(Argentina Socialista)
El crimen de Candela deja en evidencia a una policía ineficaz para
garantizar la seguridad ciudadana, cómplice de los criminales,
“entrenada para desaparecer gente, no para encontrarla”. Pero la
indignación por el asesinato de la pequeña habilitará otras lecturas
que, paradójicamente, pedirán más “mano dura” y más poder a los aparatos
represivos del Estado. Quienes proponemos un cambio social aún no
logramos dar respuesta a estas inquietudes sociales que reclaman “más
seguridad”. Habrá que afinar esa agenda evitando las ambigüedades del
progresismo y los errores que transitó cierta izquierda que, sin evaluar
contextos ni ponderar aliados, llegó a participar de movilizaciones
reaccionarias que dieron por resultado el endurecimiento del código
penal.
Nunca estará de más insistir con el señalamiento, y amplificarlo por
todos los medios a nuestro alcance: si vamos a hablar de “seguridad”,
empecemos diciendo que en la provincia de Buenos Aires nuestra
“seguridad” está en manos de la “maldita Bonaerense” de los Campos de
Concentración de Camps en la dictadura; del comisario Klodzick, el Caso
Cabezas y el Narcotráfico; de Fanchiotti y Duhalde; de las
desapariciones de Julio López y Luciano Arruga; del gatillo fácil y la
tortura en comisarías, y los crímenes en las cárceles a ciudadanos sin
condena. Esa policía, nunca modificada, está conducida ahora por el ex -
agente penitenciario Ricardo Casal y el gobernador “católico” Scioli
manteniendo los mismos parámetros históricos de criminalidad e
impunidad.
Bien. Dicho esto, Scioli hace publicidad con patrulleros y obtiene
más de 4 millones de votos en las urnas. Se ve que los análisis y las
propuestas realizadas desde las miradas “progresistas”, populares, de
izquierda, revolucionarias o simplemente honestas, están (estamos)
teniendo algunos problemas de entendimiento con el común de nuestro
pueblo.
¿Cabe señalar acaso el barniz derechohumanista que construye el
gobierno nacional, y que usa para amparar a reaccionarios y represores
como Scioli o Insfrán adoptándolos como pilares de su proyecto “nacional
y popular”? Allí, de hecho, hay una gran responsabilidad. Se trata de
la bonaerense de Scioli, pero después de 8 años de gobiernos nacional y
provincial en sintonía, es claramente la bonaerense kirchnerista. El
gobierno nacional no tiene forma de despegar de tamaña responsabilidad.
Las denuncias del CELS y de ciertos escribas oficialistas a Scioli se
diluyen en épocas de elecciones, resultando funcionales al reforzamiento
de la estrategia conservadora en la provincia, al igual que en tantas
otras provincias del país con los gobernadores del caso.
Por otro lado, la izquierda más visible participó, en alguna de sus
expresiones partidarias, del debate sobre la “inseguridad” de la forma
más lamentable cuando, aún en la sana intención de ser parte de un tema
sensible para nuestro pueblo, en su afán capitalizar agenda pública y
“golpear” al gobierno terminó sumándose a las convocatorias “por más
seguridad” del falso Ingeniero Blumberg, que instalaron una agenda
regresiva en materia de derechos sociales en la que, la presencia de
dicha izquierda, no fue más que una extravagancia cuando no una
legitimación. El recuerdo hoy no es capcioso si se tiene en cuenta que,
mientras por las redes sociales anoche se fogoneaba una convocatoria a
"cacerolear a Plaza de Mayo contra la inseguridad”, militantes de
aquellos mismos grupos adherían a la movilización en Hurlingham bajo la
despolitizada forma “como vecinos y como personas” y se montaban vía
Twitter a la ola de reacción popular difusa pidiendo “una comisión
investigadora independiente porque el crimen de Candela tiene
encubridores en el aparato del Estado” y comparando,
desproporcionadamente, éste caso (aún confuso en sus motivaciones) con
otros crímenes claramente políticos: “Con Mariano Ferreyra y Kosteki y
Santillán hubo complicidad policial. Conclusión: comisión investigadora
independiente por Candela”.
Las organizaciones populares, la izquierda y la necesidad de abordar la cuestión de la inseguridad
¿Es un “discurso” lo que necesita la izquierda para contraponer a la
prédica constante de parte de los sectores del poder económico y
político que busca correr a la derecha el ideario social sobre la
“seguridad”? Seguro que sí, por supuesto que hay que recuperar terreno
discursivo, ideológico, respecto a este tema, de cara al conjunto
popular. Las ideas de derecha han logrado grandes avances culturales,
legitimando por ejemplo la baja de edad de imputabilidad a los menores,
ante el acuerdo de parte de nuestro pueblo, la indiferencia de otra
parte, y la protesta de sólo unos pocos organizados. Pero además del
esfuerzo discursivo, además de poner a punto un cuerpo de ideas
contrahegemónico, desde los sectores populares y la izquierda deberíamos
también poner en juego prácticas contrahegemónicas respecto a los
problemas delincuenciales que se engloban bajo la denominación de
“inseguridad”.
También en este plano desde la derecha y el poder político-policial
se dieron avances más sólidos que desde las organizaciones del pueblo.
Los Foros ciudadanos o vecinales contra la inseguridad, por caso, suelen
reunir, en barrios de clase media o media alta, a vecinos legítimamente
preocupados con miembros de Asociaciones de amigos de la Comisaría o
Cooperadoras policiales, cuando no directamente comisarios y fiscales
amigos de la policía, para orientar el “combate a la inseguridad” contra
el mismo sujeto estigmatizado por décadas de proceder policial en la
materia: pobre, joven, negro, “trapito”, provinciano, travesti,
piquetero… Ese “trabajo de base” que muchas veces la propia policía
promueve, se activa después no ya ante el delito, del que la policía es
cómplice y maneja, sino ante la posible ocupación de algun inmueble
abandonado por familias sin techo, o el desalojo de vendedores
ambulantes o cartoneros donde resulten “indeseables”…
En los barrios humildes, en cambio, la situación es doblemente
distinta. La policía efectivamente es un cuerpo hostil. Sin embargo,
allí donde existen centros sociales, talleres de trabajo, radios
comunitarias, bachilleratos populares, centros culturales, fábricas
recuperadas, rara vez convocamos asambleas vecinales para atender a las
inquietudes vecinales ante “la inseguridad”. Porque la preocupación
está. Aún en los barrios más humildes, es una realidad que a la vecina
que no tiene casi nada, aún así alguna vez le afanaron la garrafa del
patio de la casa; o al laburante que sale a las 5 de la mañana a hacer
una changa de albañilería, no hace tanto en la parada del colectivo le
arrebataron el bolso de herramientas… El problema es más grave aún que
estos ejemplos mínimos, lo sabemos. Ante estos problemas concretos,
reales, que padece nuestro pueblo, que lo afectan y que no son un
invento mediático, será difícil pensar como respuesta sólo un “discurso”
sobre la inseguridad que, en algunos casos, de tan “progresistamente
correcto” resulta distante de lo que esa vecina o ese laburante puede
vincular con su propia realidad.
El discurso de izquierda necesario para dar batalla cultural a la
utilización política reaccionaria de “la inseguridad” debe ser constuido
también desde abajo, en diálogo con ese pueblo y esos laburantes que
efectivamente padecen arbitrariedades policiales, abusos e injusticias
de parte de las fuerzas de seguridad y la “justicia” que la izquierda
sabe denunciar y que debemos ser capaces de transformar, pero también
padecen robos comunes o, como en algunos de estos casos trágicos,
pérdida de seres queridos por hechos delictivos o criminales. Los
ámbitos naturales de participación de nuestro pueblo en asambleas en
lugares de laburo, barrios, centros sociales, facultades o colegios, los
conocemos. Tal vez sea hora de ser más audaces en abordar en esos
ámbitos debates que no resultan tan habituales a nuestra tradición
militante, saber escuchar y elaborar síntesis que después puedan ser
asumidas por porciones mayores de nuestro pueblo que, por caso, decidan
involucrarse más en movilizaciones contra la impunidad y problematicen
más su voto a quienes gobiernan estas realidades de injusticia
cotidiana.
Pablo Solana / Prensa de Frente
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