(Colectivo Avanzar)
Nuestra acción transformadora exige formarnos más integralmente en un pensamiento cimentado en el conocimiento lo más profundo posible de la teoría y el método que aporta el Marxismo Leninismo. Hay que tener siempre en cuenta la indisoluble relación dialéctica entre la teoría y la práctica, particularmente en momentos de una fuerte contienda ideológico-cultural, puesto que el bloque dominante trata de consolidar una correlación de fuerzas clasistas para mantener su hegemonía sobre la sociedad. En el campo popular y especialmente en la izquierda, es a su vez imprescindible superar todo vestigio de dogmatismo, de sectarismo, o de oportunismo reformista.
Una indudable demostración del retroceso de la conciencia social, provocado sustancialmente a partir del año 1974, durante el gobierno de Perón y luego de Isabel, con más de 2000 compañeros asesinados por las “3 A” y luego por el genocidio implementado por la dictadura militar, fue el abandono bastante generalizado de la idea de la necesidad de transformaciones de fondo, revolucionarias, y el concepto del enfoque de clase en el análisis de la realidad, volviéndose a poner las esperanzas en el papel de una “burguesía nacional”, que se enfrentaría al imperialismo en una supuesta actitud independentista, instrumentando por ello medidas de tipo “desarrollistas”, ya fracasadas en el pasado. Se deja de lado de esta manera el fenómeno de una mayor transnacionalización de la economía y la política, que conlleva a una mayor subordinación de los países dependientes y sus burguesías nativas, a los planes y objetivos de las potencias imperiales. Por lo tanto, la pregunta clave es si es posible un desarrollo independiente de estas naciones dominadas, como la nuestra, dentro del sistema capitalista o sólo rompiendo con él. Al respecto, conviene insistir que no obstante sus crisis, el capitalismo no cae solo, sino que hay que voltearlo.
Además estas inestabilidades periódicas, forman parte del desarrollo de dicho sistema. Si la Clase Obrera no va creando las condiciones para reemplazarlo, el capitalismo se reanima y crece a través de las crisis, produciéndose en este proceso un grado mayor de concentración en cada vez más grandes empresas, (“el pez más grande se come al pez más chico”), y de mundialización de la economía, con un acrecentamiento de su dominio sobre todo el planeta. Al mismo tiempo, se produce, como lo adelantara Lenin, un nuevo reparto del mundo en especial en las regiones estratégicas, desde el punto de vista geopolítico y/o de sus riquezas naturales. Un muy claro ejemplo son los conflictos armados en Medio Oriente, aprovechando e incentivando las reyertas internas existentes en cada país, y en una dura competencia entre potencias, como EE.UU., La Unión Europea, China o Rusia. No es ajena a esta estrategia expansionista, la existencia del Comando Sur, la instalación de bases militares en distintos países de nuestra América, entre ellas la base del Chaco, emplazada en complicidad con el gobierno provincial y nacional argentino. Se incrementa así una mayor penetración de las empresas transnacionales, conformándose una nueva o actualizada división internacional del trabajo, otorgándole en general a América Latina el de ser productor esencialmente de alimentos y minerales. En consecuencia lo que continúa su avance es un “modelo” predominantemente agro-minero, exportador. En una palabra, se fueron estructurando Estados nacionales, no “bobos” como expresan algunos investigadores, sino cada vez más subordinados a los intereses del capital financiero altamente mundializado y hegemónico, que a los intereses de sus países y de sus pueblos.
Esta grave situación nos pone ante una disyuntiva histórica: o solución revolucionaria, proletaria, en un proceso único de liberación nacional y social, o salida a la burguesa, que “moderniza” la dependencia con una fachada falsamente democrática y progresista, manteniendo el atraso y una cada vez mayor explotación de los trabajadores. En este último rumbo, hábilmente tratan de evitar toda confrontación de clase, apelando con distintos nombres al tan mentado “pacto social”, entre los empresarios, el Estado y la burocracia sindical-empresarial. Reviven así permanentemente la denominada “Santísima Trinidad”, apuntando a una disminución constante de los ingresos reales de los trabajadores.
Una muestra de ello son las recientes paritarias, donde lograron poner un techo promedio que no superó en general el 22 o el 23%, mientras se mantiene importantes niveles de inflación, que oscila en el 25%. En concreto, hay que hablar no de un aumento sino de una disminución de los ingresos de los laburantes. En este marco es necesario definir con precisión al ajuste, como transferencia de recursos de un sector social a otro. Es una redistribución de la riqueza producida a favor de los sectores dominantes, incrementando sus suculentas ganancias, a la vez de hacerle pagar a los pueblos las mencionadas crisis del sistema. De modo tal que los ajustes, como el que se está llevando a cabo actualmente, con la dulce metáfora de “sintonía fina”, son un método habitual del capitalismo para apoderarse de una parte cada vez mayor de la torta producida por los trabajadores. Así se expresa también la subordinación del poder político local a los grandes grupos económicos internacionales, pues una de sus condiciones fundamentales para invertir es el mantenimiento de bajos salarios.
Asimismo, se naturaliza la existencia de pobres y marginados, como algo insuperable que hay que fatalmente aceptar, como algo que hay que asimilar como un si fuera un designio divino. Esta es la lógica del asistencialismo y de la utilización del clientelismo, donde el derecho al trabajo y a una vida digna es reemplazado por el favor del “puntero” político, creándose así un círculo perverso de poder (una persona, un voto), burlándose la auténtica libertad del ciudadano y afectando la dignidad de los seres humanos. Paralelamente, intentan sustentar el régimen político en la existencia de dos grandes partidos burgueses, alternándose en el gobierno con solo algunas diferencias de forma, pero coincidiendo en lo fundamental con el proyecto del bloque dominante. Tácticamente, esta conformación del bipartidismo no excluye sino que permite la existencia de pequeñas organizaciones tanto de tendencia de derecha como incluso de izquierda, siempre y cuando no molesten mucho, a fin de otorgarle al régimen una apariencia democrática y pluralista. Garantizan así su hegemonía sobre la sociedad, aunque no descuidan de custodiarla ante cualquier rebelión popular, perfeccionando constantemente la estructura represiva, dotándola en cada momento de una legislación adecuada, como la ley antiterrorista, bien bautizada ley terrorista contra el pueblo, lo cual nos exige una rápida lucha unitaria para su derogación. Podemos sintetizar el objetivo que persiguen estas democracias cautivas con una breve consigna: o resignación, o represión. Por cierto, enarbolando siempre los intereses de las corporaciones internacionales y locales, íntimamente asociados, enmascarados como si fueran los intereses “nacionales y populares”.
Levantan así banderas muy sentidas por el pueblo, como la defensa de los derechos humanos, la recuperación de las Islas Malvinas, o la farsa de la “recuperación” de YPF (por los mismos que la privatizaron!) y efectuar todo tipo de declaraciones por la unidad y hermandad latinoamericana. Por tal razón, libran toda una batalla por las mentes, vaciando de contenido la educación, monopolizando cada vez más los medios de difusión masiva, acentuando formas de censura abierta o encubierta, pues son tan peligrosos por lo que dicen que por lo que no dicen, En este aspecto se han anotado un nuevo poroto. El grupo “Indalo”, del amiguito de los Kirchner y el rey del negocio del juego, Cristobal López, ha comprado el Canal C5N, radio 10 y 4 FM’s. ¿No se buscaba desmonopolizar los medios de comunicación? Ya sabemos ahora que hay monopolios buenos, que garantizan la existencia de un discurso único. Podemos decir entonces, que la más contaminada no es sólo la naturaleza sino también la sociedad. No podemos dejar de mencionar que en lo social se afecta cada vez más la atención de la salud y la educación pública, con míseros aumentos a los docentes, continúa el pago de una limosna disfrazada de retribución a los jubilados, la inexistencia de planes de vivienda popular y hasta se restringen fondos para los distintos planes trabajar, que en realidad son una forma encubierta de subsidio a la desocupación, mintiendo en este como en otros aspectos con porcentajes inventados por el destruido INDEC. Pero eso sí, se paga puntualmente la ilegal y fraudulenta deuda externa. Por tal razón se acrecientan las críticas de la maravillosa Cristina a los piquetes y a toda lucha de los trabajadores, intentando negar de hecho el constitucional derecho de huelga, pero reconociendo sin ningún rubor que en los últimos años los empresarios “se la llevaron con pala”. A ellos no les pide “sensatez”. De modo que la persistencia en las políticas neoliberales, nos seguirá llevando hacia una sociedad cada vez más injusta, con ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. Un interesante muestrario es un último estudio elaborado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, que arroja los siguientes datos:
COMPOSICIÓN DE LA POBLACION ACTIVA SEGÚN LAS CONDICIONES DE EMPLEO
Aclaramos que creemos que los datos son de mayor gravedad de lo que refleja este cuadro, puesto que la canasta familiar ya supera los $6.000.- Además las últimas estadísticas arrojan un índice de pobreza en el Gran Buenos Aires del 24,8%.
Este preocupante cuadro de situación no indica para nada que estamos ante una trayectoria irreversible, fatalista, sino que por el contrario existe la posibilidad real de impedir su avance a través de poner más que nunca nuestros mayores esfuerzos en el cambio de relación de fuerzas sociales existentes, en favor de los sectores populares. Reafirmamos que uno de los principales obstáculos a superar en un proceso de acumulación, es la débil manifestación de la izquierda como una auténtica opción nacional, conjuntamente con una imagen desfavorable de división y enfrentamientos en sus propias filas. No caer tampoco en el patrioterismo, en un nacionalismo burgués que sirve habitualmente como cortina de humo para ocultar una alarmante realidad. No olvidar aquello de “entre bueyes no hay cornadas”, ya que siempre terminaran restableciendo las relaciones con los amos del norte. De todos modos, siguen librándose importantes luchas populares, pero aún con carácter defensivo, pues estas son aisladas, por temáticas puntuales, sin un imprescindible centro coordinador a nivel local, regional y nacional, (no caer en el “basismo”), capaz de recuperar la iniciativa política, no actuando siempre de contragolpe, donde la agenda la marca el enemigo, y enfrentar con éxito los planes del bloque dominante. No nos cansaremos de repetir que en esta etapa histórica ser clasista es ser unitario. Esta colosal tarea no la puede abordar un solo partido o una pequeña alianza electoral. Indudablemente reclama la conformación unitaria de un bloque de poder de los trabajadores y demás sectores populares oprimidos y explotados, que se comprometan a desarrollar al mismo tiempo una amplia batalla ideológica cultural, a fin de irle arrebatando la hegemonía política a la burguesía, considerando que para triunfar en un proceso revolucionario, se necesita como factor fundamental, decisivo, un apreciable nivel de conciencia, de organización y de disposición para la lucha de la mayoría de las masas populares. Nuestros sueños, nuestra fe en un futuro mejor, más justo, más solidario, más humano, está reflejado en la bella poesía de Pablo Neruda:
Está mi corazón en esta lucha.
Mi pueblo vencerá.
Todos los pueblos vencerán uno a uno.
Estos dolores se exprimirán como pañuelos
hasta estrujar tantas lágrimas vertidas
en socavones del desierto, en tumbas,
en escalones del martirio humano.
Pero está cerca el tiempo victorioso.
………………
Aquí está mi ternura para entonces.
La conoceis. No tengo otra bandera.
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