(Argentina Indymedia)
Por Liliana Giambelluca
El general César Milani fue propuesto por el Poder Ejecutivo para que ocupe el cargo de jefe del Ejército. Organizaciones y referentes de derechos humanos piden la revisión del nombramiento por su actuación durante la última dictadura cívico-militar. Alvaro Illanes, quien fue compañero en la conscripción del desaparecido Alberto Agapito Ledo, lo denunció el jueves último durante un acto realizado en la Plaza 25 de Mayo, de La Rioja.
En un acto realizado este jueves en la Plaza 25 de Mayo, de La Rioja, para pedir por el esclarecimiento de la desaparición de Alberto Agapito Ledo, Alvaro Illanes pronunció el siguiente discurso.
“Gracias por acompañar a la madre del flaco. Gracias por la presencia de todos ustedes. Es difícil. No es fácil para mí. Cada vez que recuerdo a los compañeros que no están, me duele en el alma, pero voy a seguir adelante. Si esto me hubiera ocurrido a mí, mi familia hubiera andado como lo hizo la madre del flaco, golpeando todas las puertas sin encontrar respuestas. Qué dolor tan inmenso el de esa familia.
¿Por qué? Por haber sido libres, por haber pensado en un mundo mejor y en otra sociedad. Éramos hombres pensantes y libres. No fue casualidad que nos persiguieron. Pertenecimos a la generación del ’70 que pensaba distinto. Con muchísimos errores porque éramos jóvenes, pero con algunos aciertos, y eso no da derecho a nadie a matar y hacer desaparecer a los compañeros.
Cuando me entero de este señor, que no merece ser jefe del Ejército, yo lo tenía en la memoria porque hice la colimba en 1976 durante 15 días, del 4 al 19, y el 24 de marzo me detuvieron, me dieron un “recreo” del 19 de febrero al 24 de marzo.
Esos días que compartí con el flaco, durante el día nos daban las instrucciones dos subtenientes: Molina y Milani. Molina era “el malo” para nosotros los colimbas, el que nos “bailaba” todo el día. Milani era “el bueno”, el que organizaba las charlas a la tarde, entre la merienda y la cena, y normalmente sus charlas eran para que hablemos de política. Con el flaco nos dimos cuenta.
En ese momento yo era presidente de la Juventud Peronista de Chilecito. El flaco era militante de un partido progresista, de izquierda. Era un excelente amigo, con convicciones fuertes y con esperanzas. Con el flaco nos dimos cuenta y no participábamos de esas charlas, no contestábamos nada. Dos o tres veces me preguntó a mí cómo me decían, y yo siempre le repetía: “A mí me dicen Yopo”.
Con el flaco nos sentábamos a la par en esas charlas a tomar mate porque era la parte recreativa. Conversando quedamos de acuerdo en separarnos, uno en un extremo y otro, en el otro para ver qué hacía. Y se dirigía donde estaba yo y donde estaba el flaco, y recababa la información de todos los colimbitas de ese momento.
Recuerdo que había un compañero, un amigo de acá de La Rioja, no voy a dar el nombre por ahora, era un chico como cualquier otro, seguramente no militaba en política, y él se prendía en esas charlas y discutía, era peronista y discutía. Nosotros no decíamos nada. No decíamos nada.
La última vez que lo vi al flaco fue en la cárcel. Milani también fue a la cárcel para hacer “las visitas”. Los que estuvieron detenidos saben que llegaban comitivas para ver quién estaba encerrado, iban celda por celda. Disculpen la comparación, pero me recuerda cuando las autoridades van a ver una obra y van todos los alcahuetes detrás diciendo “qué lindo está todo”. Mentira, no está lindo. Así hacían ellos, iba el de mayor jerarquía y todos detrás señalando a quiénes tenían detenidos. Ahí también iba Milani a visitar.
A decir verdad, a mí no me consta que a mí [Milani] me haya torturado porque los conozco a todos, los conocí por la voz, por el caminar y una vez se me cayó la venda y los vi a todos, pero sí me consta que fue a la cárcel y sí me consta que estuvo cuando a Ledo lo llevaron el 20 de mayo a Tucumán. ¿Quién iba a cargo de esos soldados? Milani y Molina. No sé cuantos habrán llevado esa vez, porque tenían que hacer cambio de soldados en Tucumán. El día 16 a la noche, Ledo hacía guardia y lo sacan para hacer un operativo, para ir al monte, y no volvió.
El día 17 de junio, en formación de tropa a las 7 de la mañana, Molina les anuncia a los soldados que [Ledo] había desertado, y al lado estaba Milani. Milani no dijo absolutamente nada.
El asistente de Milani era Ledo. Para que entiendan muchos compañeros que por ahí cuestionan y dicen cosas: a los asistentes los elegían los superiores, los militares, ellos elegían a los soldados y no te podías negar, elegían a los choferes, a quien les hacía las compras y las cosas, y Ledo era el asistente de él.
El tiempo nos demuestra que a Ledo lo quería tener al lado bien vigiladito, cosa que cuando decidiera, lo hacía desaparecer.
Para que muchos entiendan esto: son más peligrosos, más dañinos los de Inteligencia porque hacen el mismo trabajo que los traidores, un traidor vale más que cualquier otro cuando traiciona una causa. Los de Inteligencia son los que entregan a la jauría para que los otros ejecuten, porque no tienen las bolas, porque ni eso tienen siquiera, son los que entregan a la gente. Ese fue el papel de Milani toda su vida y hoy llega a ser general del Ejército siendo de Inteligencia. Eso es lo que hizo Milani.
Cómo será que hacía tan bien los deberes que regresó a La Rioja y luego volvió en comisión a Tucumán. Tres veces estuvo en comisión en Tucumán, el peor lugar de la represión donde estaba el general Bussi. Y hoy niega todo.
Pero más allá de mi testimonio y de otros compañeros soldados, que voy a mantener en reserva sus nombres porque ellos irán a la Justicia, porque muchos, y es comprensible, no todos pensamos lo mismo, no todos pueden poner la cara, y eso es humano, tenemos que ser respetuosos de eso, pero esos compañeros irán a la Justicia a dar su testimonio y para asegurar que Ledo era asistente de Milani.
Quiero dejar en claro que vamos a seguir. No puede ser que [Milani] sea general. Ayer vino a La Rioja, ¿a qué vino? ¿A ver si conseguía un certificado de buena conducta? Seguro que se lo han dado. Dicen que desconoce todo, es lógico que va a desconocer todo porque estos tipos se reciclan y aprovechan la democracia para seguir, ascender y llegar donde llegan. ¿Y cuántos otros habrá como él?
Cuando lo vi en la televisión, la imagen que me vino fue la de Astiz. ¿Qué hizo Astiz? Entregó a las Madres de Plaza de Mayo y a las monjas. Es la misma imagen.
Quiero creer que se han equivocado. Lo que pasa es que todo se decide en Buenos Aires. El interior del país no existe. El interior del país sólo sirve para recordar a un caudillo, a un personaje de la historia, cuando el interior es quien sustenta el país.
Por eso, seguramente el “Nunca Más” de La Rioja debe engrosar las bibliotecas y no lo hemos leído. Ese fue mi error, no haber leído el “Nunca Más” porque antes esto hubiera aparecido. ¿Y saben por qué no lo leí? Porque lo viví a eso. Discúlpenme, lo viví y nunca lo leí.
Tampoco di testimonio porque cuando fueron a Chilecito yo no estaba y después no me preocupé de testimoniar, pero seguiré en esta lucha. Los compañeros me conocen y saben que no voy a aflojar en esto. Soy un hombre libre, entiéndanlo todos los compañeros: no tengo ningún otro interés que es el que se sepa la verdad y se haga justicia.
Entiendo a quienes nos acompañan y a quiénes no. Tenemos que ser comprensivos, algunos lo hacen por un motivo o por otro.
Muchos cuestionaron que hiciera esto público. No queda otra para que la sociedad sepa lo que pasó. Hoy es el turno de la Justicia para que podamos decir nunca más lo que pasó en la década del 70.
Muchas gracias, compañeros”.
Liliana Giambelluca
Filmación realizada por el periodista riojano Eduardo Chavarria, de donde surge el texto arriba transcripto.
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