 años de su muerte y con su legado en nuestra mente, debemos sin renuncias, sin vacilaciones, dedicar con ese mismo espíritu de sacrificio que nos enseño, todo nuestro esfuerzo a organizar a los trabajadores y el pueblo, a rearmar su conciencia, para devolverles el protagonismo que los convierta en clase revolucionaria. Nuestro deber es interpretar sus necesidades y ponernos a la cabeza del descontento que ahora comienza a expresarse por todo Chile.
Con el espíritu del “Che”. A jugarnos por la:
UNIDAD DE LOS REVOLUCIONARIOS
LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA
LA UNIDAD DE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO.
MOVIMIENTO DE IZQUIRDA REVOLUCIONARIA
(MIR de CHILE)
Secretariado Nacional
Citas bibliográficas:
(1). Mensaje a la Tri-Continental
(2). Sistema Presupuestario de Financiamiento
(3). Sistema Presupuestario de Financiamiento
(4). El Socialismo y el Hombre en Cuba
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