(Tribuna de Periodistas)
UN ESCÁNDALO QUE CONFIRMA LO ANTICIPADO POR TRIBUNA
La historia de los convulsionados años 70 es realmente inexpugnable. Amores, traiciones, acuerdos y desacuerdos son parte del condimento que sazona el culebrón de esos años de plomo. Por tal motivo, su relato y análisis no deben ser tomados a la ligera.
Como ha sido de público conocimiento, hace casi tres décadas, el entonces comandante en jefe de la Armada, el dictador Emilio Massera, montó una operación de "reconversión" de un grupo de detenidos y torturados que pasaron por la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Oportunamente, diario El Mundo relató los detalles de este ambicioso plan, el cual afectó fundamentalmente a militantes del movimiento montonero y que consistía en "sacar del país a los que habían colaborado con el régimen militar traicionando a sus compañeros".
Según cuenta el prestigioso periódico, "los hombres de Massera no dudaron en perdonarles la vida, facilitarles una nueva identidad y colocarlos en países europeos. A cambio de salvar sus vidas los montoneros que se acogieron a la propuesta de Massera se comprometieron a seguir colaborando con el régimen militar y, especialmente, con la Armada argentina”.
Lo que pocos saben es que, uno de los que fueron tentados para hacer ese trabajo, ha sido el hoy “periodista” Juan José Salinas.
Tribuna de periodistas lo empezó a contar en abril de 2007, enfrentando el enojo de Salinas y su posterior y recurrente desmentida. “Yo nunca fui buchón”, aseguró el periodista una y otra vez, intentando echar por tierra las afirmaciones de sus propios ex compañeros, quienes dieron oportuno testimonio a este cronista.
Ahora, una nueva prueba pone blanco sobre negro la realidad de la cuestión: en el listado de “buchones” del Batallón 601 publicado por revista Veintitrés hace unos días, se ve claramente el nombre Juan José Salinas como “personal civil de inteligencia” —PCI en la jerga castrense—, en la categoría “apoyo y proc.”.
Para determinar si el mencionado era el mismo Salinas o un homónimo, se consultó con dos fuentes del Ejército, las cuales admitieron que se trataba de la misma persona que hoy aparece como "periodista".
Un hombre todoterreno
Empleado del oscuro José Luis Manzano —megadenunciado por sus actos de corrupción durante el gobierno de Menem— y lamebotas de Daniel Vila —manejador del dinero del oscuro anticastrista Jorge Más Canosa—, Salinas ha sabido acomodarse como “periodista” cuando en realidad siempre ha sido un mercenario y, según sus propios compañeros montoneros de los ’70, un “buchón”. Esto es, una persona que señala a los suyos para poder salvar su pellejo y —paso cañazo— acomodarse laboralmente.
Posteriormente, luego de que algunos de sus colegas le dieran la espalda por su condición de buchón en los 70 —especialmente los periodistas de Página/12—, consiguió un contrato con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la gestión Ibarra.
Más allá de esa relación laboral, Salinas nunca dejó de lado su condición de "delator". Por caso, hace unos años, se lo vio cantando la marcha peronista y sacando fotos a los militantes que había en la calle en el homenaje que Dante Gullo organizó para su madre desaparecida. "Salinas se hacía el que mezclaba emoción y cantitos de los 70 mientras le daba sin parar a la digital", aseguró una fuente consultada para el presente artículo.
Actualmente, en una línea de coherencia asombrosa, Salinas trabaja inorgánicamente para el... ¡ministerio de Defensa! —vaya paradoja montonera—, haciendo diversas "operaciones" a pedido de Nilda Garré. Una de sus tareas más importantes ha consistido en operar contra la Armada Argentina, en un trabajo de desgaste de película en el que no faltaron periodistas pagos y desinformaciones varias.
Concluyendo
Juan Salinas es hoy uno de los soldados más fieles del kirchnerismo, a punto de defender las cuestiones más insostenibles que manchan al oficialismo. A pesar de que le gusta reivindicar su pasado "combativo" —insiste en recalcar exageradamente frases del tipo "a ese le metimos bomba" y otras similares—, sus ex compañeros de "aventuras" lo describen como un "cagón" y juran que su papel en los 70 fue siempre minoritario.
Esos mismos compañeros son los que no le perdonan la traición de haber señalado a otros para poder salvar su pellejo y escapar al viejo continente.
Más claro, echarle agua.
Christian Sanz
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