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sábado, 23 de marzo de 2013
El PAPA Francisco, argentino, viene a cumplir el proyecto del poder mundial
Por Alfredo Grande
“una opción por los pobres que no sea una opción contra los ricos, más que opción es confusión”
(aforismo implicado. A.G.)
“El PAPA Francisco, argentino, viene a cumplir el proyecto del poder mundial para disputar el consenso de la sociedad, especialmente de los pueblos. No solo se trata de sustentar posiciones contrarias al matrimonio igualitario, o contra el aborto, ampliamente difundidas por el obispo Bergoglio, sino de gestar una conciencia de disciplinamiento hacia el orden contemporáneo, reaccionario, de dominación transnacional. Nuestra América es hoy laboratorio del cambio político. La Iglesia institución quiere intervenir en este proceso, y no para empujar esos cambios, sino para frenarlos. La disputa es por las conciencias. Es una batalla de ideas, por el cambio, o por el retroceso. Les preocupa el efecto Chávez en la región. Les preocupa la sucesión política en Venezuela y la capacidad de extender el rumbo socialista. Necesitan disputar el consenso. (Extraído de un texto de Julio Gambina)
(APe).- Mientras asesinaban a sus palomas, el santo padre que vive en Roma no decía nada. Nada bueno, al menos para los perseguidos por el orden depredador del terrorismo de estado. Ahora que las palomas más combativas han sido exterminadas, y las palomas que quedaron se han aliado a sus halcones, el santo padre dice. Habla.
Una “francisco manía” se ha apoderado de la feligresía católica y de la hipocresía política. Tanto los que practican salmodias plenas de goce y euforia contenida, como aquellos que regurgitan viejos rencores que al menos en este caso, puedo asegurar que no es amor. No soy genio, ni siquiera figura, apenas intento ser fiel a mi pensamiento hasta la sepultura. Por lo tanto pienso a Bergoglio como un “analizador histórico” de la Institución de la Iglesia Católica Apostólica Romana. O dicho en otros términos, como un analizador de las lógicas de la cultura represora. Lógicas que a Dios rogando y con el mazo dando, sepultan todos los deseos y sostienen todos los mandatos. Al único deseo que dejan vivito y no coleando, es al deseo del mandato. En este caso, al deseo de más Bergoglio. Bergoglio Recargado. O sea: el deseo de Francisco.
A mi criterio, los debates actuales sobre las conductas durante el terrorismo de Estado, y antes, y después, pueden ser necesarias. Pero me temo que no permiten avanzar al fundante de la cuestión. Seamos más papistas que el papa. Después de todo, pensar es delirar un poco. Bergoglio dió su vida por salvar a perseguidos por la dictadura. Es claro que no dió su muerte. Pero tampoco era necesario. Luego de los juicios de la verdad, donde han sido condenados con sentencia firme los responsables de la cobarde cacería, no fueron excomulgados ni Von Wernich, ni Videla, ni nadie. No se si excomunión según el Derecho Canónico, procedimiento que desconozco porque aún no he podido disfrutar de la alegría de ser excomulgado. Además no podría, porque no estoy bautizado por la Iglesia de Roma. Nadie es perfecto.
La Iglesia Argentina fue tolerante con el genocidio. Y a Bergoglio le caben las generales de esa ley, más allá o mas acá de cuantos generales, almirantes o brigadieres haya visto. No creo que haya llegado al nivel de complicidad de Pio XII con los nazis, pero lo que yo creo no importa. Sabemos que en Chile la Vicaría de la Solidaridad tuvo un rol importantísimo para intentar acotar la criminalidad del gobierno de facto. Nada de eso pasó en la Argentina.
Tengo una nota escrita por Emilio Fermín Mignone donde me agradece el haber enviado una carta al diario La Prensa recordando que su hija, Mónica Candelaria, era una desaparecida por la dictadura. Justamente, Mignone escribió un texto “Iglesia y Dictadura” que solamente le puede dejar lugar a dudas a los cómplices. Bergoglio, como analizador, nos alumbra sobre la complicidad de muchos y como organizaciones como la Sociedad Rural y la Iglesia Católica, entre tantas otras, fueron copartícipes necesarios. Para mí de eso se trata.
En una cultura no represora, no hay mejor cuña que la del mismo palo. Bergoglio es argentino y fue derecho y fue humano. Lo sigue siendo. Yo sé que ahora vendrán caras no tan extrañas a explicarme su apoyo a la lucha contra la trata y el trabajo esclavo. La primera lucha pierde consistencia cuando no se reconoce y sanciona la pedofilia. Y la segunda creo que apenas es una forma de sostener el trabajo no esclavo, es decir, asalariado. Es decir, explotado en el modo de producción capitalista.
¿Fue a denunciar las atrocidades del régimen criminal cuando llegó la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos? No él solamente, sino la Iglesia. Que se olvidó que era Madre y mucho más que debió seguir siendo Santa. El Estado del Vaticano, poderosa multinacional de la fe, no actúa por impulso. Antes del colapso total (económico financiero y teológico espiritual) acudió a curarse con el mazo dando.
Un inquisidor fue elegido Santo Padre. Fracasó porque el mazo en la actualidad es una débil ramita quebrada. El Plan B es “a dios rogando”. Para eso era necesario que tuviera los gestos, los atributos, la trayectoria, cierta coherencia, para sostener que los ruegos estaban dirigidos a un dios pobre. Y de los pobres. Habría que agregar de los excluidos sociales, que no es lo mismo y tampoco es igual. Pero bueno: como los ricos aprendieron a entrar al reino de los cielos que después de todo no era tan difícil ya que algunos débitos automáticos para las ongs de la Iglesia lo aseguran, el reino de los infiernos, o sea, la tierra desvastada ha quedado para los pobres. Pero no cualquier pobre.
Hay pobres que piensan y sienten, y luchan y tienen pronto a germinar la semilla de Espartaco. Que abrazan no la Teología de la Represión del Vaticano sino la teología de la liberación de las comunidades eclesiales de base. Que no todos los pobres son iguales, aunque los ricos se parecen todos bastante. La opción por los pobres no es apenas, más que una forma de cinismo posmoderno, a menos que sea pobre el que esté optando. No digo rico discreto, de esos que prefieren comprar en Once o La Salada, que no van con la 4 x 4 al centro por el temor de ser robados, y que apenas limpian sus zapatos.
“Nadie puede ser cristiano en el Vaticano”, dice uno de mis aforismos implicados. Puede autodenominarse cristiano, pero la piel de cordero es corta. Cristianismo es una cosa y cristiandad es otra. El Cristianismo de Estado es solamente la cruzada de la cristiandad, en los tiempos que corren y que la Iglesia se da cuenta que no alcanza. Francisco, el pobrecito de Asís, se alejó del Vaticano. Inocencio III, nada inocente, lo bendijo, le besó los pies, y dijo, o yo le hago decir: “siempre habrá pobres entre ustedes”. Frase que siglos después inmortalizara Menem, el mismo que bombardeó Río Tercero y que volvió a abrazarse con Duhalde por la noticia de Bergoglio Recargado. Todo esto preocupa, y mucho.
Vuelve la Cruz (elemento de tortura) a ser Razón de Estado. Nuestra Presidenta le pide al Papa que reclame las Islas Malvinas. ¿Otra guerra de religión? ¿Una cruzada para arrebatar a la herejía kelper el santo grial de nuestra soberanía sobre las hermanitas perdidas? Yo le hubiera pedido por la nación qom, que muestra la diferencia entre pobreza y exclusión. La diferencia entre la pobreza que no es vergüenza, y la exclusión que es sentencia de muerte. El actual gobierno argentino con su oportunismo frente al hecho consumado de la designación de Bergoglio, suponiendo que es un “per saltum” a la divinidad, optó por una traición al Estado de Derecho. Ha decretado otra fiesta de todos y avanza en el sentido contrario al Nunca Más. Decreta que todos somos católicos y que la aberración de sostener un culto por parte del Estado, transforma a los ciudadanos que lo financian por mandato terrenal y complicidad divina, en sostenedores de una religión que no han elegido. Bautizados recién nacidos, han hecho de la frase “católico no practicante” el santo y seña de su hipocresía nacional.
La apostasía colectiva sigue siendo una forma de atravesar el alucinatorio social de que hay 1.200 millones de católicos en el mundo, casualmente, la misma cifra de hambrientos. Aunque no de fe, sino de alimentos. Y millones en la argentina. No pido verdad, pero exijo coherencia. No me puedo dormir enemigo de Bergoglio y despertarme adorando a Francisco. A ver si queda claro: son lo mismo. No son dos personas distintas. El Papa es el CEO de una de las organizaciones más poderosas del planeta. Es un Rey elegido por hombres. No es un Rey de Reyes por mandato divino. No se olviden de la Revolución Francesa ¿es demasiado? Si.
Pero de la misma manera que no participé de la otra fiesta de todos (Mundial 1978) de ésta tampoco participo. En todo caso, volveré a escuchar el reportaje que en mi programa radial le hice a Ruben Dri (1) Filósofo y Teólogo que más allá de cuanta agua se necesite, nunca apagarán su fuego. Y espero que mi fuego tampoco.
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