(Agencia Rodolfo Walsh)
La justicia no encontró delito alguno en la protesta de los trabajadores
(AW) Esta vez la injusticia embocó a los ‘ferrucas’ a través de un embrollo legal que finalizó absolviendo a 23 trabajadores, por haber ejercido sus derechos amparados en la Constitución Nacional vigente, luego de un largo proceso que los propios jueces reconocieron como no delictivo. Surrealismo de primera calidad.
Un guardabarreras dijo una vez: ‘Si de rendirse se trata, después de muerto hablamos’. Y bajo esa consigna, los ferroviarios tejieron su ideario de lucha y resistencia trasmitiendo a sus hijos y siguientes generaciones la cultura del riel.
La verdadera historia registra una cultura que excedió lo laboral. Porque llevó a sus trabajadores a la seguridad de que sus cuerpos y ese monstruo, mezcla de hierro y madera, eran una misma situación.
Ellos acostaron los primeros durmientes, los primeros metros de riel cuando el siglo XIX ya declinaba, para que esos trenes llegaran a tantos lugares y ahora a tan pocos. Hoy los ritmos los marca el asfalto y los signos de una época en trance.
Porque hubo una cultura ferroviaria donde no fueron ajenos sus pasajeros que tantas historias tejieron sobre rieles, al compás de todas las luchas de sus ‘ferrucas’. Así, conocieron la comunicación de sus pueblos y todos los beneficios que llegaban en tren.
Integradores de costumbres y cantares en la relación social cotidiana, se proyectaban en continuo hacia el sindicato y al barrio, transmitiendo conocimientos. Y siempre desde los socavones de la historia del movimiento obrero. La huelga fue instrumento de lucha por antonomasia, sobre todo con la influencia del inmigrante libertario.
Ellos sonaron campanas de partida, condujeron trenes aguateros calmando la sed de los pueblos; los trenes sanitarios hacia comunidades lejanas cruzando montañas y ríos. Construyeron bibliotecas, centros culturales, clubes.
Protagonizaron huelgas que marcaron épicas memorables. Se luchó por la jornada de 8 horas de labor, la supresión del trabajo a destajo y otras reivindicaciones urgentes.
Claro que no se libraron de un hostigamiento permanente de la patronal inglesa y la inestimable obediencia policial para reprimir sin asco. Por esos años, los trabajadores buscaban darse una organización que se concretó en 1922, la Unión Ferroviaria, al tiempo que se daba un auge del ferrocarril. Contaba con unas 290 secciones que representaban a casi 220.000 trabajadores, llegado el año 1950.
A más de cien años, esta vez en un día de febrero de 1991 los hijos de esos hijos, se declaraban en huelga. Casi por las mismas motivaciones: la dignidad. Junto a la huelga de 1961 fue de las más ejemplares. Las dos fueron luchas de resistencia, la del ‘91 la más traicionada.
Pero los jóvenes se van haciendo cargo y montan el legado histórico soplado por nuevas realidades.
La privatización de los ferrocarriles de Argentina fue el borramiento casi total del mapa ferroviario. Más de 90 mil trabajadores despedidos y la grave consecuencia del impacto sindical y social, ubicó la conflictividad del sector casi en el abismo.
Semejante trayectoria de entrega, desvelos y generosidad se da de patadas con una realidad que hoy ofrece más de lo mismo y peor.
Pero la historia no se cierra mientras haya seres humanos que la transiten. Los ‘ferrucas’ lo saben. Por eso, luego de probar el banquillo de los acusados, vuelven a marchar hasta la victoria siempre.
Rockultural...Una muestra más, de que la clase obrera unida, jamás será vencida. Luchemos contra la desigualdad y la opresión de los patrones.
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