Quién es Ricardo Echegaray
(Tribuna de Periodistas)
Si hay un organismo que tiene enorme poder en estos días, es justamente la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuaria (ONCAA), encargada de redistribuir subsidios a la producción primaria y a la industria. Por tal motivo, la persona que eventualmente se encuentre al frente de ella, debe ser de una gran probidad, por lo delicado del manejo de los fondos mencionados, lo cual debe estar desprovisto de cualquier tipo de discrecionalidad.
Sin embargo, el funcionario elegido por la presidente Cristina Kirchner para desempeñarse al frente de la ONCAA no posee ninguna de las cualidades morales que merece dicho cargo. Se trata de Ricardo Daniel Echegaray, ex administrador Nacional de Aduanas expulsado de su cargo por una sospechosa pelea con el entonces titular de la AFIP, Alberto Abad. Aunque poco se habló en los medios, se trató de un desacuerdo por un meganegociado relacionado con el sistema de control de las importaciones y exportaciones argentinos, conocido como "María", en el que Echegaray quiso meter mano.
La disputa terminó con ambos funcionarios eyectados de sus respectivos puestos y una única justificación de sendos "motivos personales" en boca del jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Nadie preguntó mucho más y los medios siguieron con su rutina de cambiar de tema.
Días más tarde, Echegaray apareció como titular de la ONCAA, como si nada hubiera ocurrido y jamás se respondió una pregunta fundamental ¿es un hombre probo como para estar al frente de tan delicado puesto?
Para responder esta pregunta, hay que hurgar en el pasado reciente de Echegaray, especialmente en su paso por la Dirección Nacional de Aduanas.
Probada corrupción
El 14 de octubre de 2006, Tribuna de periodistas publicó en detalle algunos de los hechos de corrupción más importantes ocurridos en la Dirección General de Aduanas y dio nombre y apellido —aunque legajo también— de los responsables de algunas de los desaguisados sucedidos en esa dependencia (1). Textualmente se aseguró: "Gracias a la permisividad de un grupo de empleados y jefes de esa dependencia, ayudados por el ineficiente control del director general aduanero, el kirchnerista Ricardo Echegaray, el contrabando, la coima y los negociados van día a día in crescendo.
Una de las irregularidades más comunes tiene que ver con el 'cajoneo' de expedientes por parte de ciertas secciones de la Aduana, las cuales dejan 'vencer' las fechas de los trámites que inician los interesados a efectos de engañarlos y hacerles perder la 'obligación' de pagar grandes multas. Luego se arregla todo por una cantidad importante de dinero 'bajo mesa', la cual siempre será menor a lo que el interesado tenía que pagar".
Parte de la documentación que demuestra lo denunciado fue ofrecida a la Justicia para avanzar sobre la corrupción imperante en la Aduana pero, como es sabido, los jueces siempre están alineados al poder de turno y sólo investigan cuando este ya no tiene gravitación.
Lealtad K
El enriquecido Ricardo Daniel Echegaray, DNI 17.478.633, es un hombre de estrecha confianza tanto del ex presidente de la Nación, Néstor Kirchner, como de su esposa, único y verdadero motivo por el cual fue puesto en el cargo de Director Nacional de Aduanas en julio del año 2004. En esos días, Echegaray se encontraba al frente de la Delegación Regional del mismo organismo en Comodoro Rivadavia, donde ya había realizado interesantes trabajos para el kirchnerismo.
Independientemente de la lealtad K, Echegaray es hombre de confianza de un oscuro personaje llamado Rudy Ulloa Igor, ex cadete del matrimonio presidencial a principios de los años 80 —épocas en que, mientras sus compañeros de militancia desaparecían, Néstor Kirchner acopiaba propiedades— y actual "empresario" de medios en Santa Cruz, gracias a la incesante asignación de millonarios fondos públicos.
Echegaray ingresó a la Aduana de Río Gallegos en el año 1991 como abogado, cumpliendo tareas de guarda aduanero. A partir de agosto de 2003, su carrera comenzó a avanzar con una rapidez inusitada, luego de ser nombrado administrador de la Aduana de Río Gallegos sin evaluación ni propuesta de su superioridad inmediata. Su nombramiento fue impulsado directamente por el Subdirector General de Operaciones Aduaneras del Interior, personal de planta política en la Aduana. Luego, en febrero de 2004, fue designado Director Regional, teniendo bajo su control todas las aduanas de la Región Patagónica, con sede en la ciudad de Comodoro Rivadavia.
En agosto de ese mismo año, Echegaray fue nombrado finalmente Director General de la Aduana, quedando con la responsabilidad del control aduanero en todo el territorio nacional. La designación no estuvo exenta del oportuno escándalo: con la llegada de Néstor Kirchner al poder, Beatriz Carballal, titular por concurso de la Dirección Regional de Comodoro Rivadavia, fue apartada de la dirección regional para ubicar allí a Echegaray, quien a partir de su asunción como titular de la región, desmanteló la división de Investigaciones.
No es menor el hecho de que poco antes Carballal había detectado una importante maniobra de contrabando que involucraba a la firma Conarpesa. Esta investigación fue parcialmente desactivada al llegar Echegaray a la Regional.
¿Fue acaso premiado por este gesto el funcionario? Probablemente, aunque es dable referir que, para alimentar las peores especulaciones, Echegaray fue nombrado Director General de Aduanas teniendo en su haber una denuncia penal radicada en el Juzgado Federal de Comodoro Rivadavia en la que se lo investigaba por... ¡encubrimiento de contrabando!.
Paradojas aparte.
Sin control
No bien asumió su cargo al frente de la Aduana Nacional, Echegaray hizo dos cosas: desbarató a la Policía Aduanera —es decir que desmanteló todos los controles, algo nunca visto en ningún lugar del mundo— y organizó un equipo de ineptos "colaboradores". Esto es, en lugar de nombrar a profesionales en materia de control aduanero, se reunió de amigotes y personajes a los que les debía históricos favores.
De la mano de esta gente, se sucedieron escándalos de toda índole en la Aduana, con la más absoluta impunidad, a pesar de las continuas denuncias por parte de algunos trabajadores de esa dependencia.
Dos de los principales colaboradores —y compañeros de pillerías— de Echegaray fueron Omar Albornoz, puesto como titular de la secretaría Técnica y de Relaciones Institucionales (3); y Daniel Santanna, como director de Control.
Santana y Echegaray, es dable mencionarlo, fueron compañeros en Santa Cruz. El primero ocultó y dio protección en la clandestinidad a Echegaray cuando a este se le abrió un sumario y se le pidió captura. "Cuando Echegaray se hace cargo de la Dirección de Aduana, lo nombra Director de Control a Santana y comienza a ser su hombre de mayor confianza", aseguró a este periódico una importante fuente aduanera.
Echegaray tiene un gran complejo de inferioridad, de acuerdo a las afirmaciones de aquellos que han trabajado históricamente con él. "Adolece de todo lo que es conducción, comienza a demostrarlo a toda la institución. Tiene como criterio que él es el patrón de la Aduana y lo vocifera sin mirar quién está presente. Así comienza diciendo que los fiscales de los distintos fueros —Penal, Económico y Federal— no tienen nada que hacer con investigaciones en la Aduana y menos los jueces, a punto tal que ordena e instiga de mala y desconsiderada manera a que los jefes, directores ó funcionarios de turno den a publicidad a los medios los procedimientos aún sin la autorización de los juzgados. A estos no sólo les ha traído dolores de cabeza, sino que han desaparecido pruebas y posibles detenidos. De más está decir que varios Jueces lo tienen en la mira y están esperando la primera de cambio para procesarlo", agregó otro informante de la misma dependencia.
Independientemente del comentario de las fuentes consultadas, hay un hecho irrefutable: a partir de la asunción de Echegaray, la situación aduanera empeoró y se sucedieron incesantes hechos de corrupción, donde no estuvieron ausentes los delitos de contrabando y narcotráfico.
Acerca de esto último, pocos saben que, después de la asunción de Echegaray, hubo un sospechoso desdoblamiento en las funciones de combate a las drogas por parte de la Aduana. Por un lado, se creó una división de "Drogas peligrosas" y por el otro una de "Narcotráfico". Esta última fue un mero "sello" para hacer creer que se perseguía el tráfico de estupefacientes, mientras que "Drogas peligrosas", de la mano de un oscuro personaje llamado Freddy Tello, se ocupó de promover justamente lo que debía combatir.
El crecimiento exponencial del tema narcotráfico a lo largo de los años, de la mano de Echegaray, condujo a un interrogante no menor: ¿cuál fue el papel que cumplió en esta tarea el mencionado Ulloa Igor, teniendo en cuenta sus antecedentes en el tema drogas? Difícil precisarlo.
Un hombre K
A pesar de que gusta asegurar que tiene trato directo con el ex presidente Néstor Kirchner, Echegaray sólo accede a hablar con él a través de su "superior directo", Rudy Ulloa Igor. Fue este último quien, durante la primera etapa de su gestión, exigió a Echegaray que nombrara como asesores a dos “pingüinos”: José Luis Esperón —sin el mínimo conocimiento aduanero, pero amigote de Ulloa— y Claudio Fernández, hermano del senador santacruceño Nicolás Fernández, primo a su vez de la presidente Cristina Fernández.
De la mano de ambos "asesores" se dieron un par de hechos de corrupción que hasta el día de hoy han permanecido en las sombras, merced a la protección K, especialmente fogoneados por Esperón —tristemente célebre por "vender" sus influencias en $300.000— y protegidos por la cúpula aduanera.
Luego de varios desaguisados, Esperón y Fernández fueron desplazados de sus cargos, pero fue después de dejar "afuera" de un negociado al mismísimo Echegaray. En realidad, el "negocio" sólo fue llevado adelante por Esperón, pero el entonces titular de Aduana aprovechó la situación para quitarse de encima a Fernández, ya que —según le había comentado su amigo y jefe, Ulloa Igor— este estaba “bendecido” desde la Casa Rosada para reemplazarlo en el cargo.
Otro personaje que influyó negativamente en la gestión de Echegaray —en esta y otras cuestiones— fue la actual titular de la Dirección General de Aduanas, María Silvina Tirabassi, personaje más que "cercano" a Echegaray y que llegó a ocupar el cargo de Subdirectora General de Control gracias al lobby de su hermana, empleada del nombrado Nicolás Fernández.
Tirabassi no sólo permitió que se produjeran los hechos de corrupción que debía controlar por la naturaleza de su cargo, sino que aún hoy —ocupando el cargo más importante de la estructura aduanera— no hace nada por desmantelar los negociados de cada día.
Tirabassi fue mano derecha —y algo más— de Echegaray y, junto con Daniel Santana, fue gestora de algunos de los negociados más importantes de la Aduana. Por caso, Santana estuvo fuertemente involucrado en el escándalo de exportación de carne a través de la Aduana de Campana y posteriormente fue desplazado de su cargo luego de que se comprobara su responsabilidad en el marco del envío de cocaína a través de las valijas de Southern Winds. "No sólo no controló, sino que aparte no hizo nada ni antes ni después", dijo en el auto de procesamiento contra Santana el juez a cargo de esa causa judicial, Marcelo Aguinsky.
A pesar de esto, Santana siguió siendo protegido de Echegaray, se lo mantuvo como asesor externo de la Aduana —un cargo muy bien remunerado— y finalmente fue designado como "Subdirector General de la Subdirección General de Operaciones Aduaneras Metropolitanas" hace pocos días. Una verdadera burla.
Concluyendo
Si nadie puede explicarse cómo Ricardo Echegaray ha logrado llegar a ocupar un cargo tan importante en la Dirección General de Aduanas, menos aún puede entenderse su designación en el ONCAA. Es evidente que la lealtad hacia el kirchnerismo es más importante que su conocimiento profesional y su ética personal.
Para entender esta conducta hay que saber que existe una especie de "alianza" estratégica entre Echegaray y el matrimonio K a través de la cual cada uno busca trabajar en pos de su propio interés personal.
El kirchnerismo necesita continuar adelante con una serie de negocios —lícitos e ilícitos— que dependen del control de Echegaray a través de Rudy Ulloa Igor, al tiempo que necesita un funcionario que complemente el trabajo del impresentable Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, frente al sector agropecuario; a la vez el titular de ONCAA sueña con ocupar la jefatura de la AFIP.
Mientras tanto, la impunidad permanece en la Aduana de la mano de funcionarios que nadie se atreve a investigar y que fueron puestos y mantenidos por el propio Echegaray. Algunos de ellos son:
-María Silvina Tirabassi, directora General de Aduanas.
-Freddy Tello, titular de Drogas Peligrosas.
-Mónica Gallardo, del área de control en Ezeiza.
-Marcelo Muñiz, supervisor del turno A de Aeroparque del área Narcotráfico.
-Hugo Christensen, mano derecha de Echegaray.
-Pedro D. Ocamica, auditor de Procesos Aduaneros.
El jefe de este grupejo es Diego Pérez Escobar, no casualmente ahijado de Nicolás Fernández, primo de la presidente Cristina Kirchner y acusado por el sacerdote Enrique Lapadula de liberar la zona para el narcotráfico en Caleta Olivia.
Todos los mencionados deberían explicar a la Justicia cuál es su responsabilidad en el aumento del contrabando argentino y el creciente narcotráfico. Al mismo tiempo, Echegaray y otros funcionarios kirchneristas deberían justificar por qué han apoyado los delitos que estos han cometido durante años.
Una de las mejores definiciones respecto a este escándalo fue proferida por una importante fuente aduanera consultada para el presente artículo: "Echegaray puso todo en práctica y logró la anarquía más grande que se haya vivido en la Aduana".
A confesión de parte, relevo de pruebas.
Christian Sanz
(1) Ver http://www.periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=2506
(2) A pesar de sus orígenes humildes, Ulloa tuvo a su nombre un importante depósito bancario por más de U$S 1 millón en el Banco de Santa Cruz, que luego declaró que pertenecía a Néstor Kirchner.
(3) Cuando estalló el escándalo por el envío de cocaína de Southern Winds a España, Albornoz fue puesto como director en Ezeiza para salvar su pellejo.
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