(Semana del Che)
Hoy se cumplen 43 años del paso a la inmortalidad del Che.
El asesinato del comandante Ernesto Che Guevara, en la quebrada del Yuro, Bolivia.
La cobarde ejecución tiene nombre y apellido, el suboficial Mario Terán que tuvo que alcoholizarse para tomar coraje y cumplir la orden dictada por la CIA a través del régimen militar de la época. Este hombre fue operado, hace algunos años, por oftalmólogos cubanos y recuperó la visión. La vida tiene esas cosas.
Mario Terán, el soldado que recibió la orden de asesinarte relata tus últimos momentos:
“Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: «Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: «¿Qué han dicho los otros?». Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: «¡Eran unos valientes!». Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!». Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto.”
Ya estabas vivo, luminoso, eterno, hasta siempre, comandante.
En Cuba el concepto que se tiene sobre la figura del Che no puede ser mejor. Las viejas y nuevas generaciones lo definen como un hombre que luchó contra la explotación, las diferencias de clase, la miseria, la injusticia social y el hambre.
Guevara estuvo casado con la peruana Hilda Gadea con quien tuvo una hija, Hildita, fallecida años atrás en La Habana. Al poco tiempo del triunfo de la Revolución se divorcia y vuelve a casarse con Aleida March, su secretaria privada durante la guerra revolucionaria. Con ella tuvo cuatro hijos: Aleidita, médico pediatra; Celia, veterinaria; Camilo y Ernestico, abogados. Mientras, en la ciudad de Buenos Aires, viven sus tres hermanos: Roberto, abogado; Celia, arquitecta, y Juan Martín, el menor de los Guevara.
En Cuba, como todos los años, al Che se le rinde homenaje en los centros de trabajo, las fábricas, escuelas e instituciones oficiales.
Alberto Granado, el compañero de viaje que Guevara hizo por América Latina en motocicleta, vive en Cuba desde el año 1961. Nacido en la provincia de Córdoba y de profesión bioquímico, Alberto siempre recuerda a su gran amigo con nostalgia y mucho afecto. Siempre le recomienda a los jóvenes que ¨sean como el Che, que se destaquen en el estudio y el trabajo. Todos podemos ser el Che¨, dijo Granado en varias ocasiones.
También, pero en Buenos Aires, vive otro amigo de Guevara, Carlos ¨Calica¨ Ferrer. Se conocieron a los cuatro años en la localidad cordobesa de Alta Gracia, donde residía la familia Guevara por los problemas de salud que padecía el Che. El padre de Calica era el médico personal de los Guevara.
Cuando el Che decide hacer en el año 1953 su segundo viaje por América, lo invita a Calica a que lo acompañe. Partieron desde la terminal de Retiro. Cuando el tren arranca, Guevara se asoma por una de las ventanillas y se despide de los familiares y amigos que habían ido a despedirlo con una frase premonitoria: ¨Aqui va un soldado de América¨.
Muchos lo tildaron de aventurero, soñador, utópico e improvisado. Sin embargo, el Che entró por la puerta grande de la historia. Su figura y prestigio continúan creciendo en todo el mundo.
Como Bolívar y Martí, el Che se ha ganado un lugar destacado en la América Latina que ha comenzado a despertar.
ENTREVISTA EXCLUSIVA (Agencia Rodolfo Walsh)
Un general, una historia
(AW) En esta oportunidad, Osvaldo Piñero nos trae el resultado del encuentro con el general de brigada William Gálvez, quien combatiera desde los inicios de la lucha emancipatoria.
Por: Osvaldo Piñero
Cuando llegué al lugar que se había convenido para el encuentro, en el barrio habanero de El Vedado, el hombre ya se encontraba esperándome leyendo un ejemplar del diario Granma. Nos presentamos y a los pocos minutos comenzó el reportaje rico en anécdotas, recuerdos y emociones. El personaje elegido para la ocasión es el general de brigada William Gálvez, de aspecto sencillo, buen carácter, irónico, reflexivo y dotado de una memoria envidiable.
Nació en la provincia de Holguín el 21 de octubre de 1933, tiene 4 hijos y 3 ñetos. Proviene de una familia de clase media baja aunque aclara que ¨viviamos sin problemas económicos¨.
¿Cómo fue su juventud?
Comenzé a tener inclinaciones revolucionarias desde muy temprana edad. José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez siempre me apasionaron. Mis actividades políticas las desarrollé en Holguín. Estuve preso en varias oportunidades. En mi casa la familia, lógicamente, estaba preocupada por mi seguridad personal. Tuve que trasladarme a Santiago de Cuba, a la casa de una tía. Allí la lucha era cruenta y frontal. Al poco tiempo tuve que dejar ese lugar y fui a vivir a la casa de un amigo. Trabajaba y paralelamente me vinculé a las distintas organizaciones estudiantiles que por aquel entonces luchaban contra la tiranía batistiana. Me vi en la necesidad de cambiar de domicilio en innumerables ocasiones. Por suerte el pueblo santiaguero es muy solidario y generoso, como toda la gente del interior del país.
Me relaciono, entre otros, con Frank País. Tenía 19 años cuando comienza mi carrera combativa. Ya formaba parte de la brigada juvenil MR-26 de Julio. Frank fue una tremenda persona y compañero entrañable. Cuando los sucesos del Granma estuve preso seis meses. Al recuperar la libertad, Frank País me envía a Holguín para continuar con mi tarea revolucionaria. El 1 de enero de 1958 subí para la Sierra Maestra donde conozco al Che. Para mí es uno de los hombres más grandes que ha dado la humanidad.. Jugábamos al ajedrés y una vez le gané, pero le hice trampa. El Che practicaba 17 deportes. Quise quedarme con él pero no pude.
¿Cómo fue su experiencia en el ejército rebelde?
Participé en varios combates, estuve al lado de Fidel como ayudante. También peleé con Camilo Cienfuegos, a quien conocí muy bien, y fui ascendiendo de grado militar. Integré la columna Antonio Maceo donde la lucha fue permanente hasta el triunfo de la Revolución.
¿Cuénteme cómo fue la relación entre Camilo y el Che?
Fueron excelentes amigos y compañeros de lucha, a pesar de que el Che tenía un carácter seco e introvertido. Sin embargo, Camilo fue el único al que el Che le aceptaba sus bromas. Siempre tuvieron una excelente relación.
¿Luego del triunfo de la Revolución qué hizo?
Camilo me dejó como jefe militar en la provincia de Matanzas durante dos meses. Posteriormente, fui a La Habana y me nombran inspector general del ejército. También cumplí varias misiones internacionalistas como diplomático y combatiente. Cuando regreso a Cuba ocurre la invasión de Playa Girón y la crisis de Octubre. Me designaron responsable de la defensa de varios objetivos militares.
Por otra parte, quiero aclararte que desde muchacho tuve inclinaciones de escritor e investigador periodístico. Tengo 14 libros publicados y actualmente estoy escribiendo otro trabajo más sobre la vida del Che y el gansterismo en Cuba.
Ya casi culminando la nota, William Gálvez admite que se arrepiente de no haber hecho más cosas en su vida. Se define como un martiano, fidelista y marxista. Agregó que ¨estas tres figuras representan el auténtico humanismo ideológico¨. Señaló también que si volviera a nacer haría lo mismo, tratando de enmendar errores humanos, siempre en beneficio de la justicia social.
Con respecto al presidente Barak Obama admitió que tiene dificultades para gobernar debido al poder de la derecha norteamericana. No descartó un incremento de la discriminación racial en su país, facilitando ¨a los señores de la guerra imponer una tésis de la violencia armada¨.
También enfatizó que actualmente en el mundo el poder no pasa por los políticos si no por los circuitos financieros, que son los que deciden.
Se despidió de este corresponsal recordando una frase emblemática del Che: ¨Del imperialismo no hay que fiarse ni un tantico asi, nada¨.
Rockultural...Hasta la victoria SIEMPRE!
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