Radio Perspectiva de Clase

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jueves, 20 de octubre de 2011

Ante las elecciones nacionales del 23 de Octubre


(La voz de los Laburantes)
Si nada nos separa nada nos para,
Si nadie nos divide nadie nos gana.
El domingo 23 de octubre se renovarán las bancas del poder legislativo, y los cargos en el poder ejecutivo. En las últimas elecciones primarias llevadas a cabo la segunda semana de agosto quedó demostrada la fuerza electoral de Cristina Kirchner y su hegemonía a nivel nacional. Por otro lado, quedó manifiesto que la derecha representada en De Narvaez, Duahlade y Alfonsín no es una oposición real al Kirchnerismo y se reflejó una vez más que no existe una alternativa popular, que hoy día la izquierda se encuentra relegada.
La realidad nos muestra que el Kirchnerimo en su integralidad, es un armado político  altamente heterogéneo, y de ahí proviene en muchos casos su ambiguedad. En este sentido, Cristina Kirchner es la cabeza de un armado  que va desde el Movimiento Evita, Sabatella y el Partido Comunista, pasa por Gioja, Insfran, Scioli y sus barones del conurbano, y llega a ex duhaldistas como Alberto Fernandez. Dicha estructura se sustenta desplegando una política punteril, un discurso progresista con medios de comunicación del Gobierno, y una CGT cómplice que con alianzas con la burocracia sindical aseguran una estabilidad en la relación Capital-Trabajo en un contexto de creciente precarización laboral. Al mismo tiempo, el clima de creciente movilización de los sectores populares posterior a la crisis del 2001, las retenciones a la soja principalmente, y la estatización del ANSES hacen que el estado asuma un rol de “benefactor” con políticas asistencialistas que van desde la asignación universal por hijo, aumento a los jubilados, cierta política de Derechos humanos, Futbol para todos, etc. Pero que en nada modifican  la estructura económica-social del país, la dependencia de capitales extranjeros y el pago sistemático de la deuda externa.
Del mismo modo, nada se dice de la sociedad entre el estado y las empresas multinacionales que explotan nuestros recursos naturales, nada se dice del mantenimiento del sistema financiero neoliberal, de las ganancias extraordinarias de las grandes empresas, en muchos casos subvencionadas por el estado, de la sojización de nuestro suelo a costa de la represión y expropiación de tierras a nuestros pueblos originarios, de la persecución contra dirigentes sindicales, de los niños que mueren de hambre por día y de cada injusticia que vive a diario nuestro pueblo.  Nada se dice del modelo de universidad-empresa donde las carreras se amoldan a las necesidades económicas de cada región lideradas por empresas extranjeras, profundizando así la injerencia y dependencia de sectores privados. Desfinanciando al mismo tiempo las carreras humanisticas críticas que aportan a comprender a la ciencia como transformadora, y se las adopta para el sustento y la justificación de la situación actual.
La democracia no es una urna, no es una elección cada 2 o 4 años. El pueblo no debe delegar sus derechos en funcionarios que buscan sus propios beneficios, los de la clase dueñas del Capital o en instituciones que cumplen la única función de sustentar un orden social en beneficio  de unos pocos. Es por eso mismo, que entendemos que la democracia por la que luchamos es aquella que construimos todos los días. Con participación,  con confianza en el pueblo organizado y  sabiendo que su capacidad de lucha es aquello que lo llevará a transformar de raíz esta sociedad.
El cambio no vendrá de un día para el otro, ni teniendo cuantitativamente un determinado caudal de votos, ni obteniendo un diputado a nuestro favor; sino, que vendrá cuando la alternativa revolucionaria por la que damos nuestra vida día a día sea del pueblo y se materialice en las calles. Luchando en el barrio, en la fabrica, en la facultad, y entendiendo que más salud para nuestro pueblo, más  trabajo, más educación y una sociedad verdaderamente justa va a ser producto de la construcción de doble poder. Éste se materializa en participación por parte del pueblo, en organización, en el factor conciencia, y principalmente en la capacidad de disputa.
La incipiente inserción en el pueblo que presenta la izquierda, de la mano de la necesidad objetiva de generar resistencia por parte del pueblo trabajador en las calles, la importancia de estar ante cada injusticia no con una bandera o una declaración meramente, sino, creando poder popular en lo cotidiano, y la correlación de fuerza con la que nos encontramos hoy día desde el campo popular, nos muestra que nuestra tarea es seguir construyendo desde las bases.
Las elecciones no son el camino que nos llevará a la transformación de la sociedad, y es por eso que la tarea que debemos emprender como revolucionarios es la de volcar todos nuestros esfuerzos hacia la construcción de espacios de base, con distintas especificidades y dinámicas pero con un objetivo común; que nos permita seguir construyendo para lograr la disputa real por el poder.
Los jóvenes no somos conformistas. No vamos por el mal menor. 
Construimos día a día con una certeza; 
El cambio es posible.
Sigamos organizándonos 
Por el camino del CHE

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