“SE ABRE UNA NUEVA FASE DE LA LUCHA DE CLASES EN CHILE”
1-. LA CONSTITUCIÓN DE UN NUEVO BLOQUE HISTÓRICO
Hacia mediados de los 80’s la dictadura en Chile vivía un momento de crisis política, de una gran connotación histórica, las fuerzas populares habían logrado desarrollar un alto poder de convocatoria, movilización, organización y conciencia, a la par que iban desarrollando un cada vez más poderoso control territorial, y una incipiente fuerza militar propia representada por el MIR y el FPMR (entre otras fuerzas), nuestro pueblo avanzaba por segunda vez en su historia hacia una situación pre-revolucionaria. El capitalismo entraba en nuestro país en una situación de equilibrio inestable, las fuerzas populares si bien se fortalecían y no podían ser derrotadas políticamente, en lo militar no tuvieron la capacidad de desplegar un gran poder de fuego, excepto el sabotaje mayor y las acciones de propaganda armada y de milicias acompañando las movilizaciones territoriales callejeras. Si bien es cierto el MDP constituía el referente político-social de la oposición obrera y popular a la dictadura, este por diferencias tácticas entre los partidos que lo conformaban, no logró perfilarse como un mando político-militar de la clase dominada. Aún cuando el MDP dio conducción a formas ofensivas y rupturistas de las masas, y efectivamente amenazó la estabilidad del régimen político; como instrumento conductor no fue capaz de articular bajo una sola concepción teórica una lucha democrática independiente y procurar tras un programa mínimo dar una salida popular a la crisis. La unidad de la izquierda no representaba del todo una unidad revolucionaria, en tanto subsistan al interior del PC y del PS. Sectores reformistas y centristas socialdemócratas, que contaban con un gran peso en sus direcciones, esto hacía de la unidad de la izquierda un vínculo feble y tornaba aún sectaria y frágil la unidad por a base. Estos son finalmente los factores que restan homogeneidad al proyecto popular, desperfilan su arista revolucionaria y comprometen al referente político-social con los lineamientos tácticos de la oposición burguesa en la “Mesa Política Privada”. La izquierda entra en una profunda crisis, que se manifestará abiertamente después (año 87-88) y queda subordinada a las posturas políticas de la naciente “Alianza Democrática”. La clase obrera y el pueblo, derrotados en su opción comienzan su segundo reflujo ante el fracaso del alzamiento popular, que los sectores vacilantes y capitulacionistas de la izquierda no se atrevieron a levantar incluyendo entre estos al Equipo de Alianzas del MIR. Frente a las masivas y radicalizadas protestas, que ganaron extensión social y nacional, y que hacían posible una derrota política, la dictadura, no tuvo otra alternativa que buscar una salida pactada con la oposición burguesa, aglutinada en la Alianza Democrática, coalición liderada por la DC, y que a partir del 86 lograría aglutinar tras de sí a los partidos que el 88 darían vida ala Concertación. Estas negociaciones inter-burguesas expresadas en el “Acuerdo Nacional” convocado por la Iglesia Católica, logran acuerdos básicos en torno a la transición del régimen autoritario a un régimen de democracia restringida y consensuando la continuidad del modelo económico. Este viraje político precipita la crisis al interior de la izquierda, se produce la disolución del MDP, el PC rompe con el FPMR y retorna a sus posiciones reformistas tradicionales, y por el lado de nuestra organización, se produce la ruptura de la unidad partidaria azuzada por una minoría fraccionaria que abandonando la estrategia revolucionaria da un viraje y opta por servir de furgón de cola a la negociación con la derecha y las FFAA.
Las negociaciones por un lado y las rupturas por otro, agotan las posibilidades de una salida radical frente al régimen dictatorial y dan paso a un periodo de relativa estabilización de la lucha de clases, caracterizado por la supremacía de la dominación ideológica y las nuevas formas de dominación política que la burguesía impone sobre el pueblo y los trabajadores.
La situación y los acuerdos iniciados en 1986 determinaron la constitución de un nuevo bloque histórico, compuesto por diferentes facciones de la clase dominante, que tienen en común el estar completamente de acuerdo con el régimen de dominación (democracia restringida) y el patrón de acumulación (modelo económico), estableciendo entre ellos un pacto de dominación-explotación contra el pueblo y los trabajadores, sin el cual, no podría haber existido la gobernabilidad que el sistema necesita para funcionar.
2-. LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL Y LA DEBACLE DE LA CONCERTACIÓN
Dentro del nuevo bloque dominante, la Concertación se convirtió en el agente político hegemónico, jugando un papel central en la expropiación de los contenidos políticos y las demandas sociales del pueblo y los trabajadores, cooptando también a una parte importante de la izquierda al revitalizado proyecto histórico de las clases dominantes. La existencia de una Concertación, con una capacidad casi ilimitada de conducción sobre el pueblo, permitió los grados de perfeccionamiento y profundización del modelo económico y del régimen político, necesarios para alcanzar los niveles de crecimiento superiores al 6% que se mantuvieron hasta la segunda mitad del gobierno de Frei, cuando se desata la Crisis Asiática, la que también golpeo a nuestro país.
La crisis económica mundial, demuestra por primera vez, luego de la caída dela URSSy la instalación de la hegemonía ideológica, política y militar unipolar de EEUU, que el modelo económico no era infalible, idea que puede parecer irrisoria, pero que pese a ello había penetrado con bastante fuerza en muchos círculos intelectuales y políticos de la izquierda mundial. La crisis asiática, junto con demostrar (nuevamente) que el capitalismo posee fallas estructurales que lo llevan inevitablemente a crisis cíclicas, desata una ola mundial de protestas sociales y políticas, que se trasforman en una profunda y ampliada crisis de representatividad. Esta situación, de crisis generalizada, se manifiesta en América Latina por medio de grandes protestas sociales, y en algunos casos con insurrecciones populares (como en Ecuador y Bolivia) que sacan del poder a los viejos gobierno pro-imperialistas, los cuales, en muchos casos, habían dado continuidad civil a los regímenes dictatoriales, como resultado de esto y luego de varias décadas de hegemonía capitalista (civil y militar), se instalan en el poder gobiernos progresistas que cuestionan, de alguna manera, el modelo económico y político imperante, y que sin tener una posición de exaltada confrontación contra el modelo económico o el régimen político, si representan un retroceso importante para los intereses geoestratégicos y geopolíticos del imperialismo yanqui sobre América Latina, transformándose en símbolos del nuevo periodo de luchas populares que se abre en pleno cambio de siglo.
Como decíamos anteriormente, la Concertación hasta la época en que estalla la crisis, era el agente político hegemónico dentro de la alianza estratégica entre las facciones políticas que adhieren al proyecto histórico de las clases dominantes, y es por ese motivo que ganan una gran capacidad de influencia sobre el conjunto de la sociedad y las clases populares, y es también una de las razones por las cuales la Concertación no se enfrentó como conglomerado a ninguna rebelión contra el modelo económico y el régimen político. No obstante ello, la crisis económica provoca importantes factores de des-legitimidad en el agente político e importantes grietas en el patrón de acumulación. Cae el PIB, aumenta el desempleo y crece sustancialmente la brecha entre los más ricos y los más pobres, la respuesta del pueblo fue el inicio de un ciclo de movilización social, que se reflejará en las protestas de los subcontratistas, de los trabajadores forestales, de los estudiantes secundarios, de los deudores habitacionales y la radicalización del movimiento de liberación nacional mapuche, entre muchos más ejemplos.
El bloque dominante reaccionó intentando dar un segundo aire al régimen político. El gobierno de Lagos promueve el denominado “pacto social” con la derecha, aprobó una serie de reformas constitucionales, acabando, por ejemplo, con los senadores designados, los senadores vitalicios, rebajando la edad necesaria para ser miembros de alguna de las dos cámaras, entre otras reformas estéticas mas. Todo con el objetivo de “ampliar” el sistema de participación democrática y acabar con aquellos elementos que aparecían aún como “enclaves autoritarios” de la dictadura militar. Las reformas constitucionales también son acompañadas de reformas a las instituciones públicas, que habían sido ampliamente cuestionadas por casos de corrupción como MOP-Gate, ChileDeportes, Sobresueldos, etc., se crean nuevas superintendencias, se reforma la gestión pública y se fortalece la Contraloría General de la Republica, incluso se redujo el sueldo de los senadores, diputados y del presidente, para dar una “señal” de honestidad y transparencia hacia la sociedad que cuestionaba la corrupción de los sectores políticos institucionales. Por otro lado, aumenta la represión, se perfecciona la Ley de Control de Armas y se comienza a aplicarla Ley Antiterrorista por primera vez desde el fin de la dictadura. La pequeña apertura del régimen democrático, pretendió encauzar el creciente descontento popular dentro de los marcos de la legalidad y la institucionalidad diseñada por y para las clases dominantes.
Comenzando el gobierno de Bachelet, la movilización social y popular inicia un nuevo ciclo, la lucha por reivindicaciones económicas que habían caracterizado a las movilizaciones bajo el gobierno de Frei, dan paso a protestas que cuestionan directamente el modelo económico, como la movilización de los secundarios, el año 2006, que pone sobre la mesa la necesidad de reformas estructurales al sistema educacional, y que pese a la derrota política, siembra la semilla de la rebeldía en muchos estudiantes que el día de hoy ponen nuevamente sobre la mesa la necesidad de cambios estructurales del modelo económico en la estructura educacional. Por otro lado, también se produjo una mayor radicalización de las movilizaciones populares, de hecho las protestas contra el Transantiago se caracterizaron por un alto nivel de violencia espontánea, al igual que las protestas de los subcontratistas del cobre quienes implementan el sabotaje menor a sus huelgas, quemando camiones para detener la producción minera. También el movimiento mapuche logra un desarrollo extraordinario durante este periodo, la CAM, organización político-militar, logra posicionarse como organización política de vanguardia dentro del movimiento mapuche, poniendo en primer orden la lucha por la recuperación de las tierras ancestrales; por la vía de la acción directa, el desarrollo de la autodefensa sobre los territorios ocupados, la producción efectiva de los zonas bajo control mapuche y el posicionamiento estratégico del Estado chileno y al capitalismo nacional y trasnacional como enemigos centrales, lo cual expresa la comprensión de un conflicto de clases y no tan solo étnico en la lucha mapuche por la liberación nacional. Estas situaciones representan un gran avance, en cuanto al desarrollo de la organización, conciencia y formas de lucha, que acompañados de un creciente apoyo social y popular, que solidariza activamente con la causa. El gobierno de Lagos reacciona militarizando aún más la zona de la Araucanía, aplicando a destajo la Ley Antiterrorista y asesinando a mansalva a militantes y activistas mapuches.
Terminando ya el periodo de gobierno de Bachelet, se produce la debacle definitiva del agente político hegemónico. Ante la caída del crecimiento económico, la cesantía estructural y la desigualdad endógena del sistema, la Concertación entra en una profunda crisis de legitimidad política, las primeras expresiones internas de esta situación, son el fraccionamiento interno de la coalición, el surgimiento de los “díscolos” y la separación de grupos y personeros que conformarían más tarde nuevos partido políticos fuera de la coalición. La situación de dispersión lleva ala Concertación a presentarse, en la elecciones presidenciales, dividida entre sectores que apoyaban la candidatura de MEO y los que apoyaban la candidatura de Frei. La situación de crisis de legitimidad y fraccionamiento interno de la Concertación, permite a la derecha ganar la elección con un estrecho margen.
3-. EL RECAMBIO POLÍTICO EN EL PODER DEL BLOQUE DOMINANTE, PERO SIN AGENTE POLÍTICO HEGEMÓNICO
En enero del 2010, la derecha se sitúa como el nuevo agente político en el poder. El gobierno de la Alianza llega a instalarse en la dirección del Estado con dos claros objetivos:
a) Recuperar el ritmo de crecimiento perdido en la segunda mitad del gobierno de Frei (al menos sobre el 6%); para lo cual debe profundizar (necesariamente) en la flexibilización laboral y precarización del trabajo (aumento y perfeccionamiento de la explotación).
b) Recomponer el régimen político de dominación ya desgastado y deslegitimado, el cual es necesario para poder mantener las tasas de explotación que exige la burguesía monopólico–financiera nacional. Sin dominación, no puede haber explotación.
Entre los dos objetivos mencionados anteriormente, se produce una contradicción antagónica insalvable dentro del bloque dominante; por un lado, la burguesía monopólica-financiera desea profundizar el modelo de explotación, para así poder obtener aunque sea una tasa media de ganancia, pero para ello, el bloque dominante necesita mantener un régimen político basado en la exclusión política del pueblo y sus organizaciones, que les permita profundizar en la explotación. La contradicción está en que en este preciso momento el conjunto de la sociedad está exigiendo reformas políticas y económicas, por tanto, el aumento o la profundización del modelo económico, generará más resistencia y por ende mayores niveles de movilización, lo cual se traduce en ingobernabilidad, como es la situación que se vive hoy día por las movilizaciones estudiantiles y medioambientales, que actúan como contención social a la profundización del movimiento. Por lo tanto, para encauzar y contener la creciente movilización social dentro de los marcos de la institucionalidad, el régimen necesita abrirse a reformas al sistema político, lo cual se convertiría necesariamente en reformas políticas y económicas en la estructura de explotación, reduciendo drásticamente las tasas de ganancia de la burguesía monopólica nacional y de los capitales invertidos en Chile por el capitalismo trasnacional, además de inyectar reformas democráticas al estático sistema de dominación, lo cual se podría traducir (potencialmente) en una penetración de algunos sectores populares dentro de la institucionalidad democrática, lo cual podría ser un factor desestabilizador del régimen político de dominación y los intereses de la clases dominantes, bajo un creciente contexto de movilización social a nivel nacional.
En la práctica, la derecha conduce el gobierno, sin embargo no se logró constituir en un agente político hegemónico, es decir, no logra subordinar social, política e ideológicamente al pueblo y sus organizaciones, al proyecto histórico de las clases dominantes, a su vez la Concertación al dejar de ser el agente político hegemónico dentro del bloque dominante, abre la puerta a una nueva fase de la lucha de clases en Chile, con una dinámica instalada de movilización social y política que exige y lucha por reformas al sistema de dominación y al modelo económico, poniendo en jaque a las estructuras de poder y en crisis a la representatividad de los partidos. Esta nueva fase abre la posibilidad concreta de constituir un nuevo bloque histórico, una nueva fuerza antagónica a la del bloque en el poder, que dispute a las clases dominantes y a las organizaciones políticas que no son parte de las clases dominantes pero si funcionales a ellas, la hegemonía política e ideológica sobre la clase obrera y el pueblo, y que vaya avanzando en la profundización de la crisis de representatividad política, construyendo y acumulando fuerza social revolucionaria, que dentro del aún presente periodo de estabilización de lucha de clases, vaya erosionando el sistema de dominación-explotación y aumentando la polarización política entre explotadores y explotados.
4-. LAS TACTICAS ESTÉRILES DE LA CONCERTACIÓN Y LA SUBORDINACIÓN DEL PC
La Concertación aún se encuentra empantanada en la derrota electoral pasada, y pese a que ha intentado reactivarse como una oposición organizada, no lo ha logrado aún, debido a las disputas internas que aún persisten y que ahora tienen en el centro de su debate táctico la necesidad de constituir una oposición política capaz de golpear lo suficiente a la derecha para no dejarla gobernar, pero no tanto como para desbaratar irreversiblemente la institucionalidad, e ir contribuyendo también al clima de inestabilidad social y política existente, y que les podría asegurar el triunfar en las municipales del próximo año y recuperar el gobierno en las próximas elecciones presidenciales.
La falta de una direccionalidad táctica única al interior de la Concertación, se manifiesta en la persistencia de dos posiciones en cada uno de sus dos liderazgos históricos: el democratacristiano y el socialista. Por lo general el PS y la DC habían logrado mantener una lógica de acuerdos irrompibles, como la rotación de candidatos presidenciales y la repartición de cupos senatoriales y de diputaciones, pero que ante la imposibilidad de recomponer el apoyo social y político perdido durante los últimos veinte años, proyectan dos modos distintos para rearmar a la coalición y reconstruir su apoyo social, pero que no han logrado encontrar aún un punto en común.
a) El PS apoyado por el PRSD y el PPD, intenta ampliarla Concertación hacia la izquierda; MAS, PRO y PC, con el objetivo de poder transformar todo el potencial movilizador del PC, que posee amplia representación dentro del movimiento social, como FECH, Colegio de Profesores, ANEF y la CUT, en un colchón electoral para las dos próximas elecciones, y a su vez, el PC que ve frente a esta posibilidad, la oportunidad de poder “canjear” el movimiento social que representa y lidera, por una mayor cantidad de cupos municipalidades que pueda cederles la Concertaciónen la elecciones del próximo año, y además, dentro de un potencial nuevo gobierno concertacionista, poder ocupar cargos menores como subsecretarias o algún ministerio de menor relevancia, de hecho es en ese sentido que va la persistencia en las movilizaciones actuales; en posicionar mediáticamente el partido, sus dirigentes y cuadros que eventualmente podrían convertirse en candidatos o figuras de propaganda política para candidaturas para las elecciones venideras y en ningún sentido en potenciar reformas estructurales al sistema político o al modelo económico, es más, las reformas emanadas por la FECH y el Colegio de Profesores (ambos liderados por el PC) han sido bastante tibias respecto a las exigencias del movimiento de bases estudiantil, y la capacidad de movilización nacional que refleja una voluntad de cambio real y profundo al sistema educacional.
Otro ejemplo de la utilización electoral de la movilización social por parte del PS-PC, es la declaración vertida por la dirigencia de la CUT en abril del presente, que categoriza a este año como el “año de la movilización social”, con el objetivo de revitalizar a sus dirigentes que atraviesan una crisis de legitimidad nunca antes vista en su historia y que se cruza además con fuertes acusaciones de corrupción en su interior. Es por esa razón que la burocracia dirigente dela CUT venia potenciando la idea de realizar un paro nacional en octubre, pero que modificó su calendario adelantando la fecha para el 24 y el 25 de agosto, para así poder “colgarse” de un movimiento social en alza, y para que dé pasada “no se note pobreza” en la mermada capacidad de movilización de su dirigencia. Queremos ser enfáticos en afirmar que Arturo Martínez y compañía empujan un paro nacional, pero sin un plan de contingencia para la clase trabajadora, ni tampoco alguna propuesta para generar reformas estructurales que combatan a la flexibilización laboral, la precariedad del trabajo o la cesantía estructural.
Como decíamos, la propuesta del PS, PRSD y PPD, de ampliar la Concertación a la izquierda, tiene la resistencia de la DC, la cual teme perder su capacidad conductora de los sectores dentro del bloque frente al PS que se vería fortalecido por la inclusión política del PC, del PRO y el MAS que son mucho más afines a la socialdemocracia socialista (y especialmente al liderazgo de Andrade) que al conservadurismo ético-moral y al liberalismo económico de la DC. Esta postura podría amarrar con mayor fuerza las posibilidades concretas de ganar las próximas contiendas electorales, pero con un giro hacia una socialdemocracia redistributiva y moderadamente estatizante, que la DC no está dispuesta a aceptar, no tan solo por el potenciamiento del liderazgo del PS y la inclusión del PC sino que también por dar un giro (aunque moderado) hacia posiciones que de alguna forma puedan introducir cambios en el modelo económico. Esta posibilidad es impensable e intolerable para la DC debido al carácter burgués de su proyecto y a los compromisos que en el periodo dictatorial asumió con la burguesía monopólico-financiera y al hecho de representar políticamente a una facción de la burguesía nacional no monopólica. Además, tanto el MAS como el PRO, se ven demasiado alineados con gobiernos, que para la DC, son insoportables en América Latina, como los Gobiernos de Chávez, Morales, Correa y Humala.
b) Por otro lado, la variable táctica de la DC es intentar mantener a los cuatro partidos históricos de la coalición unidos y pretende subordinar al resto de los partidos a un proyecto concertacionista revitalizado, que incluya también a partidos de centro y centro derecha como Chile Primero y el Partido Regionalista Independiente, mucho más afines a la DC, y que no representan un peligro para los intereses políticos y económicos de la burguesía nacional, el problema de esta postura, es que mantendría la misma división al interior de la Concertaciónque permitió el triunfo de Piñera en las elecciones pasadas, porque de seguro, ni el MAS, ni el PRO subordinarían sus proyectos a una Concertación que siga manteniendo el statu quo en su interior y que por tanto no se abriría a las reformas políticas y económicas (moderadas) que el PRO y el MAS proponen.
La inexistencia de un objetivo conjunto de la Concertación así como la permanencia de sus figuras históricas ya profundamente deslegitimadas (salvo el caso de Bachelet), solo agudizan la crisis de representatividad del régimen político, acelerando aún más las puertas a la irreversible crisis política en la cual se encuentra sumergido el bloque dominante.
5-. ESCENARIOS POSIBLES
Los escenarios posibles para la Alianza son bastante negativos, carecen de un apoyo político suficientemente grande como para poder legitimar al malogrado gobierno, además de ello, no poseen liderazgos en su interior que tengan la capacidad política de ver alguna luz al final del cada vez más oscuro túnel. Algunos personeros de la derecha son un poco más avanzados en su análisis, como Longueira, quien pese a que lleva pocas semanas en el ministerio de economía, ha esbozado varias posibles salidas a la crisis de representatividad del sistema político, y ha demostrado comprender también el agotamiento del modelo económico y la necesidad de refundarlo antes de que ya sea tarde. Puntualmente, desde su ministerio, ha dado claras luces de apoyar una reforma tributaria a los ricos de este país, esa posición no es antojadiza ni populista, por el contrario, es una jugada bastante inteligente, ya que mayores recursos para el Estado, los cuales no vendrían desde los bolsillos de los más pobres sino de los más ricos, servirían para inflar la red social de apoyo a las familias más pobres, por medio de bonos a los quintiles más pobres, más becas para la educación, etc., la derecha podrían improvisar con una serie de beneficios sociales de carácter populista los cuales serían muy bien recibidos por el pueblo siempre necesita recursos económicos adicionales, además de ello sería también un golpe de timón contra la Concertación, que teniendo durante muchos años mayoría parlamentaria, jamás se atrevió siquiera a plantear la posibilidad lejana de una reforma tributaria. Pero en general, salvo por el caso de Longueira que es bastante excepcional, la derecha no posee cuadros políticos capaces de articular una estrategia de contención de la movilización social y que a la par vaya acompañada por una profundización en el modelo económico, aunque en última instancia, si se llevara adelante, de todas formas no solucionaría el problema principal del régimen político en este momento; la crisis de representatividad, solo la atenuaría brevemente.
Además el gobierno tiene otro problema, que es inherente al gobierno mismo: Piñera. El personalismo, el gusto por la improvisación y una personalidad tremendamente populista, le ha impedido no solo dirigir al gobierno y a su propia coalición, sino que también ha provocado un rechazo creciente de los sectores sociales históricos de la derecha dura, que en Chile no bajan del 30%, pero que las ultimas encuesta, como la CEP, posicionan a Piñera cerca del 25% de apoyo, el más bajo de la historia desde que se realizan encuestas y más bajo que el piso histórico de la derecha. Para la derecha social, este gobierno ha comenzado a ser el quinto gobierno de la Concertación. Incluso líderes de opinión importantes de la derecha chilena, han estado haciendo presente su malestar de forma pública, el mismísimo Büchi señalo en una entrevista que el gobierno se equivoca al seguir las demandas de quienes las formulan, o Hermogenes Pérez de Arce que en su blog pide mano dura y mayor autoridad al presidente. Esto sumando a las críticas permanentes de la UDI, que no aceptaba el gabinete tecnocrático de Piñera, pero que con la inclusión de Mathei, Chadwick y Longueira silenció un poco sus críticas, pero en general la derecha social, reclama tres situaciones: a) que el gobierno no ha tenido la suficiente mano dura contra las manifestaciones sociales; b) no ha llevado adelante el programa de gobierno por el cual fue electo, y; c) ha sido demasiado receptivo a las demandas que han emanado desde el movimiento social (populismo).
Los conflictos sociales y políticos seguirán estallando, hace unos meses fue el gas de Magallanes, luego los estudiantes, la huelga de hambre de los presos políticos mapuches yla Ley Antiterrorista aún vigente, después la paralización de los trabajadores del cobre, la huelga de los subcontratistas, el alzamiento popular en Dichato, etc., y bajo la perspectiva de creciente ingobernabilidad, acompañado de un también creciente rechazo a la gestión de gobierno, la figura del presidente y los partidos políticos, y ante la imposibilidad de que las concesiones cedidas por el gobierno satisfagan de forma profunda las necesidades del movimiento de masas, Piñera no tiene más opciones que apelar a la criminalización de los movimientos sociales y las protestas, y a la represión contra los manifestantes, tal como fue la marcha del jueves y el martes pasado, a la vez que buscara acuerdos políticos con la Concertación y partidos como el PC, el PRO y el MAS, intentando institucionalizar el conflicto social, y ofreciendo salidas políticas a largo plazo combinadas con medidas de mayor democratización del sistema político y la ampliación de la participación de los actores políticos que hoy se encuentran fuera del sistema de forma total o parcial.
El gobierno seguirá intentando impulsar la agenda privatizadora, que comenzó con las ventas de las sanitarias, las tentativas de privatizar parte de Codelco, la concesión de colegios y hospitales destruidos por el terremoto y otras medidas más, a la vez que intentara mantener el nivel de crecimiento económico, que durante los últimos meses se ha mantenido sobre el 6%, principalmente empujado por la reactivación económica producida por la reconstrucción pos-terremoto, y que por consiguiente, se agotará pronto, también el gobierno intentara cumplir la meta de 500 mil empleos, de los cuales se dice que ya se ha cumplido más del 60%, lo cual no deja de ser "curioso", porque a la par que “crece el empleo”, las tasas de desempleo se mantienen totalmente estables, pero todo esto, con un movimiento social activo y combativo, y sin un agente político hegemónico que logre convencer al pueblo que el modelo económico funciona y es legítimo, la movilización social y la crisis de representatividad se seguirá agudizando igual.
En definitiva el gobierno intentará contener la movilización por medio de la represión selectiva, la criminalización de la protesta y los montajes sistemáticos contra manifestantes detenidos aleatoriamente, a la vez que ampliará la participación dentro del régimen democrático, el gobierno, también, pondrá apuro a la reforma de inscripción automática y voto voluntario, impulsará reformas constitucionales sobre el tema de la educación, también se comprometerá en acabar (en el mediano plazo) con el sistema binominal y llevará adelante la reforma tributaria que ampliará las arcas fiscales, redistribuyendo dineros entre los más pobres. Lo que el gobierno no hará serán: plebiscitos vinculantes ni reformas constitucionales que involucren una participación política de sectores que estén fuera de las cámaras del congreso y que puedan cuestionar, en algún grado, el régimen político de dominación o el modelo económico. Aunque sería un muy efectivo instrumento desmovilizador, la derecha no propiciara esa posibilidad debido al riesgo inminente que implica.
Por su parte la Concertación seguirá buscando capitalizar el descontento social en las próximas elecciones, pero sin duda los años de vaciamiento político, de pérdidas de cuadros político dirigentes en sectores de trabajadores y sectores populares y una brújula política que parece apuntar a todos lados menos al norte, le impedirán salir del rechazo generalizado que hoy siente el pueblo hacia el conglomerado, pero de todas formas, debido a la situación de crisis de la derecha, la Concertación lograra ganarles en las próximas municipales ya que el pueblo votara por el “mal menor”, a su vez el PC superará los dos dígitos y le serán cedido mayor cantidad de cupos para alcaldías. En el mediano plazo no se ve posible un re-armamiento de un nuevo conglomerado más amplio hacia la izquierda, pero si una mayor complicidad con los actores más marginales del sistema de partidos; PC, MAS y PRO. Lo cual, en perspectiva, puede convertirse en un frente amplio de oposición, que lleve una candidatura única a las presidenciales, pero al menos por ahora y especialmente por la lejanía que mantiene MEO de la Concertación, se ve muy poco probable de concretar, aunque los últimos días ha habido importantes acercamiento en materia de candidaturas y alianzas para enfrentar las elecciones municipales.
Para el pueblo las posibilidades de avanzar en la ampliación de luchas reivindicativas cada vez más profundas y amplias, están ahí a la orden del día. No obstante, la penetración profunda del PC en organizaciones de trabajadores, de estudiantes y gremios claves, hacen muy poco probable pensar salidas rupturistas a estas luchas, que pudiesen traducirse en reformas estructurales importantes para la clase obrera y los pobres del campo y la ciudad, y que pudiesen también, representar una ganancia considerable en el fortalecimiento de la organización política de nuestra clase y el crecimiento y desarrollo de su conciencia. El PC funciona como catalizador de las luchas sociales, pero sus intereses y compromisos con la Concertación y la institucionalidad imperante, dinamitan cualquier posibilidad de reconstrucción real del movimiento obrero y popular, al igual que el desarrollo de formas más avanzadas de lucha.
6 -. EL CONTEXTO DE LA CRISIS Y LA SALIDA POLÍTICA QUE SE VIENE
Este año se ha caracterizado por una crisis de legitimidad mundial del modelo político de dominación y del modelo económico de explotación, a lo largo y ancho del mundo se viven alzamiento populares que amenazan la gobernabilidad imperante de regímenes autoritarios pro-occidentales que no han podido dar, en décadas de hegemonía, una respuesta real a las necesidad básicas de los pueblos del mundo, por otro lado, los países capitalistas del primer mundo aún no son capaces de superar la crisis económica desatada por la explosión de la burbuja económica de los subprime, la cual tiene a millones de europeos y norteamericanos bajo cifras descomunales de cesantía y empobrecimiento, trasformando la crisis económica en una crisis social, y la crisis social, en crisis política. La crisis económica mundial aún no da muestras de agotamiento. Ante la imposibilidad de EEUU de sortear la crisis económica y una Alemania que ya no puede seguir manteniendo económicamente a los países más atrasados económicamente de la Unión Europea, como Grecia, España y Portugal. En el horizonte político solo perfila un mantenimiento de la situación de crisis económica, social y política, en el mediano y largo plazo.
En ese contexto, América Latina también ha sufrido embates, menores en comparación con lo vivido en otras latitudes, pero con la misma raíz; la crisis del modelo económico. Los gobiernos progresistas y democrático populares de Nuestra América, dan signos de agotamiento en este sentido, ya que en la práctica estos gobiernos, han generado una mayor redistribución económica, acompañado de estatizaciones o compra de acciones en sectores estratégicos, además de una mayor ampliación del sistema democrático de participación, pero no han impulsado trasformaciones estructurales del modelo económico y del régimen político. Los gobiernos progresistas de nuestro continente, se debaten hoy día entre reforma o revolución.
En ese contexto, Chile se convierte en el último bastión solido del imperialismo yanqui en América Latina. Hace semanas, en Perú, el imperialismo sufrió una nueva derrota geopolítica y geoestratégica. Con el triunfo de Humala, solo quedó Chile con un sistema político sólido y un patrón de acumulación estable, ya que los otros dos referentes regionales de los yanquis (México y Colombia) en nuestro continente, sufren situaciones de inestabilidad social y política, de extrema gravedad. Es por ello que la movilización social en Chile ha sido vista con tan buenos ojos por el resto del continente y dentro de nuestras propias fronteras, esa efervescencia política, pocas veces vista antes en el pueblo y las organizaciones políticas revolucionarias después del fin de la dictadura, atraviesan nuestros corazones y en muchos casos también nublan nuestra razón, y es por ello que debemos decir (sin un afán pesimista) que dentro de este proceso de ascenso del movimiento de masas y radicalización de las demandas sociales, nosotros, los revolucionarios, tenemos poco o nada que ver, en el sentido de que no somos nosotros quienes lideramos esas movilizaciones, ni quienes las desatamos y por consiguiente tampoco quienes les daremos una salida rupturista y favorable a los intereses del pueblo y a las problemáticas hoy presentes, ha sido el reformismo pequeño-burgués quien, principalmente, lidera las movilizaciones sociales (FECH, PUC, CUT, ANEF, Colegio de Profesores, ONG’s ambientalistas, etc.) y serán ellos quienes darán una salida a las problemáticas sociales dentro de los marcos de la institucionalidad política y el modelo económico hoy día vigentes, transformando la fuerza social que ahora están canalizando, en una masa de maniobra y un colchón electoral para las próximas elecciones y no en fuerza social revolucionaria.
7-. LAS TAREAS BAJO LA ACTUAL CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD Y LEGITIMIDAD
7.1-. Comprendiendo que el desarrollo orgánico de nuestra organización y de toda la izquierda revolucionaria es aún embrionario, es importante entender a cabalidad que el desarrollo de la acumulación estratégica es lo central en el periodo que vivimos; en lo ideológico, en lo social, en lo político y en lo militar, a la vez que fortalecemos y multiplicamos las organizaciones naturales del pueblo, ya que sin esas líneas de acumulación en permanente desarrollo, no será posible la construcción de la fuerza social revolucionaria necesaria para cambiar la correlación de fuerzas aún existente y para el desarrollo pleno de una estrategia político-militar a largo plazo. En este sentido, debemos señalar también, que estas formas de acumulación y desarrollo no se hacen en “frío”, sino que en “caliente”, lo cual quiere decir que la acumulación debe hacerse bajo un permanente enfrentamiento ideológico, social, político y militar contra nuestros enemigos de clase, centrando principalmente nuestra política en desvelar el carácter explotador del modelo económico y el carácter excluyente del régimen político, polarizando aún más las contradicciones de clases y evidenciando el carácter de clase del Estado y el gobierno. A la vez debemos enfrentar con cada vez más fuerza, acompañado de un proceso de acumulación real, al reformismo pequeños burgués y la socialdemocracia de izquierda, que hoy día se vuelca hacia el pueblo en un proceso de acumulación y reconstrucción de las bases sociales de apoyo perdidas los últimos 20’s años de traiciones y mentiras. El objetivo político de estos sectores, es posicionarse y reposicionarse, al interior de la legalidad y la institucionalidad, fortaleciendo el modelo de dominación que ya ha entrado en una crisis terminal, por último, la tarea trasversal en este marco de movilización social, es agudizar aún más la crisis de representatividad y legitimidad del régimen político, construyendo alianzas con todos los sectores populares anticapitalistas, empujando al pueblo a mayores niveles de enfrentamiento contra el sistema y reconstruyendo la fuerza popular mientras desatamos una crisis irreversible para los ricos y poderosos.
7.2-. LA IMPOSTERGABLE TAREA DE LA UNIDAD
El MIR nace hace 46 años con tres objetivos centrales; a) construir la unidad de la clase obrera y el pueblo (los pobres del campo y la ciudad) para la conquista del socialismo; b) bajo el desarrollo de una estrategia político-militar para llevar adelante dicha tarea (Estrategia de Guerra Popular Revolucionaria); y c) la unidad de los revolucionarios para construir la vanguardia de la clase, que lleve adelante el proceso de emancipación de la clase obrera y los pobres del campo y la ciudad. Estos tres objetivos, hoy en día, siguen estando totalmente vigentes, pero por sobre todo el último. Sin la unidad de los revolucionarios, que nos conduzca al desarrollo de una organización político-militar y que se perfile como la direccionalidad revolucionaria única del pueblo, no será posible nunca pasar del descontento y la movilización social, a una ofensiva popular que siente las bases para el derrocamiento del orden ideológico, social, económico y político que imponen los dueños del poder y la riqueza, sobre nuestro pueblo.
Por tanto, la unidad entre los revolucionarios, y en especial los revolucionarios que compartimos una misma matriz teórica, no es solo una necesidad táctica, sino que por sobre todo, un imperativo estratégico de este periodo. Fuimos derrotado política y militarmente en la segunda mitad de los 80’s, pero de la derrota podríamos a haber salido luchando, sin embargo, sobre la derrota estratégica, hubo también una derrota orgánica e ideológica, desatada y precipitada por nosotros mismos que hoy debemos asumir y superar.
Pero los tiempos cambian, y el pasado va quedando definitivamente atrás. El último par de años y los últimos meses, hemos sido testigos como nuevas y viejas organizaciones han iniciado procesos serios de reconstrucción política y orgánica, también muchos compañeros han comprendido la necesidad de la unidad política y han desechado a los viejos caudillos y organizaciones, caracterizadas por el liderazgo egocéntrico, arrogante y unipersonal que tan mal nos ha hecho las últimas dos décadas. Muchos compañeros también se han dado cuenta de la necesidad de retomar el proyecto histórico de luchar por la revolución y el socialismo, y que para llevar adelante esta magna tarea, es necesario hacerlos bajos los preceptos de la unidad política-orgánica y de la lucha político-militar, a esos compañeros, compañeras y organizaciones políticas de buena voluntad, les saludamos fraternalmente, y reiteramos tal y como lo hicimos hace ya 46 años atrás, que solo la unidad del pueblo y de los revolucionarios, nos llevara al triunfo final.
¡! CONSTRUYENDO LA FUERZA DEL PUEBLO, A DESATAR LA CRISIS DE LOS PODEROSOS ¡!
MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
MIR De Chile
46 años de lucha revolucionaria junto al pueblo
Secretariado Nacional
Agosto del 2011