Hace alrededor de un mes y medio el director de Radio Cooperativa me informó que "Leña al fuego", a partir del 1º de febrero, no saldría más al aire por esta emisora.
Adujo como razón que una poderosa empresa de transmisiones automovilísticas (que no identificó) había firmado un jugoso contrato para emitir su programación los sábados en el horario posterior a "Leña al fuego" (14 a 21), pero exigiendo al mismo tiempo que "la radio esté limpia en el horario anterior".
Aunque no fue dicho explícitamente, resultó tácito que, en opinión de esa empresa, el espacio que conduzco "ensucia" el dial.
En esa misma conversación, el director de Radio Cooperativa me informó que no me iba a "dejar en banda" en virtud de "mi historia". Y que en pocos días, antes de que termine noviembre, me iba a informar que podía seguir mi programa en "otra emisora".
Para evitar lógicas, naturales y legítimas reacciones inmediatas, no le conté a nadie qué estaba pasando. Ni tampoco le informé a los oyentes a la espera del desarrollo de acontecimientos y negociaciones.
Pero pasó un mes y medio, no hubo ninguna respuesta concreta, salvo promesas muy vagas. Y, al trascender la noticia, personalidades muy conocidas y distintas organizaciones sociales repudiaron la medida. El tema ya está teniendo repercusión en distintos ámbitos de la Legislatura porteña y en la Cámara de Diputados. Inclusive un grupo de amigos comunes, que antes estaban allegados al programa y hoy forman parte del espacio Nuevo Encuentro, le entregaron una nota a Martín Sabatella, presidente del AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual).
Es de conocimiento público que "Leña al fuego", después de 13 años, fue echado de Radio de la Ciudad por el macrismo. Que también trabajó (y trabaja) para tener "radios limpias".
Cuando parecía imposible el retorno, Radio Cooperativa, una emisora inequívocamente ligada al gobierno nacional, nos ofreció un espacio. Varios amigos gestionaron para que ello fuera posible.
Por supuesto que acepté y agradecí, haciendo la salvedad de que seguiría con la línea de siempre. Una línea de izquierda, si se quiere de izquierda revolucionaria, y de denuncia de las violaciones a los derechos humanos.
Me parece haber sido suficientemente claro en este aspecto. Pero como suelo ser muy autocrítico, podría admitir la posibilidad de que, en el afán de volver al aire, mi claridad no haya alcanzado la suficiente potencia como para que mis interlocutores entendieran qué tipo de periodismo hice a lo largo de los años y cuáles son las expectativas que coloca un sector de la sociedad sobre mi tarea profesional.
De todos modos no creo haber engañado a nadie. Ya en la primera emisión (2-3-13) participaron tres referentes de lxs luchadorxs más incisivxs de la Argentina de nuestros días: Myriam Bregman (CEPRODH), María del Carmen Verdú (CORREPI) y Diana Kordon (Memoria, Verdad y Justicia), que en la oportunidad, y como no podía ser de otra manera, fueron muy críticas con el gobierno en el tema de los derechos humanos actuales. En esa emisión inaugural, Verdú, apenas empezó el programa, recibió una amenaza de muerte telefónica. Una amenaza que también indicaba que nadar contra la corriente no iba a ser nada fácil.
Y no lo resultó. Sin embargo, el programa fue creciendo y, rápidamente, dejó de ser marginal, para convertirse en uno de los espacios de mayor audiencia de esa radio (que, habitualmente, tiene mucha audiencia) y en una tribuna de los luchadores sociales de distintas corrientes. Incluso, después de algunos meses de gestiones, se logró acceder a una publicidad de Telam.
No obstante, y aunque nunca nadie nos dijo nada, empezamos a sentir "mala onda".
Y tenía lógica esa mala onda. Porque si la policía de Insfrán asesinaba a hermanos qom, no íbamos a decir que el gobernador de Formosa era un buen muchacho. Ni a negar las más altas responsabilidades por la criminalidad policial y estatal que a diario se viene registrando en todo el país.
Esto es solo un ejemplo. Y esta seguramente pueda ser la razón real del levantamiento (o probable levantamiento) y no la ignota exigencia de los amantes del deporte automotor.
De cualquier manera, para decir la verdad y nada más que la verdad, todavía no resulta claro si todo esto fue decidido unilateralemente por algún hipersensible y poco imaginativo burócrata menor o la orden vino "de arriba".
Por eso todavía formulamos un llamado a quienes tienen el verdadero poder de decisión para que revean esta torpe e injusta medida que, antes que nada, los perjudica a ellos mismos.
A esta altura de los acontecimientos, después de una larguísima lucha contra todo tipo de "corpo" mediática, me resulta claro que el propio gobierno, si formara parte de una burguesía medianamente inteligente, sería el principal beneficiario si tuviera el tino de generar espacios pluralistas, donde pudieran expresarse los críticos por izquierda.
Pero no solo no parece ser inteligente, sino que sus sectores más arribistas y corruptos, algunos llegados de la derecha más reaccionaria, lo están haciendo avanzar indefectiblemente hacia el abismo sin retorno.
Herman Schiller
Conductor de "Leña al fuego"
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