El intendente de Lomas de Zamora y primer precandidato a diputado nacional por el Frente Para la Victoria, Martín Insaurralde, se la pasa contándole a la gente, a través de sus spots de campaña proselitista, que en Lomas de Zamora, gracias a su gestión, se logró una “revolución de obras hídricas”.
En Lomas de Zamora no hay una revolución de obras sino un revoltijo de obras, porque el Gobierno Nacional hace un uso discrecional de los recursos de todas y todos los argentinos, desembarcando con valijas de dinero en los municipios amigos, con los fondos que no co-participa con el gobierno provincial, desfinanciando así áreas críticas de la provincia de Buenos Aires, como la salud y la educación. Hace uso irracional de esos fondos, sin una planificación integrada de las obras públicas.
El gobierno municipal de “Martín” ejecuta asfaltos en barrios cuyos suelos no son aptos para ello debido a la saturación de las napas freáticas, donde las bombas depresoras conseguidas por las movilizaciones de los vecinos, organizados en asambleas y el Foro Hídrico, no se sabe a dónde fueron a parar. Y de las instaladas, sólo funciona un 70 por ciento.
El aumento de la red cloacal sólo ha hecho impacto en las zonas céntricas, sede de los negocios inmobiliarios de la dirigencia política y sus testaferros empresariales. En cambio en las zonas de la cuenca baja, donde vivimos casi a la altura del Riachuelo, no sólo NO tenemos cloacas, sino que las que se están construyendo, que serán insuficientes, no son mérito de esta gestión municipal, sino el fruto de la movilización de los vecinos de 18 barrios organizados junto al Foro Hídrico y Ambiental de Lomas de Zamora. A través del mismo logramos la construcción de una planta modular para 270 mil habitantes, a pesar de que somos alrededor de 500 mil, y también a pesar del permanente y sistemático boicot de las autoridades comunales a cada reunión convocada para resolver este gravísimo problema de saneamiento ambiental.
Por otra parte, no es cierto que el 95 por ciento de la población tenga agua potable, ya que la cantidad de agua que ingresa a Lomas de Zamora es prácticamente la misma que antes de los gobiernos de Néstor y Cristina. Para que esa aseveración sea cierta deberían terminarse las obras de la planta elevadora de Temperley y la mezcladora de Llavallol, que ya llevan más de quince años de ejecución y aún no se terminan. Lo que en realidad hicieron fue tendidos de redes para agua potable, módulos que tenían que haberse concluido en seis meses pero tardaron más de tres años, en deficientes condiciones técnicas. El agua que introdujeron en esas redes no tiene la presión necesaria para afirmar categóricamente que el 95 por ciento tiene agua suficiente para la población a la que llega.
¿Saben qué? Tenemos barrios enteros que son asistidos por aguateros. “Se hicieron obras históricas contra las inundaciones” es una frase que nos da la sensación de obras terminadas, pero la realidad es que son obras hechas al revés y hace un año y medio que están paradas. Quedó sin concluir la parte de la obra que debió realizarse primero, lo que ha dejado en situación de extremo riesgo a la cuenca baja, donde una sudestada en octubre pasado dejó parte de Ingeniero Budge con 50 centímetros de agua adentro de las casas. Agua altamente contaminada con lo que trae el Riachuelo, sumado a la materia fecal de las napas freáticas que se encuentran a flor de la superficie del suelo.
Se trata de un desastre ambiental que tiene en riesgo permanente la salud y la vida de toda la población más humilde. Allí, la inversión superó los tres mil millones de pesos y el Municipio no terminó con los problemas de inundación. Las únicas obras que puede arrogarse esta gestión son la bomba del Barrio Laprida, que saca parte del agua de Lomas y se la manda a la cuenca baja; las cloacas de Las Lomitas; y el aliviador este del Arroyo Unamuno, que no está terminada, ni siquiera en un 50 por ciento. Todas las demás han sido propuestas por gestiones y movilizaciones de las organizaciones sociales.
Muchas de las cosas que aparecen como logros de la gestión no tienen nada que ver con la participación de la ciudadanía, son obras en las que aparecemos como meros espectadores. Algunas de ellas fueron rechazadas por la población porque avanzaban sobre el espacio público, por lo cual se tuvieron que construir en otros lugares.
La terminal de ómnibus se está construyendo sin la aprobación de factibilidad de AySA, por la misma razón de que no hay capacidad de aprovisionamiento de agua potable para su funcionamiento, y el distribuidor aéreo es un sueño histórico que al día de hoy todavía tiene categoría de pesadilla.
Desde ya que esas obras de las que habla el jefe comunal en sus innumerables spots de cara a las elecciones primarias de agosto y a las generales de octubre tienen una escala de prioridades muy distinta a la que pudiera fijar el pueblo lomense si se lo consultara.
Sin lugar a dudas, esos spots son un conjunto de video-ficción mentiroso, de alto contenido electoralista que sólo podemos desenmascarar quienes padecemos la forma en que se vive en el distrito.
¿"Revolución de obras hídricas" en Lomas de Zamora, dice Martín? ¡Ni enterados nosotros!
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