(Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo)
La petrolera YPF, ejemplo en su momento en América Latina y el mundo, tiene una larga y accidentada trayectoria, desde su creación durante el gobierno de Yrigoyen y, además de su importancia económica, toca mucho a los genuinos sentimientos nacionales de nuestro pueblo. Por eso lo ha conmovido y preocupado las recientes medidas propuestas por la presidenta, en discusión en el Congreso, pero de muy probable aprobación, pues cuentan con el apoyo de los radicales y de los partidos llamados de “centroizquierda”, incluido el PC.
Basta recordar del período más inmediato de su historia, el daño causado a YPF por la dictadura militar, y luego su privatización por el gobierno peronista de Carlos Menem, contando con el entusiasta apoyo de Néstor Kirchner, en esos días gobernador de la provincia petrolera de Santa Cruz, y de la legisladora Cristina Kirchner, como parte de un nefasto plan de liquidación del patrimonio nacional, del que fueron cómplices directos.
Ni que hablar de la Alianza y el innombrable presidente De La Rua, quién prorrogó por 20 años más la concesión de Repsol. En la actualidad y desde el año 2003, nuevamente los Kirchner no escatimaron elogios y apoyaron constantemente a dicha empresa, dejando a la vez que actuaran sin ningún control, avalando así el perverso vaciamiento producido, agravado por el hecho de que en la dirección de YPF participaba un representante del Estado argentino, que se supone debía velar por los intereses de nuestro país.
La estafa fue tan grande, y efectuada con plena impunidad, que al mismo tiempo que caía la producción de petróleo por falta de inversiones, se permitió que se repartieran y giraran cuantiosas utilidades al exterior, conjuntamente con el aumento del endeudamiento de la empresa, llegándose a la cifra aproximada de u$s 9.000 millones.
No se puede tampoco dejar de mencionar que los Kirchner también prácticamente le regalaron un 25% de YPF a su amigo el empresario “nacional” Eskenazi, sin desembolsar un solo peso, y sin que hasta ahora sufran ninguna expropiación, como tampoco otras firmas de capital extranjero.
El gran interrogante es: ¿Podemos confiar en este régimen, en estas organizaciones políticas y en estos impresentables personajes, la auténtica recuperación de YPF?
Por cierto que nuestra posición fue y sigue siendo la total estatización de YPF, sin ningún pago por indemnización y con la dirección y control de los trabajadores y los usuarios.
No confiar “ni un tantito así”, como nos diría el Che, en un poder político dependiente del Capital Financiero Internacional y local, intimamente asociados, que volverá una y otra vez unicamente a cambiar de amo, o sea, volverá a entregar el patrimonio nacional a los grandes grupos monopólicos mundiales, que justamente estan instrumentando un nuevo reparto del mundo, con invasiones económicas o militares.
Asimismo, es necesario tener muy en claro que estas serias circunstancias, que afectan no solo al presente sino también al futuro de una nación, no se superarán favorablemente para los intereses de nuestro pueblo sólo con declaraciones o alguna que otra marcha, lo cual determinará que es imprescindible continuar con mucho más empeño la batalla fundamental por la construcción unitaria y a todo nivel de un bloque político y social conformado por los trabajadores y demás sectores populares oprimidos y explotados, (organizaciones políticas, sindicalismo antiburocrático, organizaciones sociales, estudiantiles de derechos humanos, culturales, campesinado pobre y pueblos originarios, etc.), en base a un proyecto o programa de puntos básicos aprobados de común acuerdo, a fin de avanzar decididamente, junto con una amplia labor ideológica cultural, en un proceso de modificación sustancial de las relaciones de fuerzas existentes en el camino a transformaciones de fondo, de liberación nacional y social.
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