El Colectivo Avanzar busca conocer mejor, a través de un esfuerzo apasionado, los grandes cambios que se han producido en la sociedad actual, y de esa manera, estar preparados para luchar mejor.
A través de la comprensión de dichos cambios, buscamos descubrir y construir los caminos para transformar la sociedad y llevar los conocimientos y el convencimiento al pueblo; a la inmensa mayoría que anhela una vida distinta, mejor y más digna.
Ese es el sentido profundo que tiene nuestra organización, la inspiración en nuestros debates, en sus coincidencias o en sus diferencias. Esta es la responsabilidad histórica y directa que debemos asumir todos los comunistas.
En la actualidad nos preguntamos, en medio de una complicada situación del país, si tenemos una organización acorde a las condiciones y situaciones del país. La realidad nos dice que por el momento no contamos una organización acorde con las luchas y de donde podamos salir mejor armados ideológicamente para enfrentar los desafíos que tenemos por delante, para poder llevarlos a la práctica social y política. Es por eso que desde el Colectivo trabajamos para conocer, en toda su dimensión, las necesidades políticas, sociales y culturales del país.
Han pasado muchos años desde que el capitalismo proclamara el fin del la historia e iniciara la gran embestida por someter a las sociedades y los pueblos al nuevo orden global, bajo la pretensión de imponerlo como único modo de vida posible.
Desde hace un tiempo, este cuadro ha empezado a cambiar. La formación de un nuevo sujeto histórico que impulsa los cambios revolucionarios en algunos países de América Latina, con sus propias características de aciertos y errores, en el que los trabajadores, los estudiantes y los aborígenes juegan un papel determinante que comienza a brotar en América latina.
Un sostenido y cada vez más amplio proceso de movilizaciones de masas surge en los distintos rincones del mundo para protestar y luchar contra la globalización capitalista y el neoliberalismo.
Este movimiento diverso y plural, tan vasto como la amplitud y crueldad de las contradicciones provocadas por el capitalismo salvaje, expresa de distintas formas el nuevo sujeto político social de masas que se confronta con el sistema.
Organizaciones sindicales, de cesantes, estudiantes, del mundo juvenil, de mujeres, de los pueblos originarios, organizaciones ecologistas, de derechos humanos, de la diversidad sexual, del arte y la cultura, etc.
La globalización capitalista va creando entonces, las condiciones para una potencial nueva oleada revolucionaria, impulsada por este movimiento que coloca en el centro, el cuestionamiento político e ideológico del modelo y del sistema, y comienza a articular una nueva correlación de fuerzas políticas y sociales, tanto en el interior de cada país, como en el mundo en general.
Son hechos planteados por la realidad, lo que no significa que la lucha por las transformaciones,
se vaya a desarrollar en forma espontánea, por su propio peso. Para que esto ocurra se requiere del factor subjetivo en toda su dimensión, vale decir, de la conciencia, la politización, la organización de los partidos revolucionarios y del pueblo, para combates más amplios y decididos.
Esto exige de los revolucionarios la capacidad y la audacia para saber captar los nuevos fenómenos, y hacerse parte de ellos sin condicionamientos previos y adecuar sus organizaciones política y orgánicamente, para poder integrarse plena y totalmente a las luchas populares, contribuyendo para brindarles un envión y hacerlas avanzar.
Se requiere hacer una política resuelta, superando los posibilismos, los conformismos, para no repetir los errores cometidos en tiempos pasados, buscando actuar con gran sentido autocrítico, para sentirnos capaces de enfrentar todos nuestros defectos y errores con un estado de ánimo abierto y positivo y para no caer en el hegemonismo y el sectarismo.
El desafío como Marxistas es captar dialécticamente el tiempo en que vivimos, con la convicción de que nada es inmutable, de que los cambios históricos son inevitables, y que somos revolucionarios tanto en tiempos de avance y como de retroceso, sin perder jamás nuestros ideales y objetivos estratégicos. Estos no se olvidan ni se transan.
Nuestra política de alianzas debe tener como eje esencial, el fortalecimiento de la lucha de masas y el entendimiento desde las bases con la izquierda y los sectores democráticos consecuentes.
Una política de alianzas que no considera el desarrollo independiente de la fuerza del pueblo como factor principal, está condenada a ir a la zaga de los partidos del sistema.
El acento debemos colocarlo en la construcción de una verdadera alternativa de izquierda, con todos los partidos, movimientos y los miles de independientes que no participan en política, para un referente político y social nuevo.
El neoliberalismo se funda en un modelo del sujeto individual y no social. Aislado, vulnerable y manipulable por medio de la coerción y la “inyección de basura” difundida a través de los medios de comunicación masiva. Se pretendió instalar una nueva era caracterizada por la extinción de los grandes movimientos sociales y la lucha de clases. Con este fin se fue desarrollando la más intensa arremetida para acabar con la conciencia y la utopía de los pueblos, sin embargo, en medio de miles de dificultades, fue creciendo una fuerte resistencia y una contra-respuesta a este totalitarismo neoliberal. Los componentes de esta respuesta ideológica son las capacidades críticas, y la respuesta más radical, la formación del nuevo sujeto revolucionario.
Las disputa de las conciencias y el partido que necesitamos
La labor es inmensa: Se trata de reinstalar en la sociedad los ideales humanistas, y para eso, necesitamos estar con la gente, ser parte de su vida cotidiana, actuar para organizar, debatir, dialogar y/o polemizar. Partiendo de la realidad existente, no basta tener una política justa. La historia nos dice que los revolucionarios, para vencer, tenemos que ser capaces de convencer, y para convencer tenemos que luchar en todos los planos de la sociedad, salir ofensiva y orgullosamente a la confrontación de ideas. Explicar el porqué somos comunistas y revolucionarios. Eso es parte de la lucha ideológica, lucha que comienza por nosotros mismos. La conciencia de clase no se genera como fenómeno espontáneo, sino como resultado de la confrontación abierta de ideas, proyectos y concepciones. Lo concreto es que necesitamos un partido grande y sólido en sus concepciones políticas, que realice su aprendizaje y conduzca desde las masas. Eso es lo que nos da las medidas de nuestras necesidades de crecimiento, que son cantidad y calidad.
El crecimiento del partido no debe medirse sólo por el factor numérico y en la cantidad de votos, también debe medirse en su capacidad para desarrollar nuestra política en el movimiento popular, y tenemos la obligación y la necesidad de superar una suerte de cultura defensiva y de sobrevivencia, buscando dejar de lado el estar acostumbrados a conformarnos con la rutina de un partido que se reúne regularmente, sin tener suficiente vinculación, ni influencia en la vida, el pensamiento y la lucha cotidiana del pueblo (como fue pasando con el viejo partido comunista de Argentina).
Esa es debe ser la cuestión central en la discusión acerca del partido que necesitamos, lo que le otorga sentido a la organización, que no sea un calco ni una copia, sino una creación heroica de los pueblos, dejando de lado la tercera vía, la armonía de clases y sus variantes latinoamericanas, que pueden frustrar la lucha popular para salir del neoliberalismo. Una prueba del dominio cultural capitalista la podemos apreciar en las usinas ideológicas del imperialismo, las cuales pretenden imponernos hasta el modo de luchar contra ellos, y de alguna forma lo han logrado.
El partido, y principalmente la célula, deben ser la mejor escuela permanente para la formación de cuadros luchadores. La formación de los revolucionarios es un proceso integral del aprendizaje recíproco. Nada más ajeno a nuestra concepción que el deformado “manualismo o enciclopedismo” anidado por concepciones ajenas al marxismo, que reducen el aprendizaje de nuestra teoría sólo a la aplicación mecánica de la bibliografía ya escrita, sin comprender que ella, sólo nos entrega las bases generales para la elaboración y aplicación permanente de nuestra política. Debemos luchar contra esa deformación del militante “por cuenta propia”, “desregulado” o “independiente” que comparte o dice compartir la línea política, pero no hacen de la militancia celular un acto de disciplina consciente,
de superación del personalismo y respeto al conjunto del colectivo, es decir se debe conjugar 2 elementos muy necesarios: la teoría y la práctica.
La línea política la construye el conjunto del partido y la aplica el conjunto del partido.
Los comunistas tenemos plena libertad de opinión, pero con disciplina y plena unidad de acción, y con mucha discusión hacia el interior del partido, con responsabilidad y consecuencia. Es cuestión de derechos y deberes, es decir, debemos dar una fuerte lucha por la superación de toda sentencia al burocratismo, la rutina y la aplicación, meramente formal, de toda resolución. Se debe asegurar a todo militante el debate al interior de la Célula y en la firme disciplina en la aplicación individual y colectiva de toda resolución. Debe haber un mayor conocimiento y control de la vida celular de todos los militantes a todo nivel, ya que las situaciones diarias nos exigen dar un salto sustantivo en la calidad de la relación en todos los niveles y en la militancia, Lenin decía:”No hay práctica revolucionaria, sin teoría revolucionaria y viceversa.
Debemos contar con la preparación de muchos cuadros más preparados y dispuestos a ponerse al frente de las tareas. Hoy nuestra organización es muy pequeña, nuestra realidad es muy dura, pero necesitamos partir de una realidad para modificarla. Es imperiosamente necesario crecer en cantidad y calidad, y para ello se debe hacer un trabajo muy especial junto con los jóvenes, y para eso, la cultura puede jugar un papel muy aglutinador.
Pero para dar estos pasos debemos retomar con lo que tenemos, que es la forma marxista, leninista de organización. La fuerza del marxismo reside en la unidad de la teoría científica y la lucha revolucionaria, estudiar el marxismo sin participar en las luchas por la revolución, puede convertirnos en seres incapaces de dilucidar.
Es un compromiso que, como revolucionarios, debemos tomar para transformar la dura realidad que nuestros pueblos deben atravesar mientras en nuestro planeta haya un hombre explotando a otro hombre.
Por eso te invitamos a que te unas y participes activamente junto a nosotros.
Colectivo Avanzar por la Unidad de lo Pueblo
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